Capítulo IX

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Veintitrés días había pasado.

Él como cada tarde venía acompañado de una enfermera que permanecía en una pequeña cabaña a un par de minutos de la residencia de Lord Orwell, siempre en guardia por si a el duque de Richmond le sucediera algo. Le revisaron, le cambiaron el vendaje y el suero, y se despidieron con una dudosa afirmación a la pregunta de si él mejoraría.

—Esta luchando fervientemente, señorita —le respondió a Elise con una sonrisa alicaída—, es joven y muy fuerte, ya han pasado casi cuatro semanas, percibo una leve mejoría y sé que este hombre se está negando partir. Espero que mejore, sólo les pido que tengan su temperatura a un nivel normal, no se si logre resistir otro pico febril.

—Entendido señor Hawks.

Así fueron pasando las horas de esa silenciosa y estancada tarde. Era como si sus vidas se hubieran detenido en el mismísimo instante en el que sucedió accidente, y fueran conscientes de que el tiempo pasaba únicamente por el pasar de los días.

Elise había preferido quedarse en el jardín para sacar las malas hierbas que amenazaban con las hermosas flores que poseía Lord Orwell. Y al son de un tarareo suave que atenuaba el ambiente, también recogía flores para sustituir las que ya estaban marchitas en el florero.

En el mismo lugar Lady Loughty se sumía en una atrayente lectura en la frescura de ese hermoso lugar. Mientras que Lady Ravencroft se pasaba todo el tiempo al lado de su hermano mayor, como un tierno cachorro que se niega a abandonar a su amado amo. 

Cerró los ojos al sentir como el filo de la cuchilla atravesaba la piel de la palma de su mano. Con un leve quejido dejó de lado sus materiales de jardinería y profirió a revisarse su extensa herida. 

—¡Elise!, ¡Elise! —volvió a escuchar el grito de su amiga— ¡Elise!

—¡Aquí estoy! —profirió adolorida con la sangre saliendo de su herida manchando su vestido.

Una vez hubo ingresado al jardín, Elise escuchó a lo lejos como Lady Loughty le reprochaba por tanto griterío.

—¿Qué son esas formas Georgiana? —Inquirió mientras cerraba el libro molesta— ¿Acaso una mujercita de tu nivel corre por toda la casa a los gritos?

—¡Es que tía, esta es una muy buena noticia! —comenzó a reírse sin importar el regaño— ¿Y Elise?, ¿Dónde se encuentra ella?

—La señorita Braun se encuentra trabajando en el jardín, unos pasos más allá de la fuente.

No fue necesario que Lady Ravencroft fuera a buscarla. Elise apreció con el vestido repleto de sangre y con una mano aferrada a la tela del mismo para aunque sea un poco aminorar el sangrado. Al verla así a Lady Loughty se le cayó el libro de las manos, con los ojos muy abiertos no supo que decir. Por lo contrario Lady Ravencroft pegó un grito ensordecedor que hizo que la paralizada marquesa pegara un brinco en el lugar.

—Oh por nuestro amado Señor —balbuceó Lady Loughty—... Elise, Dios mío, ¿que te ha pasado mi niña?

—Me he cortado con las pinzas —balbuceó con el rostro contraído por el dolor intenso que recorría por toda su mano.

—Rápido Georgiana, avisa a la señora Jenkins para que le indique al de caballería para que avise a la enfermera del incidente.

Lady Ravencroft asintió y salió disparada en dirección a la casa. Elise siguió en la misma postura encorvada, aferrándose a su estado de conciencia, para no caer rendida ante tanto sufrimiento.

—Siéntate pequeña.

Le indicó. Elise torció el cuerpo y negó. Sentía que a la más mínima ráfaga de viento caería de cabeza al suelo. Era consciente de que estaba perdiendo bastante sangre ya que tenía una herida bastante profunda. Cualquier movimiento la marearía lo suficiente para desmayarse.

Lo último que sus ojos lograron divisar antes de cerrarlos sin fuerza alguna, fue la silueta de Lord Orwell que se había detenido asombrado ante su deplorable imagen.

—¡Elise! —exclamó la marquesa— ¡Dios mío, Elise!

Cuando el cuerpo de la jovencita tocó el suelo, Lord Orwell despertó de su ensimismamiento para correr y tomarla en brazos.

—¿Señorita? —le acarició el rostro para buscar una reacción de su parte— ¿Qué le ha sucedido?

—Estaba arreglando las plantas, recortando las hierbas y buscando flores, y cuando llegó Georgiana, apareció ella así.

Con asentimiento la acomodó bien en sus brazos y comenzó una carrera hasta el aposento en el que ella estaba.

Una vez la hubo dejado recostada en su cama, Lord Orwell procedió a acomodarle un par de hebras de su cabello, que con todo lo que había sucedido, se habían escapado de su tocado para incomodar el hermoso rostro de la joven frente suyo.

Buscó a su alrededor algo para tapar su herida y detener un poco la hemorragia y sin encontrar nada desgarró el listón que ornamentaba su falda color lavanda, y en su tarea terminó rompiendo más allá la tela, dejando expuesta sus piernas color porcelana.

—Genial —masculló molesto— ahora parecerá que me quise aprovechar de ella. Simplemente estupendo.

Entre gruñidos y protestas consiguió atar el pedazo de tela en su mano, en modo de venda para detener un poco la sangre.

Emitiendo un suspiro irritado, caminó desganado hacia al tocador para sentarse en la silla frente a este, girandola en dirección a la cama. Lo más lejana posible para que no pareciera otra cosa.

—Ahora mismo, la imagen de jovencita dulce y vivaz con la que ha llegado quedó resumida a esto. Un cuerpo blanquecino y delicado —desvío la vista de su rostro sin poder siquiera mirarla más, resignado—. Todo lo que está a mi alrededor termina mal.

Lady Loughty ingresó seguida de la enfermera. Lord Orwell se puso de pie y sin decir nada salió de la habitación sumido en su pensamientos más ocultos.

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¡Mil disculpas por la tardanza!
Pero tengo mis razones. La primera me fui de viaje en un crucero 8 días a Brasil y a Uruguay (soy de Argentina, por cierto). Y en el mar no había señal e.e y el wifi estaba bastante caro y el teléfono prácticamente ni lo utilicé, así que iba a gastar plata por nada si lo pagaba. Por eso desaparecí.

La segunda, el último día después de la última excursión (que era en Montevideo ❤), me caí adentro del barco y me dañé el ligamento de la rodilla y el meñisco, por lo que ahora mismo estoy con una férula que me tiene toda la pierna inmovilizada. Y así tengo para rato.

No actualicé antes porque al ser verano hay muchos problemas con la electricidad, y toda ese temín, y picas veces el wifi anda bien.

Esas son mis excusas, foto para que me crean, ignoren las poses y lo horrorosa que salí:

Esas son mis excusas, foto para que me crean, ignoren las poses y lo horrorosa que salí:

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Sí, sí quieren pueden seguirme en instagram :3

Sí, son las 4 am, pero que conste que estoy con los horarios cambiados.

*La voz de mi consciencia* : No seas mentirosa, sólo tuviste que adelantar el reloj una hora.

Yo: Callate, me haces quedar mal :'v.

Cánteme, EliseWhere stories live. Discover now