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Corto el hilo con el que estaba cociendo la herida de Carl. La infección no llego a cometerse debido a la rapidez con la que la rubia acudió a nuestra ayuda. La desinfecté con alcohol, la cocí y, ahora, la estoy vendando. Tal y como Carol me enseñó. Carl me hace saber que les estoy ajustando demasiado la venda, ya que presiona mi muñeca con su mano sana. Saco mi mirada de su herida y la poso en la cara del castaño. Sus ojos están cerrados y sus labios fruncidos, mientras trata de normalizar su respiración. Al parecer, el corte le duele mucho más de lo que parece. Le susurro un leve 'lo siento' y el castaño abre sus ojos mientras mueve su cabeza asintiendo, dejándome saber que mi disculpa ha sido aceptada.

La herida no ha sido muy profunda. Sin embargo, sangró lo suficiente como para preocuparme.

- Trata de moverlo lo menos posible- le aconsejo mientras termino de vendarlo.

- Trataré- responde con algo se diversión en su voz.

Guardo los objetos de primeros auxilios de vuelta en la mochila y apoyo mi espalda contra un tronco. Mantengo mi mirada fija en Carl, quien esta poniéndose la típica camisa color celeste a cuadros que siempre usa. Una mueca de dolor se hace notar en su rostro al pasar una de las mangas de la prenda en su brazo recientemente curado, pero es reemplazada rápidamente por un semblante serio. De un momento a otro, su mirada se posó en mi, haciéndome creer que sintió como lo apuñalaba con la mía. Una sonrisa surcó en sus labios e, instantáneamente, me la contagió, como si fuese una enfermedad.

Sinceramente, no puedo evitar sonreír cada vez que estoy a su lado. Un par de meses atrás, cuando aún vivía en Alexandria, me confesó que la mayoría de veces que él sonreía, eran porque yo lo hacía sonreir. Y eso me encantaba. Amaba saber que era yo la causante de sus sonrisas.

El contacto visual que manteníamos se vio interrumpido cuando el ruido de algo caer al suelo se escuchó. Nuestra rubia salvadora toma las ramas que acaba de traer, junto con algunas rocas, y comienza a trabajar en una pequeña fogata. La seriedad volvió al rostro del castaño mientras mantiene su mirada sobre la rubia.

Las primeras llamaradas de humo comienzan a brotar de entre las secas ramas, y Beth las llevas cuidadosamente hasta la pequeña montaña de ramas y hojas secas que están rodeadas por las rocas. El fuego comienza a expandirse y, a los pocos segundos, los tres nos encontrabamos alrededor de la fogata. Mis manos se encuentran extendidas mientras comienzan a recuperar el calor que tanto añoraba.

- ¿Eres la hermana de Maggie?- pregunto hacia la joven aunque ya conozco la respuesta. Solo quiero romper el hielo.

Puedo sentir la asesina mirada de Carl sobre mí, pero ni siquiera me inmuto. Solo quiero saber el motivo por el cual la chica con voz de ángel se ha mantenido alejada del grupo por algunos años.

- Sí, la menor- responde con una sonrisa.

- ¿Dónde has estado?- pregunta Carl sin rodeos.

Muy bien, al parecer he estado armando una conversación en mi cabeza sobre cómo sacar el tema al aire ha sido en vano, ya que el bonito castaño acaba de hacer la pregunta que yo quería hacer.

- Escapé de ese hospital y me dediqué a buscarlos- responde la joven mirando al chico.

- Eso es imposible.

- Bueno, no tanto. Ella está aquí- digo con obviedad.

- Ja Ja, muy graciosa- se burla Carl, dejando la seriedad que tenía hace unos segundos de lado.

- Beth, ¿podrías explicarnos lo que pasó?- pido con interés.

En serio quiero saber lo que la chica ha pasado. No quise hablar con Maggie sobre el tema, sería muy difícil para ella. Así que acudí a Glenn, como tantas otras veces. Mi asiático amigo me dijo que, junto con todo el grupo, fueron a buscar a la pequeña Greene al Hospital Memorial de Atlanta, pero que la imagen con la que se encontraron al llegar no fue la mejor. Daryl salió del establecimiento con una inconsciente mujer en brazos, vestida con la ropa que Beth solía usar. Obviamente todos la dieron por muerta. Pero, al final, eso no pasó.

Alive- Carl Grimes [ Completa Y En Edición ]Where stories live. Discover now