Capitulo 25

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Tenía una resaca tan grande, que ni el tío Joseph en sus mejores épocas de universitario fiestero hubiera tenido. Nota mental anotada en mayúsculas, «nunca salir a festejar con Zach y su grupo de amigos». Y para rematar hoy tenía una entrevista a las nueve, y después de ahí directo al avión de regreso a San Diego. El golpeteo constante de la puerta iba al mismo ritmo que las punzadas en mis cienes, aunque quisiera levantarme no podía, mi cuerpo no reaccionaba.

―¡Pase!― grite a la persona al otro lado.

―Angelito― mi rostro de amargura cambio cuando lo vi asomándose a mi habitación. Ahí estaba el hombre más quiero en todo el mundo― ¿cómo te sientes?

―Me duele la cabeza― hice un ridículo puchero, pero estando con él siempre hacia niñerías― moriré en cualquier momento― exagere y me miro reprobatorio.

―Casia McCleane― suspire, a él no lo podía reñir por llamarme así― dejaras de ser hija de tu madre el día que no seas así de exagerada― puso los ojos negando, ahora ya se de quien heredamos ese gesto.

―Así me amas Clayton Low― fanfarroneé.

―No voy a alimentar tu ego Atenea― era el único que me decía las cosas como son, sin rodeos, más crudas que la carne sin cocinar― prepárate que tienes una entrevista y después vamos a viajar a San Diego― esperen ¿que?

―Iras conmigo a San Diego― lo mire ilusionada.

―Por supuesto, hace mucho que no veo al viejo Maxwell, ni tampoco a mi nieto.

Me sentí como esas veces que mi madre nos decía que iríamos en navidad a casa de los abuelos. No podía estar más contenta. Me levante de la cama antes de que mi abuelo saliera, fui hacia él y lo abrace, el me correspondió el abrazo. Se sentía tan bien estar en unos brazos tan conocidos.

―Gracias por estar siempre para mí― le dije aun abrazada a él.

Se separo de mi mirándome con cariño, dijo que me esperaría en el auto para ir a la entrevista. Mí abuelo salió de la habitación, suspire, tenía que darme prisa. Me coloque un pantalón de mezclilla, una playera blanca con la leyenda «No More Parties In LA» junto con una chamarra de cuero y las botas de la colección Yeezy Season 2.

Tocaron mi puerta, fui a abrir, ante mi aprecio mi querido Miles, el mejor peinador y maquillista de todo el país. No lo hice esperar y lo dejé pasar. Se suponía que solo me iba a peinar, pero prácticamente me obligo a permanecer sentada para que pudiera maquillarme, la verdad yo no veía la necesidad de hacerlo, solo era una entrevista. Termino mirándome complacido por el resultado. Me observe en el espejo, el maquillaje era perfecto, no era mucho y me veía muy bien, en cuanto al peinado me dejo sin palabras, entretejió mi cabello en unas bóxer braids cruzadas.

―Te vez...― me miro analizando la situación― como tú― mi cara debía ser un poema en este momento― dura como el acero, pero fina y delicada como el ala de una mariposa.

Se despidió de mí, no sin antes hacerlo jurarme por lo que más quería que me visitaría en San Diego. Una vez lista, salí de mi habitación rumbo al ascensor. Mi abuelo ya me estaba esperando sentando leyendo el periódico en el restaurante del hotel. Tome asiento junto a él, ambos tuvimos un desayuno ameno.

Toda la paz y tranquilidad, se había desvanecido, había sido sustituido por golpes, empujones, gritos, flashazos y uno que otro gesto agrio de mi parte. El personal de seguridad hacia todo lo que podía para mantener a los fans y a los periodistas apartados de la salida del hotel a la camioneta que me llevaría a la entrevista post-pelea. Mi abuelo, quien iba por delante, también apartaba a algunas personas. Abrió rápidamente la puerta de la camioneta dejándome pasar primero, subí rápidamente y después el. El chofer al ver que estábamos dentro arranco rápidamente antes de que la multitud se fuera encima de la camioneta.

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