12. Afecto-Maggie

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Había estado sola desde que el virus arrasó el país. Comía lo que podía y seguía caminando sin un rumbo fijo. En realidad, no sabía el por qué seguía ahí, respirando. No fue hasta que Rick me encontró y, tras un interrogatorio minucioso, me hizo miembro oficial de su comunidad: Alejandría. Llevaba dos semanas allí, acogieron en una casa, me dieron ropa y comida. Sin embargo aún no había hablado con nadie, no conocía a penas al grupo aunque ellos tampoco se preocupaban de conocerme. Había pasado bastante tiempo hablándole a mi mente que, al querer pronunciar palabras no sabía que decir o que hacer.

Como ya dije, nadie se preocupó en acercarse a mi. Nadie excepto ella. Al llegar allí, y con el paso de los días, pensé que quizás aquel no era mi sitio, que tal vez debería seguir mi camino hacia quién sabe dónde. Mentiría si dijera que no me lo replanteé varias veces. No obstante ella siempre lo notó y aprovechó cada oportunidad que tuvo para acercarse y hablarme.

Estaba apoyada en la cabecera de la cama, abriendo y cerrando la única arma que siempre llevaba conmigo, una pequeña navaja. Alcé la vista y allí estaba de nuevo, asomando su cabeza por la puerta y mirándome con una sonrisa y sus ojos brillantes.

-Carol ha hecho galletas-dijo.

-¿Quién?-inquirí.

Maggie suspiró y se sentó al pie de la cama.

-Sé que debe ser difícil para ti llegar a un lugar así después de estar tanto tiempo sola, por eso creo que te vendría bien comenzar a hablar con la gente de aquí, aprender sus nombres e incluso salir a por provisiones, sé que eres buena.

-Paso.

-¿Quieres té o café?-preguntó.

-¿Qué?-la miré confundida.

-Que si quieres té o café con las galletas. Están recién hechas.

-He-he dicho que...

-Te espero abajo-me interrumpió y se marchó.

La escuché bajar las escaleras y resoplé. No iba a bajar. Me tumbé en la cama y miré al techo. Era tan insistente...¿Y tenían galletas? Ni si quiera recordaba a qué sabían. Mis comidas se basaban en latas de conserva pasadas y pequeños animales o insectos. Maggie dejó la puerta abierta, y el olor de las galletas entró como una oleada de aire fresco. Casi podía saborearlas.

Cuando quise darme cuenta, ya estaba bajando las escaleras siguiendo el olor de las galletas. Vi a una mujer algo mayor sacarlas del horno y dejarlas sobre la mesa. El hijo de Rick se encontraba allí también, así que me senté a su lado sin decir nada. Maggie estaba al frente y se le formo una sonrisa inmediata al verme.

-Café-dije.

Ella me sirvió un poco de café y Carol colocó las galletas en el centro de la mesa. El chico y Maggie se abalanzaron al momento, incluso Carol tomó un par. Sin embargo yo me quedé mirándolas un buen rato y Maggie frunció el ceño.

-¿Te ocurre algo?

-¿Por qué yo?

-¿Perdona?

-¿Por qué te esfuerzas tanto en hablar conmigo y en ser amable cuando yo nunca lo he sido contigo? No lo entiendo, todo el mundo aquí me ha ignorado desde el momento en el que llegué, nunca he hecho nada por vosotros ni por ti. ¿Por qué?

Carol y el chico se quedaron mirando, sin decir nada al respecto, mientras los ojos de Maggie se cristalizaban.

-Porque me recuerdas a alguien. Ella perdió la esperanza, su mirada era como la tuya, pero pudo seguir hacia delante aunque creyó que jamás lo haría. Estaba rota, pero era la chica más fuerte que he conocido. Se llamaba Beth.

Tragué saliva y la miré fijamente, sin saber qué decir.

-No tienes por qué hacer todo esto por mí, de verdad.

-Eh-interrumpió.-Quiero hacerlo, ahora eres una más. No sólo se trata de sobrevivir, tenemos que aprender a vivir.

Se acercó a mi y me abrazó. Supe que ni un café ni si quiera unas galletas podrían llegar a llenarme tanto como aquel abrazo lo hizo.

One Shots » TWDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora