3.Hi, pizza man-Glenn

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Hacía ya un mes desde que el mundo se fue a la mierda y una semana desde que quedé completamente sola en aquel campo de batalla liderado por vivos y muertos. Más de los últimos, no sabía si alegrarme por ello o no. Sinceramente la soledad tampoco me parecía una mala idea: sólo te preocupas de ti mismo, no sufres por nadie.

Y allí me encontraba, adentrándome en Atlanta finalmente con la intención de intentar sobrevivir al menos un día más. Ni que decir tiene que la decepción era grande. Aquello estaba totalmente destrozado, inhóspito y sentí un cosquilleo en la columna vertebral.

Escuché a un caminante tras de mi pero no me molesté en acabar con él; aligeré el paso y seguí hacia adelante. Vi a un grupo de unos tres salir de un autobús y comencé a ponerme nerviosa. Vale, calma, sigue corriendo, no pares. Entonces algo en mi, supongo que el sexto sentido del que todo el mundo habla, sintió que debía girarme hacia atrás y así hice. Gracias sexto sentido. 

Una manada de caminante, quizás cien o más, se aproximaban y no paraban de salir de todos lados, hasta que casi acabé rodeada. Saqué mi pistola y comencé a disparar rápidamente, pero eran demasiados y el tiempo se me agotaba.

-Mierda-mascullé cuando uno estuvo a punto de agarrarme el brazo.

Entonces sentí un tirón a mi espalda, y forcejeé. Me giré sobre mis talones, esperando que alguno de ellos se abalanzase sobre mi, me desgarrase la carne y todo acabase pronto. Pero entonces encontré frente a mí el rostro de un chico asiático que no paraba de gritar impaciente.

-¡Corre, vamos, corre!-gritó.

Le seguí por un callejón sin salida y comenzó a subir unas escaleras adosadas a la pared e hice lo mismo tras él. Justo cuando llegué a subir los caminantes se apelotonaron bajo mis pies intentando alcanzarme. Casi no podía respirar y el corazón me iba a mil. Así pues, llegamos por fin a una plataforma donde pude recobrar el aliento.

-¿En qué pensabas, Sherlock?¿Un agradable paseo por la ciudad?-escupió alterado.

No hablé, solo le miré callada sin decir palabra algo avergonzada. Sonaba tan obvio. ¿Como iría a saber que aquello estaría así?. El asiático suavizó su rostro mostrando algo de compasión y me extendió la mano.

-Glenn-se presentó.

-(T/N) y gracias.

Este sonrió e hizo un gesto para que subiésemos a la azotea del edificio. Desde allí teníamos una buena visión de la ciudad, repleta de caminantes en cada esquina. Seguramente era mi culpa, mi llegada había alterado a todos y ahora sabían que estábamos cerca, por lo que no teníamos por dónde escapar.

-Eh, lo siento-susurré, aunque realmente quería golpearme.-¿Cómo iba a saber iba a pasar esto?

-Ya no importa, estamos jodidos.

Me apoyé sobre el borde de la azotea y suspiré.

-¿Qué hacemos?-inquirí.-No podemos quedarnos aquí sin más.

-Eso es lo que haremos-respondió Glenn.-Esperaremos a que se disipen y tengamos alguna vía libre para salir de aquí...

-¿Hacia dónde?

Me miró inseguro, pero finalmente respondió.

-Hacia un pequeño campamento. Podremos hacerte hueco allí...si estás sola-carraspeó.-¿Lo estás?

-Sí, pero no sé si puedo fiarme de ti.

-Te he salvado la vida, no voy a hacerte nada. Nadie va a hacerte daño.

El chico sonrió con sinceridad. Inconscientemente sonreí, a pesar de toda la mierda que estaba sucediendo a nuestro alrededor. Sin embargo, viendo su sonrisa era inevitable no hacerlo también.

-Eres la primera persona con la que me encuentro desde que...bueno, todo se fue a la mierda-me sinceré, porque realmente me alegré no sólo por haber sido salvada, si no por poder tener contacto con alguien que no intentase arrancarme la carne trozo a trozo.

Se veía que no quería preguntarlo, así que me adelanté a responder su curiosidad.

-Los he perdido. Mi padre, mi madre, mis hermanos...todos. Si te digo la verdad, no lloré, nunca lo hice. Y a veces me pregunto el cómo puedo seguir hacia adelante de esta manera: sola sin ninguna otra razón para seguir.

Glenn se mostraba atento ante mis palabras y, al final, algo compasivo. No pretendía aquello pero, puesto que no teníamos nada mejor que hacer hasta que la cosas se calmase en las calles, conocerlos sería la mejor opción.

-Trabajaba en una pizzeria, a dos manzanas de aquí. Estaba preparando el último pedido de la noche cuando las alertas saltaron, comenzaron los bombardeos, los tiros y la gente gritaba. Corrí hacia mi casa, a pie, por el atasco. Las puertas estaban abiertas y podía ver sangre en las paredes...no me molesté en entrar, simplemente lloré. Lloré como un bebé-medio sonrió.

Le miré apenada. Era inútil pensar en todo aquello pues se fue, y ya no volverá. Nada lo haría. Volver a los buenos recuerdos, a los últimos y revivir los malos solo empeoraban las cosas. Y me sentía con ganas de saltar de aquella azotea y zambullirme en aquel mar de muertos.

-Oye.

Alcé las cejas en su dirección, esperando a que hablase.

-No estás sola, ahora estás conmigo.

One Shots » TWDWhere stories live. Discover now