Capítulo 8: Siempre voy a preocuparme por ti, siempre.

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Maratón: 1/?


Recoger y guardar en cajas las pertenencias de Jonathan le tomó al moreno menos tiempo de lo que pensaba, y justo cuando estaba listo para salir de ahí, una peculiar y casi microscópica mancha que por error alumbró con su linterna llamó su atención, decidió examinarla con más detenimiento solo por mera curiosidad, pero cuando vio que esa misma mancha color oxido casi por secarse parecía sangre, todo en el moreno se estremeció y su único instinto —además de mantenerse estático frente a la misma— fue gritarle a Colby, porque inexplicablemente se sentía más seguro con el bicolor a su lado.

Cuando el bicolor llegó y hablo detrás suyo, lo único que atinó a hacer fue a volver a iluminar dicha mancha, y se dio cuenta el que bicolor también la veía ya que sintió las uñas de Colby enterrarse sobre su carne; tras pasar algunos minutos en la misma posición y seguir analizado la macha, esperando que no fuese sangre, el menor se atrevió a romper el silencio:

—¿Estamos seguros de que eso es...? —comentó con miedo el bicolor sin atreverse a mencionar la palabra.

—... sangre —se atrevió a decir el moreno—, no lo sé, pero vamos a averiguarlo.

Joseph quitó con suavidad la mano del bicolor de su brazo y caminó apresuradamente al pequeño baño de la habitación, dejando a un muy confundido Colby, no pasaron más de unos cuantos minutos cuando Joseph regresó con una bolsa plástica y un hisopo; Colby lo vio ponerse en cuclillas y pasar el algodón sobre la mancha casi seca repetidas veces, y cuando creyó que era suficiente, lo metió a la bolsa y lo guardó en su chaqueta, para después levantarse:

—Listo, mañana lo llevaremos a analizar y sabremos si es o no sangre —dijo el moreno—, ahora, vámonos de aquí.

Colby caminó rápidamente hacía la puerta seguido del moreno, y cuando se dio cuenta que estaba cerrada, trató de no alarmarse para poder girar el picaporte, pero cuando este no cedió, miro con miedo al moreno y su posible reacción:

—¿Quitaste la traba? —gruñó Joseph—, ¿acaso no escuchaste a Tommaso?

—Supongo que la moví cuando corrí a ver que te ocurría —se lamentó el bicolor—, lo lamento tanto, pero al escucharte gritar, no pensé en nada más.

Joseph entendía lo que el bicolor le decía, porque probablemente el habría hecho lo mismo si escuchaba que Colby se encontraba en peligro, palmeó ligeramente su hombro y regresó a la parte principal de la habitación que sería su prisión por esta noche.

Habían pasado algunas cuantas horas charlando sobre cualquier cosa, hasta que los bostezos se hacían más evidentes, Colby que estaba tirado en el suelo de la habitación —lejos de la mancha—, se quitó el suéter para tratar de formar una almohada con el mismo; Joseph continuaba observándolo disimuladamente y al ver como estaba dispuesto a dormir ahí, se atrevió a hacer una propuesta quizá demasiado arriesgada:

—Toma la cama y yo dormiré en el suelo —dijo sabiendo que ambos terminarían compartiéndola—, y no aceptaré un no por respuesta.

No falto que le insistieran demasiadas veces cuando el bicolor ya estaba acostado en el lado izquierdo de la cama, dándole la espalda al moreno; mismo que moría por abrazarlo hasta quedarse dormido, y justo cuando ambos estaban por dormirse, el ambiente se tensó con la pregunta que atormentaba la cabeza del bicolor y por fin se había atrevido a hacer:

—¿Sabes cómo murió Jonathan? —preguntó sin más—, ¿Steph o Paul te dijeron algo con respecto a como lo hizo?

—Mamá no sabe nada, te lo digo porque puedo verlo en sus ojos —contestó el moreno después de unos segundos—, y en cuanto a Paul, continua ignorando mis llamadas y como sigue en India, no puedo hacer mucho al respecto.

Justo cuando habían dado por finalizada la conversación, el bicolor volvió a insistir con otra de sus extrañas preguntas:

—¿Sabes en donde le hicieron la autopsia?

—Mamá menciono algo sobre Brooklyn —dijo el moreno, esforzándose por recordar.

—¿599 Winthrop St? —preguntó ansioso el bicolor.

—Creo.

—¿Tienes algo que hacer mañana?

—Col, déjame dormir —mustió el moreno.

—Solo si me prometes que iremos a ese lugar —insistió Colby.

Cuando escuchó al moreno asentir de mala gana, Colby se dispuso a cerrar los ojos, a pesar de que su próximo encuentro seria en la oficina del forense, el simple hecho de pasar más tiempo con Joe, hizo a Colby dormir tranquilo, porque sabía que volvería a ver a Joseph por lo menos una vez más.

[...]

La fuerte luz del día colándose por las persianas hizo al mayor abrir los ojos con algo de pesadez, para darse cuenta que su cuerpo estaba entrelazado por completo con el del bicolor; por más que quería, no se atrevía a apartar los brazos de Colby de su torso y sus piernas de las suyas, pero cuando se dio cuenta de que tenían que irse antes de que se metieran en más problemas de los que probablemente ya tendrían a estas alturas, hizo su mayor esfuerzo para mover las extremidades de Colby sin despertarlo, ya que el verlo dormir con ese maldito rostro lleno de paz lo hacía querer contemplarlo todo el día, pero sus esfuerzos fueron en vano, ya que el bicolor abrió sus ojos de a poco para encarar al moreno que continuaba mirándolo sin pudor alguno:

—¿Qué hora es, Joe? —preguntó carraspeando el bicolor—, lamento haber invadido tu espacio, Randal nunca quería dormir conmigo por eso.

Joseph no entendía cómo es que Colby podía lucir tan malditamente perfecto al despertar, no se atrevió a responder por seguir admirándolo, haciendo que Colby lo mirara extrañado mientras separaba su cuerpo del de Joseph.

—¿Joe? —insistió el bicolor ya fuera de la cama—, tenemos que irnos.

Gracias a Tommaso, salieron sin mayor problema, ya que el calvo había decido esperarlos, ya que sabía que probablemente perdería su trabajo si alguien los encontraba deambulando por ahí, les había mostrado la salida trasera, no sin antes darle una advertencia de que los mataría si alguna vez la usaban, y al ver su rostro lleno de seriedad, ambos juraron hacerle caso.

Una vez afuera, ambos se miraron por lo que se sintió una eternidad, ninguno quería romper el silencio, hasta que algo más lo hizo:

—¿Qué pasó, Ben? —contestó el teléfono celular con algo de molestia el bicolor.

Tienes que llegar ya —dijo el británico con un alarmado tono—, no puedo esperar más, tienes que saber la verdad cuanto antes.

Sin decir más, el británico colgó el teléfono, dejando a un extrañado Colby, mientras escuchaba a Joseph despedirse:

—Gracias por esto, Colby —dijo Joseph antes de irse—, mi madre estará muy contenta con esto.

—Y en cuanto a lo del forense, una vez que investigue más, iremos —finalizó el moreno—, lo prometo.

Sin decir más, el moreno se fue con las cajas, y Colby comenzó a caminar hasta encontrar un taxi; si bien estaba feliz porque Joseph le había hecho una promesa por verlo otra vez, pero esa llamada de Benjamín, hacía que su felicidad se eclipsara un poco, ya que no sabía a qué se refería con "saber la verdad cuanto antes".

Pero era cuestión para que así como Benjamin, Colby descubriera la verdad por la propia boca del irlandés.

Mend My Broken Heart ◉ Rolleings; MDH #2.Where stories live. Discover now