Capítulo 1: Calvario.

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Es aquí, 4902 Laurel Hill Boulevard —dijo el taxista mientras se estacionaba frente a la dirección que el tembloroso bicolor le había indicado—, tenga mucha resignación, joven —susurró el taxista justamente el momento que Colby se estaba bajando del vehículo.

Un escalofrío recorrió todo el cuerpo del chico de cabello bicolor, el cual sujetaba en su mano derecha una rosa blanca; quedó petrificado ante tan imponente estructura y optó por esperar alguna cara conocida—Thomas o Benjamin, incluso Lexi o Leah, de las cuales había decido ignorar sus mensajes también, pasaban los minutos hasta que reconoció aquella melena azabache perteneciente al que llevaba aproximadamente sin llamar "mejor amigo", no sabía si sería idóneo acercarse a él, pero al verlo caminar de la mano de Matt, supuso que todo estaba mejor entre ellos, y se acercó lentamente hasta que los encaró:

—Entremos —dijo firmemente Thomas sin detenerse siquiera a corresponder el abrazo del bicolor.

—Yo me adelantaré para ver a Joseph —balbuceó de la nada Matt, al ver la incómoda situación—, un gusto verte, Colby —se despidió con una estrechada de manos.

Cuando Matt estaba lo suficientemente lejos como para ver cualquier cosa, Thomas miró con desdén a Colby, mientras que el bicolor hacía su mejor esfuerzo para mantenerse al margen de la situación; se sintió como una eternidad ese tiempo que pasaban mirándose fríamente sin decir palabra alguna, hasta que Thomas, cansado de la situación, se dio la media vuelta y de dispuso a entrar al cementerio, hasta que la mano izquierda de Colby le cayó al hombro y lo giró hacía él:

—Sobra decir que acepto cualquier ofensa que tengas que decirme —se atrevió a romper el silencio el bicolor—, pero solo háblame.

—Eso hice, durante dos meses, tratar de hablarte —espetó Thomas—, celebramos juntos cada maldito cumpleaños desde que teníamos doce, has sido mi mejor amigo desde que te mudaste con tus tíos, nunca me habías dejado de hablar por más de una semana, y de la noche a la mañana, solamente desapareciste.

—No lo habrías entendido —se excusó el bicolor.

—No me vengas con esta mierda Colby —gruñó molesto el de cabellos azabaches—, pero bien, querías desaparecer, pues así quédate, y no me busques.

—Y para que quede claro, llevo entendiendo todo desde hace casi una década Colby, eres mi jodido mejor amigo y no hay nada tuyo que no entienda y no me afecte —concluyó Thomas.

Colby no se atrevió a decir nada más, dejó que Thomas siguiera con su camino y espero a que todas las demás personas entraran; cuando faltaban solamente unos cuantos minutos, se armó de valor para entrar, y cuando por fin encontró el lugar en donde todo ocurría, decidió quedarse a una considerable distancia de donde se oficiaba la ceremonia de cuerpo presente.

"El Señor da y el Señor quita".

Fue lo que hizo que una lágrima bajara por la mejilla de Colby al momento de escuchar aquella trillada frase de la boca del sacerdote; en esa frase había más dolor del que a simple vista se podía apreciar para el bicolor, la vida le había dado a Randal y se lo habían arrebatado; pero con Joseph todo fue diferente, la vida lo había recompensado con él, pero gracias a su pasado lo había perdido. Perdido para siempre.

Colby ya no sabía el motivo de su llanto, habían pasado los mismos cuatro meses desde que había derramado sus últimas lágrimas, no sabía si estas eran a causa de las palabras de Thomas, o del hecho de ver a Joseph —con Galina colgada del brazo— después de tanto tiempo, pero solo no podía dejar de llorar.

Trataba de hacerse el fuerte, mientras se comandaba a si mismo dejar de llorar, pero cada vez faltaba menos para que sepultaran aquel cuerpo, por lo que Colby decidió esconderse atrás de un árbol demasiado frondoso para poder presentar sus respetos cuando las personas abandonaran el lugar.

Cuando el sacerdote dijo las últimas palabras de despedida, Colby espero a que todos dijeran su último adiós para poder acercarse, y no fue hasta que una desconsolada Stephanie se alejó de ahí, que pudo acercarse.

Dejó la rosa blanca sobre el montículo de tierra todavía fresca, y se puso de cuclillas para leer nuevamente el epitafio, todavía negándose a creerlo, ya que siempre que lo veía en la televisión le parecía tan increíble como una vida que apenas iniciaba se extinguiera por obra de la misma persona, pero que alguien que conocía lo hiciera, le parecía simplemente inimaginable y completamente alejado de la realidad en la que hasta ahora había vivido.

Negó con su cabeza al recordar las palabras de Thomas, quien en la madrugada le había informado sobre la impactante causa de muerte.

El alcohol en su sistema le hizo pensar que había entendido mal, hasta que esta mañana confirmó por parte de los periódicos lo que el de cabellos azabaches le había dicho.

—No puede ser —dijo el bicolor con cierta incredulidad en su voz mientras se levantaba del pasto fresco.

—Yo tampoco creo que se haya suicidado —replicó esa voz que heló todo su cuerpo y lo hizo girar rápidamente sobre sus talones—, y mucho menos alguien como él.

[...]

—No me parece el tipo de persona que simplemente acaba con su vida —continuó Joseph quien se paró frente a un perplejo Colby.

—Joseph —fue lo único que alcanzó a balbucear el bicolor—, pensé que te habías ido, como todos, ¿no tienes que estar con Galina?

—Me prohibió acercarme a ella, sobretodo hoy que tiene que probarse el vestido de novia, vino unos minutos y se fue —espetó Joseph—, la habrías visto irse si no hubieras estado tan ocupado llorando detrás de aquel árbol —dijo Joseph señalando el escondite de Colby hacía unos minutos.

—No sé porque estás hablándome siquiera, Joseph —dijo de la nada el bicolor, esforzándose para no caer rendido ante sus brazos y olvidarse de esa estúpida promesa.

—Soy masoquista, no pude soportar verte aquí y no correr aquí, olvidándome de todo —dijo Joseph—, pero eso no cambia nada —trató de corregir su debilidad—, solo vine a ver porque estás aquí, es mi obligación moral venir, pero tú no tienes nada que hacer aquí.

—Cuando me llamó Thomas anoche, no pude creerlo, así que tomé el primer vuelo desde Davenport para ver si todo esto era cierto —dijo Colby tratando de sonar lo más convincente en su mentira.

—Yo me enteré gracias a los medios, quienes tienen miles de versiones diferentes sobre lo que pasó —dijo con un poco de duda en la voz el moreno—, y para cuando llegué a casa, consideré demasiado imprudente preguntarle a mi madre lo que en realidad había pasado.

—Es que solamente no puedo creerlo —dijo Colby—, no creo que se haya suicidado.

—Siéndote sincero, yo tampoco, me parece demasiado extraño, y no lo creo —espetó Joseph.

Después de que ninguno de los dos volvió a decir nada más, Colby giró sobre sus talones para retomar su camino, pero recordó la razón que lo había hecho quedarse por lo que decidió dejar de ser un cobarde ya que a partir de ahora, después de ver ese nombre en la lápida, comenzaría a vivir sin lamentarse después por las consecuencias y en este momento la promesa a Paul no tenía valor alguno, por lo que decidió voltearse pero se detuvo y se quedó estático al darse cuenta que Joseph seguía ahí, observándolo, y cuando estaba por hablar, el moreno también lo hizo:

—¿Quieres ir por un café? —dijeron ambos al unísono.

Mend My Broken Heart ◉ Rolleings; MDH #2.Where stories live. Discover now