Capítulo 2: Énfasis sobre la pérdida.

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—Todo fue muy extraño, porque cuando mi madre llamó para informarme no sabía siquiera su nombre —dijo Joseph mientras le daba un sorbo a su latte, el cual todavía despedía humo—, y cuando traté de preguntarle a Paul, bueno a mi padre, que había sucedido, se negó a decirme nada.

—Y hoy al despertar, me enteré gracias al periódico que mi padre había dicho que la causa de muerte era suicidio —continuó el moreno.

Colby, quien seguía escuchando atento al moreno, sacó de su mochila el periódico que había comprado muy temprano por la mañana, para confirmar lo que Thomas le había dicho y lo puso en la mesa:

—Aquí dice que fue un suicidio, aunque no lo específica a detalle, dice un enfermero fue quien lo encontró —puntualizó el bicolor.

—No me parece lógico —espetó el bicolor.

—En el momento en el que Paul regrese de India, voy a pedirle muchas explicaciones —continuó el moreno—, estamos en contacto, tengo que alcanzar a Galina que probablemente ya salió de la prueba del vestido.

—S-sí, está bien —dijo Colby titubeando—, oye Joseph —le paró el bicolor—, una cosa más...

—¿Qué pasa, Col? Perdón, Colby —se corrigió el moreno con cierta nostalgia en su tono.

—¿Conoces a Natalie Nei...

—¿Neidhart? —espetó con cierta molestia Joseph—, ¿de dónde la conoces?

—Soló me la topé mientras, olvídalo —se detuvo el bicolor al recordar su historia del aeropuerto—, ¿puedes darle esto? —susurró mientras sacaba el teléfono celular rosa también de su mochila.

—No Colby, Los Hart no son amigos de mi familia, y lo mejor es que no me relacionen con ninguno de ellos —dijo Joseph mientras se levantaba de la silla.

—Está bien —se limitó a decir el bicolor.

—Estamos en contacto, Colby —se despidió el moreno y sacó unos billetes de su cartera—, cuídate, ¿sí?

Colby vio como el moreno se alejaba y soltó un suspiro, ese que había estado ahogando durante el rato que había estado a su lado, si bien no se había portado grosero, no era el mismo, solo había frialdad en sus ojos, pero no lo culpaba, porque después de todo, él tampoco era el mismo.

Justo cuando estaba por irse, miró nuevamente el periódico y vio esa sonrisa en la fotografía, algo extraño había pasado ahí, y esperaba que junto a Joseph lo descifren.

[...]

Stephanie McMahon no recordaba lo que era la perdida desde Aurora, quien la atormentaba todas las noches por la manera en que habían ocurrido las cosas.

La tarde en que la primogénita de los Levesque cumplió seis años, Stephanie, quien pasaba sus vidas en galas de sociedad, estaba demasiado molesta por no haber podido acudir a un evento de caridad con su vieja amiga Kathy Colace, ya que Aurora había insistido en que quería ir al parque y comer un helado junto a ella, ya que Paul —quien era un devoto padre— no había podido estar ahí gracias a los viajes de negocios que cada vez se hacían más frecuentes; mientras la pequeña jugaba con las hermanas García-Colace, su nueva pelota de futbol soccer había dado a parar a la calzada.

Nicole y Brianna, que eran un año mayores y más suspicaces, mandaron a la pequeña castaña por ella.

Todo pasó en cuestión de segundos, Stephanie estaba en una llamada telefónica, mientas que Kathy chismorreaba con una amiga suya; el teléfono celular de Stephanie se impactó con el suelo al escuchar el seco enfrenón que se había cobrado la vida de la pequeña Aurora de la manera más cruel, Stephanie no sabía cómo todo eso pasó tan rápido, corrió sin detenerse hasta que llegó a ver la desgarradora imagen y de después de ver el cuerpo sin vida de su pequeña en la calzada, todo se había vuelto borroso.

Después de dos intentos fallidos de tener más hijos, Stephanie estuvo al borde de la muerte ya que tenía todas las de culparse y no había dejado de hacerlo de ese día; hasta que en la semana que su pequeña cumpliría siete años, llegó Ashley, la pequeña y asustadiza rubia de cinco años, que había perdido a sus padres en un accidente aéreo.

Ambas estaban perdidas, y se hallaron encontrándose la una en la otra.

Dos años más tarde Joseph apareció en su vida, con tan solo seis años, y con una vida llena de hogares sustitutos de los cuales continuaba escapándose, se encontró con Paul, quien lo acogió y después de un tiempo, se volvió su hijo. El menor, de la misma edad que aurora, y con la misma mirada húmeda y necesitada de afecto. Afecto que Stephanie se había prometido a darles todos los días de su vida a sus hijos.

Incluyendo a Jonathan, quien había llegado a los catorce años, y al parecer se entendía con sus hermanos menores a la perfección a pesar de que ellos habían llegado prácticamente un año después del otro y solo se llevaban un año, y él había llegado más de ocho años después y por las circunstancias menos esperadas.

Con Jonathan todo fue difícil, su pasado lleno de dolor, hizo muy difícil la situación para dejarse querer, pero no hubo un solo día en el que Stephanie no tratara de ganarse su afecto, y así habían pasado aproximadamente casi seis años, y al parecer, Stephanie había logrado ganarse su corazón.

Recién había cumplido los veintiún años y a pesar de haberlos pasado en rehabilitación—de la cual estaba por salir en febrero—, Stephanie le había conseguido un trabajo con Vincent.

¿Qué haría ahora con todos los planes que tenía para Jonathan?

¿Cómo le explicaría a su corazón que tenía que lidiar con la perdida de otro hijo?

Después de que todos se habían ido del cementerio por la mañana, había decido regresar a estar un poco más con él, llegó al lugar que ya conocía a la perfección, ese mismo que no visitaba desde ya hacía mucho tiempo; con cada paso que daba, su corazón se rompía un poco más, llegó y se hincó frente a tierra húmeda y sus ojos se llenaron de lágrimas al recordar la sonrisa que Jonathan pocas veces le dedicaba.

Stephanie pasó sus dedos por cada letra que conformaban el nombre y apellido de  su hijo mayor, escrito ahí en la lápida.

"Jonathan Levesque McMahon", recordó la primera vez que sonrió al enterarse que al fin tendría sus apellidos.

¿Por qué Jonathan se había suicidado?

¿Por qué no había dejado una nota?

Paul no le había dicho nada al teléfono, más lo que debía decirle a la prensa, y no entendía el porqué, pero en este momento eso no importaba.

Stephanie continuó llorando, le daba un poco de consuelo el pensar que al menos Jonathan podría cuidar de Aurora en el cielo.

Mend My Broken Heart ◉ Rolleings; MDH #2.Where stories live. Discover now