Capítulo 7: El soborno que abre la incógnita.

28 5 10
                                    

—¿Cómo qué no te espere despierto, teñida? —Benjamin se acomodó en uno de los asientos de la sala mientras hablaba por teléfono con su bicolor amigo—, ¿No me digas que tú y Joseph...? —preguntó cambiando su tono preocupado por uno lleno de picardía.

Diablos no, ojalá —mustió en voz baja el bicolor—, lo que pasa es que tuve una de mis brillantes ideas, y estamos en Mount Sinai recuperando las pertenecías de Jonathan.

—No sé por qué no me sorprende de ti, Colby —suspiró el británico—, solo cuídate, por favor.

Lo haré —dijo Colby—, tengo que colgar Ben, Joe está gritando mi nombre, y está comenzando a preocuparme.

—Está bien, Col —dijo el británico despidiéndose—, hay alguien aquí esperándote cuando llegues mañana por la mañana —mustió para después colgar.

Cuando guardó su teléfono celular en su bolsillo, la expresión de Benjamin cambió por completo y se dispuso a encarar al castaño sentado frente a él —mismo que había escuchado atento toda la conversación sin emitir sonido alguno tal como se lo había pedido el británico—, el solo hecho de mirarlo le producía demasiada molestia, pero había aceptado recibirlo después de escuchar esas malditas suplicas por más de media hora, quitó su mirada lentamente y se dispuso a hablar:

—Escupe toda la mierda que tengas para decir si es que quieres continuar ahí sentado —espetó con un evidente tono de molestia el de cabellos largos—, y más te vale que no estés haciéndome perder mi jodido tiempo.

[...]

Al parecer escabullirse dentro de la clínica de rehabilitación era más difícil de lo que Colby había pensado; después de pasar más de una hora pensando en posibles formas de entrar ahí pasando inadvertidos; Joseph al ver que el pobre bicolor no tenía ninguna idea útil, decidió hacer lo único que veía posible en el momento, usar su estatus económico.

Afortunadamente, la recepcionista ya no se encontraba ahí, en su lugar se encontraba un calvo que lucía de edad media, el cual al parecer era el guardia del lugar o eso indicaba su vestimenta, Joseph decidió entrar sin detenerse siquiera a consultarlo con Colby para después acercarse sin pudor alguno para hablar con él:

—Escucha, Tommaso —dijo leyendo el nombre del guardia en su camiseta—, mi novio y yo dejamos olvidado unas cosas en nuestra última visita a rehabilitación, y necesitamos recuperarlas —espetó mientras miraba a Colby de una manera en la que suplicaba que no dijera nada que pudiera arruinar su improvisado plan.

—Escucha, mocoso —espetó molesto el calvo—, ¿a mí que me importa lo que dejas o no olvidado?

—Te importa porque estoy dispuesto a darte todo el efectivo que tengo en mi billetera si me dejas pasar a buscar lo que es mío —musitó el moreno—, y apuesto que es más de lo que ganas aquí al mes —finalizó Joseph palmeando el hombro de Tommaso.

Colby estaba perplejo ante la actitud del moreno, pero decidió callar y esperar por el momento en el que tuviera que defender a Joseph de la posible golpiza por parte de "Tommaso" gracias a la actitud tan prepotente que había tenido con él; para su sorpresa, Tommaso aceptó el trato del moreno y tomó lo que le ofrecían, no sin antes decirles que si no salían en menos de media hora, se quedarían encerrados ahí hasta la mañana gracias al sistema de alarmas.

—Odio actuar así, pero con personas así de hostiles es la única alternativa que me queda —susurró el moreno mientras caminaba a paso veloz al lado de Colby por los pasillos de la clínica.

—Lo entiendo, pero debemos darnos prisa —susurró el bicolor—, solo tenemos media hora, ¿sabes cuál es la habitación de Jonathan?

—Habitación 13, en la primera planta —recordó cuando su madre le insistía en que debía visitar a su hermano—, apresúrate —dijo con algo de culpa en su tono.

Una vez que estuvieron frente a dicha habitación, solo bastó con girar el picaporte y entrar como si nada, ambos habían acordado en que Joseph buscaría dichas pertenencias mientras Colby vigilaba por si a Tommaso se le ocurría buscarlos.

No habían pasado más de cinco minutos cuando Colby ya estaba demasiado aburrido ahí afuera, por lo que decidió llamar a su británico amigo para pasar el rato.

Mientras charlaba y vigilaba, un extraño grito lo hizo alarmarse para después despedirse del británico:

—¡Colby! —volvió a gritar el moreno—, ¡ven rápido!

Cuando su amigo colgó, Colby entró tan apresurado a la habitación que movió la traba que el moreno había dejado en la puerta, cerrándola por completo:

—¿Qué pasa, Joe? —gritó alarmado el bicolor—, ¿estás bien?

Con la poca luz proveniente de las persianas, el bicolor pudo divisar la silueta del moreno justo en el medio de la habitación, y el verlo ahí estático, hizo que un escalofrió recorriera todo su cuerpo:

—¿Encontraste lo que buscabas? —dijo con algo de miedo mientras se acercaba a Joseph.

—Sí, pero no vas a creer lo que encontré también —dijo mientras iluminaba con su lámpara esa mancha color oxido en el piso.

Colby no supo que decir y su único instinto fue aferrarse del brazo del moreno, si eso era lo que ambos pensaban, definitivamente las cosas no eran lo que parecían.

[...]

—En cuanto Colby se entere, puedes olvidarte por completo de nosotros —espetó demasiado asqueado el británico después de escuchar todo lo que el castaño recién le había contado—, no puedo creer que hayas sido capaz de hacer esto.



Nos vemos el domingo después de Battleground con un maratón, en donde por fin sabremos con quien fue la persona que Fergal le fui infiel a Ramita.

Love y'all, Jonathan.

Mend My Broken Heart ◉ Rolleings; MDH #2.Where stories live. Discover now