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"Ajá.... Sí, lo sé.... Sí, yo también te quiero" Tyler terminó la llamada con Jenna, su novia, o al menos eso era lo que se daba a entender, desde hace un año y medio.

Conoció a Jenna en la universidad. Desde que la vio, la chica llamó su atención, esa cabellera rubia, ojos claros y su tan amigable forma de tratar a los demás, cautivaba a cualquiera.

Empezaron a hablarse y poco a poco su "relación" se fue formando, nunca hubo una declaración por parte de Tyler, simplemente pasó.

Con cada "Te amo" de Jenna, Tyler contestaba con un "Te quiero".
Le daba miedo el pensar en la relación que ellos tenían, por eso mejor sólo lo ignoraba y seguía con su vida.

"Maldición" Pensó. Siempre perdía las malditas llaves, de nada le servía esa tablita de madera que le regaló su madre para que las colgara, siempre llegaba de trabajar y las aventaba por ahí, sin importarle mucho donde terminaran. Pero ya era tarde, debía ir a trabajar y las malditas llaves no aparecían. Ya había quitado todos los cojines del sofá, pero no estaban ahí.

Y de pronto recordó. Como cuando enciendes un fósforo en la oscuridad y logras ver lo que hay delante de ti.

Corrió a su habitación. El día anterior había llegado tan agotado que fue directo a su cama, quedándose dormido casi al instante.

Rebuscó entre las sábanas. "¡Sí! ¡Las encontré!" gritó lleno de euforia, miró su reloj, ya iba 10 minutos tarde.

Salió de su departamento. Fue directo a las escaleras. Esperar el ascensor siempre le quitaba unos minutos.

Era una mañana fría, el invierno había comenzado hacía una semana aproximadamente y no traía consigo ninguna sudadera, poco le importó, sólo quería llegar a su trabajo, ya que si obtenía una falta más sería despedido, o era lo que su jefe le dijo después de perdonarle su segunda llegada tarde del mes.

Subió a su auto y encendió la radio. Tyler sin música no era él.

Aunque las canciones de la radio estuvieran bien ese no era su gusto en música.

Aceleró, sin cuidado alguno.

La noche anterior había llovido. Las calles estaban mojadas y aún había una ligera llovizna.

Al parecer este no era su día. Tres semáforos en rojo le habían tocado desde que salió del edificio. Además del tráfico.

Su móvil empezó a sonar, lo tomó del asiento del copiloto que era en donde lo había dejado cuando subió al auto. En la pantalla se mostraba el nombre de Kelly, su madre.

"¿Sí?" dijo llevándose el celular a la oreja.

"¡Tyler! Tienes días que no me hablas" escuchó al otro lado de la línea. Sonrió. Su mamá siempre exageraba las cosas.

"Mamá, hablamos hace dos días, no es para tanto" ahogó una risa.

Kelly comenzó a hablar de cómo su padre de Tyler estaba algo enfermo y de cómo se rehusaba a ir al médico, cuando Tyler quiso cambiar el celular a su otra mano, el cual se le resbaló y calló bajo el asiento.

"Maldición" dijo y se estiró a buscarlo. No lo alcanzaba. Escuchó como un par de autos sonaban sus bocinas, seguro ya habían avanzado y él seguía ahí parado. Sin pensarlo mucho pisó el acelerador, levantó la vista.

Quiso frenar, pero era demasiado tarde, ¡había arrollado a alguien! Su corazón se detuvo unos segundos junto con su respiración . ¿Qué había hecho? Bajó lo más rápido que pudo del auto. ¿A quién se le ocurre cruzar por media calle y no por la esquina? Pensó Tyler.

Hilo Rojo del Destino; JoshlerWhere stories live. Discover now