Capítulo 2

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Comencé a sentirme culpable cuando descubrí las múltiples heridas que el muchacho tenía por todo su cuerpo, incluida la marca rojiza en la cabeza a causa del golpe que yo mismo le propiné. Como pude lo arrastré al interior de mi casa, lo tumbé en el sofá y comprobé, con suerte, que aún respiraba.

El chico únicamente vestía con unos pantalones cortos y algo rasgados, por lo que seguí el rastro de las extrañas heridas que envolvían su cuerpo con facilidad, y por las formas parecía que hubiera estado atado con algún tipo de cadena y que ésta le hubiera quemado la piel.

Fui directo al botiquín, siempre a mano debido a nuestra poca destreza en la cocina, cogí algunas vendas y crema para quemaduras y golpes. Volví a situarme a su lado, y con cuidado le apliqué los productos como pude. El rastro de las marcas iban desde el cuello, envolviendo sus brazos y el abdomen, también recorrían parte de las piernas hasta los pies desnudos.

Finalmente llegué a su rostro para intentar sanar el golpe en su frente y me paré a observar con detenimiento la forma de su cara, increíblemente perfecta. Me llamó la atención el blanco de su pelo alborotado que, teñido o no, parecía de lo más natural. Sus facciones eran muy marcadas, los labios eran gruesos y carnosos, bastante deseables.

Volví a mis sentidos, me había quedado embobado mirando al intruso que se había colado en plena noche, con heridas o sin ellas, seguía siendo allanamiento de morada. Dudé si llamar a Hakyeon para contarle lo ocurrido, pero a estas horas probablemente ya estaría con algunas copas de más o tal vez pasándoselo bien con Ken y era normal que no respondiera su teléfono. El chico tampoco estaba tan grave como para llamar a una ambulancia y consideré que avisar a la policía era demasiado exagerado, simplemente lo dejé descansar en el sofá.

Fui a por mis apuntes a la habitación y me senté en uno de los sillones junto a él, me había despejado por completo así que volví a repasar la vida de Beethoven por enésima vez hasta que finalmente acabé cerrando los ojos.

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El sonido de la carcajada de Hakyeon me despertó, por un momento me sentí desorientado. Después de restregarme los ojos y parpadear volví a la actualidad y rápidamente busqué al chico de pelo blanco, el cual estaba en una conversación bastante entretenida con mi compañero de vivienda, ambos desayunaban, o más bien comían pues ya eran pasadas las doce del mediodía, mientras reían como si se conocieran de toda la vida. Me acerqué a ellos.

- ¡Buenos días bello durmiente! – saludó mi amigo con mucha energía. - ¿Dónde tenías escondido a Wonsik? Podrías haberme dicho que estarías en compañía y yo no habría vuelto esta noche.

- ¿Wonsik? – Miré con el ceño fruncido al único que podría corresponderle el nombre.

- Creo que anoche no tuvimos tiempo de presentarnos... - Al fin le escuché hablar, su voz era profunda.

- Vaya... - Hakyeon nos miró sorprendido. – Así que fuisteis al grano...

- Algo así – Sonrió el intruso.

- Eso no es-

- Vamos Taek... - Me interrumpió mientras se acercaba, pude observar su penetrante mirada. – No seas tímido... - Su rostro estaba peligrosamente cerca del mío. – Anoche no dudaste... cuando me tocabas de arriba abajo. – Aquello último lo dijo en un susurro que me hizo estremecer. Hakyeon carraspeó a nuestro lado.

- Bien, será mejor que me vaya. Ken me está esperando. ¡Qué os divirtáis! – Y salió sin dejarme responder.

Su cercanía me estaba poniendo algo nervioso, y con extraño pesar volví a mis sentidos.

Dirty Paws (Wontaek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora