CAPÍTULO 4.

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El hombre sonrió con sorna al escuchar la voz de Andrew, me apretó mas contra su pecho mientras sonreía con aire arrogante. Me costaba ligeramente procesar que era lo que pasaba con exactitud, quise empujar su pecho, pero volvió a pegarme contra él.

–¿Careces de entendimiento? Dijo que lo soltaras.– Caminó a paso firme hacia el hombre y tomo mi brazo tirando de mí hacia él con tanta fuerza que incluso dolió. Ahora me hallaba con el cuerpo estrechado al pecho amplio de Andrew. Levanté mi vista hacia arriba y este sin mirarme mantenía los ojos fijos sin mostrar intimidación ante la mirada cruda del ojos oscuros. El rostro tan apacible que me había mostrado, había sido sustituido por una mueca de desagrado, sin embargo, esa mueca no me la dirigía a mi.

–¿Que sucede, Andrew? Pareces disgustado con la idea de que alguien mas toque al nene. ¿Celoso?– El de ojos oscuros deja ver si mueva extasiada ante la efectividad de su burla.

–¡Oh! Alejandro, por favor. ¿Por qué iría yo a tener celos de ti? Esta belleza de aquí, me pertenece de pies a cabeza.– Tomó mi rostro con sus manos alzando mi mirada a la suya, sus labios se acercaron a los míos lentamente al punto que sentía cómo su respiración se mezclaba con la mía, aparté ligeramente el rostro, pero volvió a acercarme. juntó nuestros labios y por inercia cerré los ojos con fuerza. Mordió mi labio y lancé un quejido de dolor al sentir sus labios apretarse en la suave carne de mi ahora hinchada y rojiza boca.

–Ya..– otro corto beso me interrumpió, me encogí en su pecho sonrojado, completamente apenado de sus acciones sobre mi y mi sumiso comportamiento inconsciente.
El de ojos oscuros se giró para irse y al dar tres pasos se volteóo a verme. –Nos vemos, nene– me guiñó un ojo y se perdió a la vuelta del pasillo mientras yo seguía intentando procesar la capacidad de acontecimientos tan poco normales.

–¿Quién demonios se cree que es?– El tono en su voz era ronco y tenso. Gesto que me causó aún mas confusión. Una vez volvimos a entrar a la maldita oficina, carraspee antes de llamar su atención.

–Andre.– Mi voz tiembla, y me maldigo internamente por mi desquiciado nerviosismo.

¿Si? ¿Qué sucede?– Evidentemente, su mirada fija en el ordenador no se aparta de ahí. Y me molesta su poco interés en el asunto.

–¿Te has molestado?–

De todas formas ¿A mi qué más me daba?

–No ¿Debería? ¿Lo dices por eso de los celos que mencionó Alejandro?– me miro arqueando una ceja y una sonrisa burlona.

–No, no, yo solo creí que...– ¿Creíste qué, Max? Frunciendo el ceño apreté los labios. –Olvídalo.– arrugué la nariz con disgusto, desviando la mirada.
El sonido del cuero de la silla de Andrew llama mi atención, y observo como camina hasta plantarse firmemente frente a mi. –¿Q-qué?– dije encogiéndome nervioso mientras el cuerpo se me tensaba por la invasión a mi espacio personal. Entonces me condujo a su antojo.
Estaba de espaldas sobre el sofá mientras ese -he de admitir- sexy hombre estaba entre mis piernas sobre mi, sus fuertes brazos estaban a cada lado de mi cabeza sujetando mis propias manos que intentaban zafarse ansiosas.

–El trabajo me tiene estresado – Humedeció sus labios. –me apetece jugar un poco.– dijo riendo pícaramente mientras se aflojaba la corbata.

–¿No acabas de comenzar?– dije forzando una sonrisa tratando de evitar su mirada. Aquella mirada que me ponía los vellos de punta.
Sacó su corbata y ató mis manos por sobre mi cabeza.

Se está volviendo costumbre esto de someter.

–Que linda vista.– Sonrió de lado haciéndome sonrojar.

$ubasta (CORRIGIENDO)Where stories live. Discover now