Capítulo 12

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La mujer de cabello ondulado y grandes ojos negros tocó con poca decisión en la enorme puerta gris con sus nudillos tres veces. Asustada. Esperó un poco a que alguien le abriera o, en cualquier caso, le diera permiso para entrar. Al cabo de un par de minutos se vio contestada cuando la puerta, que no podía pesar menos de una tonelada, se abrió, como era normal, por arte de magia. 

-Oh, Lana... Te estaba esperando -dijo Arytom sentado en su silla, fumándose tranquilo un puro de aliento de dragón, una de las marcas más caras de tabaco del mundo mágico. -Por favor, toma asiento.

La mujer anduvo por la fría sala hasta llegar a su silla, en la que siempre se sentaba, aunque ahora se maldecía por haber elegido en su momento un lugar tan cercano al señor. 

-Dime, ¿qué has averiguado? -preguntó el hombre, soltando el humo conforme hablaba.

-Verás, mi señor...

-Lana, ¿dónde está la profecía? -pidió extendiendo la mano. -No importa lo que diga sobre ella. Quiero - la - profecía.

-No la tengo -soltó de una vez.

-Debí imaginarlo... -escupió recostándose en su asiento. -¿Es que todo el trabajo lo tengo que hacer yo? ¡Ni quitarle la varita a una adolescente, ni coger una profecía del lugar en el que trabajas! ¡No estoy pidiendo desarmar Azkaban!

-Mi señor...

-Mi señor, mi señor... -replicó el hombre, que cada día tenía un aspecto más saludable. -¿Cuál es tu excusa, Lana?

-La profecía sólo puede ser tomada por la persona de la que habla. 

Ambos se quedaron callados durante un minuto. La mujer sabía que su señor jamás se disculparía, pero se había dado cuenta de que el error no fue más que suyo por encomendarle una misión inútil.

-¿Probaste con un hechizo confundus? -preguntó. 

-Sabe que en el Ministerio están completamente prohibidos. Los aurores se enterarían antes de que me diera tiempo a salir de allí; ya sabe que no le tengo demasiado aprecio a mi trabajo, sólo quiero ser mortífaga, mi señor, pero si alguien tan respetada en el Ministerio como yo sale a la luz como tal, la voz de que el señor tenebroso regresará pronto no tardará en correrse. 

-Tienes razón, Ollard -dijo terminando de apagar su puro. -Yo me encargaré de conseguir la profecía. Tú encárgate de no levantar demasiadas sospechas. 

-Mi señor, ¿puedo hacerle una pregunta? -él colocó sus codos en la mesa, esperando a que Lana prosiguiera. -No he podido evitar oír que alguien no fue capaz de quitarle la varita a la tal Cabello. No sería mejor... ¿matarla? Deshacernos de ella directamente.

-Deshacernos de una alumna sería incluso peor que robar una simple profecía, ¿no crees? -preguntó. 

-¿Quiere que me encargue yo, mi señor? No tardaría ni dos días en tenerla aquí. 

-Créeme, Ollard, nadie tiene más ganas que yo de deshacerse de esa niña. Tiempo al tiempo, encárgate de averiguar cómo desciframos una profecía. Yo me encargaré de tenerla aquí mañana mismo.

Mientras tanto, en Hogwarts, Camila no era capaz de dejar de pensar en aquello que Lauren le había dicho. Si estuviera, quizás, un poco más cerca, se atrevería a ir a la tienda de Ollivanders a preguntar si era cierto, o si sólo era una confusión suya. ¿Ella con una reliquia de la muerte? ¿Por qué la habría escogido a ella aquella varita tan poderosa? Y si era así, ¿por qué el señor Ollivanders no le había dicho nada cuando la compró en el callejón Diagón a los 11 años? Eran muchas preguntas las que le atizaban la mente con constancia durante el día, sin embargo, había algo que no podía sacar de su cabeza: sus padres. Ambos trabajaban en el Ministerio, al igual que el padre de Dinah. Su amiga Ally, era hija de dos muggles, según decía, su padre era arquitecto y, su madre, enfermera. Camila conocía bien qué eran aquellas profesiones, sus tíos por parte de madre eran muggles, y les contaban todo sobre la vida "normal". Sin embargo, Dinah se quedaba bastante impresionada con lo que la pequeña rubia le contaba. Estaba acostumbrada al mundo mágico, donde los edificios se diseñaban a golpe de varitas y las cicatrices sanaban con pociones de herbología. 

Aresto Momentum (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora