❀ • tres • ❀

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de colores vivos y algo más

La ventaja con Yoongi es que él era muy afecto a su comunidad e ideales, la desventaja con Jimin es que él no creía tan necesario declararse parte del colectivo. Yoongi estaba orgulloso de a donde pertenecía, y Jimin no tanto.

Declararse homosexual representaba un montón de cosas para las que ciertamente, Jimin no se sentía preparado. Declararse, era etiquetarse delante de sus padres y hermano, sus primos y frente a la facultad entera. Era renunciar a algunas cosas que se iban a escabullir de sus manos, era acostumbrarse a las burlas, al señalamiento.

Por donde se viese, no encontraba el confort del que algunos homosexuales decían gozar, quizá y era una farsa, a lo mejor siempre vivían mal y no lo decían por el miedo «al te lo dije». Realmente tenía ganas de preguntarle a Yoongi.

Si tan solo éste no se escabullera cada que intentaba buscarle plática.

Desde el día de la salida a la cafetería, Yoongi se había propuesto como única meta huir de Park Jimin, y no era para menos, una persona declarada lo que menos necesitaba era que alguien sintiese vergüenza por estar a su lado, y básicamente eso fue lo que hizo Jimin. Él se sujetaba a la idea de que nadie lo entendía.

—Ves Jimin, ya espantaste  a tu futuro novio —le dijo Hoseok, cuando logró sacarle las palabras con cucharilla—. Simplemente, todo lo haces mal. Yoongi asume todo como debería y tú estás allí...

—Jimin y yo somos diferentes. El que yo haya aceptado mi sexualidad delante de todos, no significa que Jimin lo haga. ¿Otra vez asumiendo un papel que no te corresponde, hetero?

Hoseok rodó los ojos.

—A veces siento que sufres de heterofobia —dijo quedo.

Yoongi se echó a reír, pero más en tono burlesco que divertido.

—La heterofobia no existe por el simple hecho de que no hay un sistema social que te oprima por ser hetero, Hoseok. Sácate esa mierda liberal de la cabeza.

Nuevamente y como si fuese una costumbre de todos los viernes, Yoongi atacó fuertemente a Hoseok y éste se quejó refunfuñando acerca de lo insoportable que era, Jimin no le importó, se sentía como un déjàvu el que otra vez Yoongi se fuera camino extendido por el pasillo y que él le siguiera porque necesitaban hablar.

—¡Oye, Yoongi! —llamó, pero Yoongi no aminoró el paso—. Hey.

Yoongi se detuvo.

—Hay mucha gente alrededor —pronunció con las manos metidas en su suéter—. Mira Jimin, fue muy difícil para mí superar el trauma que supuso enfrentar a mis padres, y a los que en ese entonces eran mis amigos. Eres... eres muy lindo y todo, p-pero no necesito que más personas s-se avergüencen de...

—¿Te gustaría acompañarme a comprar materiales?

🌈

Como ha venido estado repitiendo Jimin durante todo el relato, Yoongi era un afecto orgulloso de pertenecer a una comunidad como lo es LGBT. Lo que le contaba y el cómo lo hacía era lo que marcaba el detalle, y sus ojos cuando lo hacía iluminaban todo con un brillo único y especial que Jimin no quiso obstaculizar por nada del mundo. Se veía tan perfecto hablando de lo que le gustaba, lo que más orgullo le provocaba.

—En la última marcha una chica le pidió matrimonio a otra y por un momento dije «esto es por lo que estoy luchando». Fue muy hermo... Lo siento, te estoy aburriendo.

Jimin negó con una sonrisa porque no lo estaba haciendo, escuchar la profunda voz de Min entonar sus más sinceras aficiones era como fresquillo de verano, aunque estuvieran tocando la puerta del invierno. Debido a su excelsa entrega, a sus manos moviéndose al compás de sus explicaciones y a esas vagas sonrisas que escapaban de él, la tiendita del señor Bang se sentía menos fría. Yoongi calentaba todo con su imponente aura.

—No me aburres, en serio. Me gusta escucharte —respondió quedamente.

Jimin asumió que una semana detrás de Yoongi para hablar y explicarle lo del incidente en su residencia le daban algo así como un vale que constataba que sí le gustaba el chico, no era que lo dudaba porque las veces que perseguía con su mirada a Yoongi por los pasillos contaban como evidencia, o las veces que le saltó el corazón cuando cruzaron palabras, pero ahora que estaba mucho más cerca de su centro, intercambiando más de dos palabras seguidas y riéndose por cosas en común, podía muy bien dar fe de ello.

Hoseok se lo cuestionó como dos días después de la salida, «de todos, tenía que ser el más asocial y raro» y procedió a sacarle una lista de por qué no era adecuado para él, pero Jimin se hizo de oídos sordos y con un bufido cansino lo dejó hablando solo en medio del pasillo, como ya tenía por costumbre.

Lo hizo porque él tenía su propia lista de cosas por las que Yoongi era increíble y especial, y era tan interminable que se sorprendía de que aún tuviera tinta imaginaria para seguir anotando más cualidades.

Es frío, pero atento. No sonríe mucho, pero cuando lo hace el sol muestra un pequeño cachito de sí mismo. Es guapo, su piel es blanca, su altura perfecta, su voz gruesa y apabullante, su mirada impactante pero con ojos pequeños y una sonrisa que haría temblar a cualquiera.

—A mí me gusta que te guste escucharme, casi nadie lo hace con la atención que tú pones —pronunció; aunque no lo miró a los ojos, pudo percibir un pequeño rubor en sus mejillas. Adorable—. ¿Te gusta esta pintura? Su color es muy atractivo.

Jimin le echó un ojo al color, naranja suave, sus zanahorias quedaran muy bien vestidas con ese color.

—Me gusta, lo llevaré.

—Es fuerte. Siento que imprime presencia.

Jimin enarcó una ceja divertida.

—Sólo es un color.

—Pero los colores dicen mucho, incluso son capaces de identificar a las personas.

—¿Ah sí? —preguntó Jimin mirando a todos lados, rompiendo quizá un poco demasiado la barrera de la distancia—. ¿Qué color representaría yo?

Yoongi lo miró largo rato, y luego, sin disimular un poco bajó su mirar hasta sus labios, Jimin tuvo la osadía de humedecerlos con su lengua.

—Color naranja, precisamente. Vivo, casi como un atardecer.

Estaban tan cerca.

—Quizá debería teñirme el cabello de naranja.

—Te luciría.

—Puedo hacerlo —declaró, sonriendo—. Pero tú deberás pintarlo de verde claro.

Yoongi sonrió, tan malditamente lindo que Jimin tuvo que contener sus ganas de lanzársele encima de una forma atroz.

—¿Por qué verde?

—¿Por qué no?

Ambos se quedaron en silencio; no hubo beso desafortunadamente, pero sí un momento de genuina complicidad, algo que encerró a dos personas con las mismas preferencias y un juego inocentón de miradas y coqueteo.

—¿Deberíamos ir a un distribuidor de productos para el pelo, entonces?

Yoongi propuso, y Jimin pronto se vio encogiendo unos sobres de decolorante para él y para su compañero de travesuras, también tubos de tinte verde y naranja, esa sería una interesante noche.

🌈

es bonito pintarse el pelo a juego con una pareja,
no me ha pasado, pero ha de ser lindo 😃

espero les haya gustado, y a los que leen muchas gracias 💕✨

proud ❀ yoonminWhere stories live. Discover now