©Eres Mi Salvación.

Capítulo 29

Al entrar a casa, Peeta se encontró a su familia tranquilamente sentada en la sala, mientras bebían lo que parecía ser chocolate caliente, era algo que solían compartir los cuatro juntos, pero teniendo en cuenta que el tiempo había pasado volando mientras platicaba con Katniss, ellos optaron por iniciar sin él.

-¿Estabas en casa de Finnick? -a Peeta le sorprendió la pregunta de su padre cargada de curiosidad, que le hizo en cuanto lo vio.

-No. Estaba en otro lugar, pero si les interesa me encuentro bien -fue directo a la cocina y se sirvió una taza de la bebida que como sospechaba era chocolate caliente.

-Apuesto que estabas en casa de Katniss -dijo Annie, que simulaba estar muy concentrada disolviendo azúcar con una cuchara en su bebida caliente.

- ¿Cuánto quieres perder Annie? -dijo Peeta señalando a la chica y ella le brindo una sonrisa traviesa.

-Sigues viendo a Katniss ¿eh? -pregunto su madre, pero también lo hizo en tono presuntuoso como si insinuara algo.

-Déjalo en Paz mujer, es probable que sigan haciendo proyectos escolares juntos... -podría esperar que su madre y su hermana insinuaran cosas acerca de Katniss y él, pero su padre no solía hacer aquello.

-Deberías traerla de nuevo -dijo Effie dándole la espalda, aunque él sabía que su madre estaba sonriendo.

-Si Peeta, Deberías traerla -después de decir aquello su hermana bebió de su chocolate y volvió su mirada al televisor.

-Se lo preguntaré. Tal vez acepte.

-Hazlo. Y cuando regrese del despacho preparé algo delicioso. Solo dime con anticipación si ella acepta, para ver que puedo cocinar.

-Sera fantástico. Tu madre se esmera demasiado cuando vienen visitas.

La situación de sus padres y el afecto que le tomaron a Katniss, no era otra prueba más de que la chica era fantástica, y la idea de tenerla de nuevo en su casa, lo emocionaba de muchas maneras. Peeta subió a su habitación a recostarse, pues había muchas cosas que lo tenían preocupado.

Se la paso recostado un rato. Tuvo la idea de golpear el techo con la pelota de esponja, pero la zona de rebote estaba teniendo una perdida considerable de pintura y su madre pondría el grito en el cielo si se enterase del daño que ejerció sobre su perfeta decoración. Su madre era una gran mujer, una gran abogada y sobre todo una gran madre; Katniss necesitaba una madre como la suya, la que la vida le otorgó a la chica de ojos grises, no había hecho más que cerrarla en un circulo vicioso de miedos e inseguridades. La madre de Katniss, no tenía el grado de madurez que se necesitaba para ser un adulto responsable y ejemplar, era todo lo contrario, y eso que Peeta solo interactuó una vez con ella, aquel día que Peeta esperaba encontrarse con una mujer totalmente distinta, no culpaba a Katniss por ocultárselo, él también lo habría hecho si hubiese sido su caso.
Entonces se dió cuenta de que la vida diaria de Katniss se veía afectada por el resentimiento que Alma sentía por ella, que la mujer depositaba todo su odio y rencor contra su hija. Y ahí era donde el chico rubio jugaría su partida. Si queria mejorar la vida de Katniss Everdeen, una de las cosas que tenía que realizar primero era evitar todo ese odio hacia Kat. Tenía que hacer que ella dejará de pensar que su presencia era algo indeseable para los demás. Le dolía imaginarse a su tímida chica llorando por algo que no estaba en sus manos arreglar.

*****

Las cosas al día siguiente fueron normales para Katnnis. Peeta había respetado su espacio en la escuela, y no anduvo tras ella, lo que la hacia sentir una mezcla de alivio y decepción. No obstante, los que no respetaron su espacio, fueron algunos compañeros que murmuraban cosas sobre ella con voz bastante audible, pero decidió que si quería pasar un día bueno, tenía que ignorar aquello, tomó sus clases, e intento pasar un rato en el comedor con Annie, que no paraba de parlotear sobre muchos temas a la vez. Hablaba sobre algo en específico y de repente, iniciaba con otro acontecimiento y olvidaba terminar con el otro.