Capítulo 6. ¿Y si te robo un beso?

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—No— susurra al fin.

Lo miro sin saber qué hacer y le toco el brazo como para confortarlo. Cuando toqué su brazo el tiro de mí hacia sus brazos y me abrazó como si necesitara de ello para estar de pie. Yo también lo abracé de esa manera. Su olor, su cercanía, hacía que mis piernas se debilitaran. Quería apoyar la cabeza en su pecho pero mis anteojos me incomodaban así que me los quité. Él se dio cuenta de ello y se separó un poco. Lo miré, y aunque veía borroso, él seguía viéndose hermoso. Acarició con una mano mi mejilla.

—Hermosa— susurró. Y ese susurro me derritió. Si él hubiera querido besarme lo hubiera hecho sin dudarlo. Allí mismo. Quería besarlo. Pero no me besó. Me atrajo hacia su pecho y me abrazó por no sé cuánto tiempo. Nos separamos al escuchar pasos por la escalera. Volví a ponerme mis anteojos y vi a Nare.

—Ya estoy— me dijo.

—Bien, Zachariah, nosotras salimos— le aviso.

Asiente, pero sé que está solo en sus pensamientos. Verlo así me dan ganas de quedarme aquí abrazada a él y no separarme nunca.

Nare maneja hasta la farmacia más cercana y en la fila para pagar le pregunto:

—¿Tu tía está enferma?

Nare se sorprende por la pregunta y me mira extrañada.

—¿La mamá de Zachy? Sí.

—Oh, y ¿Qué le ocurre?

—Tiene cáncer.

Pagamos el test en silencio y el viaje de vuelta fue aún más silencioso. Cuando llegamos no veo a Zachariah por ningún lado. Nare se hace el test en el baño de su habitación. La espero fuera no sé cuánto tiempo para que salga con una sonrisa de alivio en la cara.

—Es negativo.

La abrazo fuerte.

—¿Y si hubiera sido positivo? Tienen que cuidarse más Nare— la regaño—. No es la primera vez que te pasa.

—Buenooo, es que no entiendes, cuando la pasión gana lo último que piensas es en ponerte un preservativo.

La miro con el ceño fruncido. Claro que no entiendo cuando la pasión gana. Y si me pasara a mí, yo sí me cuidaría.

—Ya, cambiemos de tema. Estuve llorando mucho creyendo que tendría que cambiar pañales a mi edad.

Justo en ese momento le pita el teléfono. Lo toma y lee el mensaje.

—Es mi madre. Quiere que vaya a buscar a Giuli a lo de una amiguita suya. Ya quiero que vuelvan a comenzar las clases así esta enana no me molesta.

—Sí comienzan las clases para ella, comienzan las clases para ti y para mí.

—Ay, cierto. Pero por lo menos las nuestras son divertidas. Último año— aplaude. —Voy y vengo, quédate aquí— dice y se va dejándome sola en su habitación.

Miro a mi alrededor sin saber qué hacer y recuerdo el aspecto de Zachariah minutos antes y mi preocupación se enciende. Salgo de la habitación y toco la puerta de invitados que está justo en frente.

—Pasa— responde débilmente Zachariah.

Entro y cierro la puerta detrás de mí. Miro la habitación y veo que no cambió. Sigue igual que cuando Nare me la mostró una vez. Paredes blancas. La cama de dos plazas en el medio y muebles sencillos de madera. Zachariah para ser un chico la tiene bastante ordenada.

Él está recostado en la cama con los ojos cerrados.

—Yo... vine para ver si necesitabas algo— le susurro. Abre los ojos y se sienta en la cama apresuradamente.

—Pensé que eras Nare.

—Oh, no yo... lo siento, solo quería saber si necesitabas algo— digo dándome la vuelta y diciéndome que esto de ser amable fue mala idea.

—Espera— dice tomándome la muñeca y dándome vuelta. No me había dado cuenta lo rápido que estuvo detrás de mí. Se acerca más a mí y me mira a los ojos. —Puede que necesite algo.

—¿Qué?— murmuro hechizada por esos ojos.

—Necesito esto— susurra acercando mi cara hacia la suya.— Esto— roza sus labios con los míos sin perder contacto visual y me deposita un suave beso en mis labios.

Cierro los ojos y lo empujo suavemente dando unos pasos hacia atrás alejándome de él.

—No.— le dije. Quería contenerlo. Pero no me conviene enamorarme. No. Y menos de él. Si lo beso me voy a enamorar de sus besos. No. Él dio un paso adelante y yo otro atrás. Seguimos así hasta que mi espalda tocó la puerta de la habitación. Agarré la manija y la abrí.

—Zachariah, no voy a besarte— estaba a punto de darme la vuelta pero él me tomó por la cintura y me atrajo hacia él hasta que mi pecho estaba apretado contra el suyo.

—He querido besarte desde el primer momento en que te vi— murmura cerca de mí.

—No lo creo. Cuando me viste me insultaste. Y no voy a besarte— miro su pecho. Si miro sus ojos, o claro que si lo besaré.

—Sí lo hice. He querido probar tus labios desde que te vi.

—Ya los probaste— le digo tratando separarme un poco pero lo único que hace eso, es que él me sostenga con más fuerza.

—Eso no fue un beso.

—Sí, lo fue— estoy comenzando a enfadarme.

—¿Y si te lo robo?— pregunta.

—¿Qué?— levanto la mirada. Se acerca su cara a la mía.

—¿Y si te robo un beso?— susurró él con voz ronca con los labios muy cerca de mi boca.

—No...— fue lo único que pude decir antes de que él estampara su boca contra la mía. Nos besamos como corresponde, moviendo nuestros labios en los del otro. Mi boca encajaba perfecto contra la suya. Parecía como si mi boca fuera creada para él. Me perdí en ese beso. Todo mi enojo anterior se esfumó. Lo único que quería era más y más. Pasé mis manos por su pelo negro azabache.

Mordió mi labio pidiéndome acceso a mi boca. La abrí y él metió su lengua moviéndola al compás de la mía. Hace mucho que no besaba pero me dejé llevar y seguí su paso. Cuando nos separamos respirábamos pesado. Nos miramos a los ojos. Me sonrió. Pero no era su típica sonrisa ladeada, la que yo tanto odiaba-amaba, no, era una sonrisa nueva. Una sonrisa completa. Miró detrás de mí y su sonrisa desapareció. Me miró, se separó de mí y dijo muy serio, su semblante totalmente cambiado:

—Lo siento. No tendría que haber hecho eso. No volverá a pasar.

Y se fue. Me dejó allí totalmente confusa. ¿Qué le pasó? Toqué mis labios, en donde habían estado los suyos minutos antes. Me di vuelta y me encontré con Nare mirándome enojada. Bajé la mano de mis labios.

—A mi habitación. Ahora— dijo y entró en su habitación.

No fui detrás de ella. ¿A ella vio Zachariah y por eso se fue así? ¿Nare vio nuestro beso? ¿Por qué estaba enojada?

Nare abrió la puerta de su habitación.

—¿Vienes o no?— preguntó.

 —Ya voy— respondí y la seguí dentro.

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¿Y si te robo un beso?Where stories live. Discover now