Capítulo cinco: ¡Giovanna!

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27 de Abril del 2034.

Cigarro en mano. Mirada perdida mirando a que dirección se guiaba el humo. Música de fondo donde ahí estaba Julia Michaels poniendo una banda sonora a aquel momento. Junto a mí ahí estaba Úrsula con la bandeja fotografiada y colocada encima de aquella mesa de cristal en medio del salón sobre aquella alfombra de terciopelo que venía incluida con la casa como todos los muebles. Nada más pensar en aquellos filetes de su tía Elena mi boca era toda saliva deseando volver a probarlos. Mi teléfono comenzó a sonar. Aquella melodía que tanto me gustaba y tan siniestra a su vez sonaba y sin saber motivo mi corazón comenzó a latir. A latir como nunca. Tres segundos y contesté.

-¿Quién? –Mi voz era intrigante, preocupante, con cierta curiosidad.

-¿Adam Lubik? –Su voz era joven. Joven e intrigante. Casi igual o más que la mía al contestar aquella llamada.

-Sí, soy yo. ¿Quién habla? -La intriga continuaba. Apagué aquel cigarro en el cenicero. Me senté con la espalda recta en el sofá, la cabeza inclinada apoyando los codos en ambas rodillas.

-Siento mi falta de presentación, soy nuevo en esto. Mi nombre es Ian. Tenía anunciado que usted llamaría para dar respuesta a su oferta de empleo que le fue informada ayer. Estamos faltos de personal. El hombre que se encargaba de las fotografías de nuestro catálogo ha sido jubilado y necesitamos una respuesta urgentemente.

Olvidé. Lo olvidé. Olvidé aquello. Olvidé llamar para aceptar. Yo ayer tenía clara la respuesta.

-¿Señor Lubik?... ¿Sigue ahí? –Cada vez más intrigado contestaba. Esta vez con una especie de nudo en la garganta donde le impedía empezar la frase.

Reaccioné. Tenía la mente en blanco. ¿Sí o no? Tal vez pueda volver a casa. Ver cómo ha cambiado todo. Tal vez el haber pasado página no ha sido lo correcto. Tal vez tenga que volver a Úrsula o a mi querida Giovanna. ¡Giovanna! Era increíble. Daría lo que fuera por verla. Por saber de ella. ¿Habrá cumplido su sueño de ser una estrella? ¿Habrá conseguido cantar en los mejores escenarios de todo el mundo?

-Le llamaré más tarde. -Colgué. Colgué el teléfono acto seguido sin dar ni un segundo para que aquel joven pudiera decirme cualquier cosa.

Volvió a sonar aquella siniestra música sonaba mientras que la canción de Julia Michaels evitaba escuchar aquel politono. Me dirigí lo más rápido posible a aquella habitación mientras pensaba en lo maravilloso que era que solo quedaban menos de veinticuatro horas para que me quitaran aquella escayola a causa de una mala caída jurando que no volvería a pisar un suelo mojado. Cogí aquellas fotos. Las dos fotos de Giovanna. Gio. Donde comenzó toda nuestra historia. Me senté en el suelo mientras la comenzaba a mirar con ternura. Estaba seguro de que tenía que tener alguna foto de ella. Seguro que tengo mil más distribuidas por toda la casa. Efectivamente. Ahí estaba ella. Eran una de las mejores fotos. Y las recuerdo a la perfección.

Era ella con su melena larga castaño y sus puntas rubias. Me encantaba decirle que tenía el pelo feo ¿Cómo le decía? ¿Qué tenía el pelo oxigenado? ¡Ahora me suena absurdo! ¡Qué vergüenza! Ella y su cara refunfuñona respondiendo que era lo que se llevaba ahora. Realmente me encantaba su pelo. Miles de fotos habían de ella entre esas sábanas actualmente. Es imposible no guardar recuerdos de lo que pensé que iba ser el amor de mi vida. La misma persona que me hizo olvidarme de todos los malos momentos. Y estas son las dos primeras fotos. Las primeras dos fotos que conseguí de aquella primera noche, gran e inolvidable noche.

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