xxi. la foto

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Luego de notar el increíble y evidente alboroto que inunda la torre el día de la "reunión" de Tony me percato de algunas cosas que probablemente ya había estado sospechando con anticipación

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Luego de notar el increíble y evidente alboroto que inunda la torre el día de la "reunión" de Tony me percato de algunas cosas que probablemente ya había estado sospechando con anticipación. Uno, aquella reunión entre amigos tiene de pequeña lo que yo de control sobre mis poderes. Dos, Tony no es ni de lejos un experto en ahorro de dinero, pues siendo franca no tengo idea que tienen de necesarias unas esculturas de hielo con la palabra "Stark" grabada en ellas. Y tres, Sheila es la muchacha más indecisa que he conocido alguna vez.

La castaña me arrastró de mi habitación en la tarde y prácticamente me obligó a probar en ella todos los tipos de peinados que conozco, para al final decidirse por un simple alisado. Soy consciente de que la paciencia jamás fue una de mis características, pero por alguna razón Sheila es una de las pocas (muy pocas) personas que logra, a pesar de ser algo latosa en algunos aspectos, no sacarme de quicio. Quizás es debido a que, sin exagerar, nos la pasamos juntas, y por lo tanto ya estoy acostumbrada a ella. O tal vez porque me compró con la frase "quiero verme linda para Larry".

Dejando de lado de Sheila ya es una chica bonita sin la necesidad de producirse y que, de hacelo, debe ser con el fin de satisfacerse a ella misma y no para alguien más, el brillo especial que desprende de sus ojos al hablarme de aquel muchacho es suficiente para mi. Es exactamente el mismo brillo que ilumina los ojos de mi abuelo al ver a mi abuela o viceversa. ¿Y como podría perder la paciencia con eso en el medio? En simples palabras, estoy a favor del amor, y si puedo contribuir para que dos personas que se quieren sean por fin felices la una al lado de la otra, lo haré sin dudarlo un segundo.

—Ahora es tu turno —dice la ojiazul quitándome la plancha de cabello de las manos y señalando con ésta el sitio donde ella se encontraba sentada hacía algunos segundos—. De algún modo tengo que recompensarte el que me escuches hablar tanto sobre Larry sin dormirte. Natasha es precavido respecto a eso, sale corriendo cada vez que me ve con una sonrisa de boba en el rostro.

Rio al imaginarme la situación mientras dejo que ella se encargue de mi cabello.

—No tienes que recompensarme nada. Con tu amistad me basta y me sobra —ruedo los ojos entretanto siento una brisa de calor sobre mi cuero cabelludo—. Soy un poco tonta a la hora de socializar, eso ya lo has visto por tu cuenta. Tú me ayudaste a amoldarme mejor al equipo. Además no me molesta escucharte hablar sobre Larry, se nota que es importante para ti.

—Aww —ella finge secar una lágrima falsa bajo su ojo y ambas reímos—. Es que más fuerte que yo, es como... es como... ¿alguna vez te has enamorado?

Me tomo mi tiempo para responder, aunque en realidad ya sé la respuesta. Nunca me he enamorado, si tuve la oportunidad de percibir las famosas mariposas en mi estómago, pero jamás había sentido por alguien lo que Sheila siente por Larry.

—Es la sensación más maravillosa que alguien puede sentir —ella continúa hablando al verme negar con mi cabeza—. Es como... querer saltar al vacío. Tu mente te dice "¡no lo hagas, es una locura!", pero tu corazón grita "¡todos podemos volar, hazlo!"

OUTSIDE THE DARK • STEVE ROGERSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora