iii. new york

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Charlie

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Charlie.

Aquellos dos días pasan más rápido de lo que hubiera deseado. Mi rutina siguió siendo la misma, con la pequeña diferencia en que pensaba en las palabras de Fury al menos unas cincuenta veces por hora. Aún así, e incluso siendo consciente de que si quiera considerar la propuesta era una locura, sigo sin poder decidirme.

Una gran parte de mi cree que unirme al moreno y su gente es un disparate, siempre he querido que el tema de mis habilidades sobrenaturales queden en mi entorno más íntimo, y sé perfectamente que al aceptar unírmeles  el anonimato es algo que aguardará por mi. Pero por otro lado... eso de ayudarme a saber como se originaron y a controlarlos, me está tentando de una manera descomunal. El único conocimiento que tengo sobre ellos es que si me enojo demasiado mis manos o arden en llamas o liberan ondas de aire capaces de derrumbar quien sabe que cosa. Pero más allá de eso, soy una completa inexperta.

En varias ocasiones estuve a punto de lastimar a mis abuelos inconscientemente por no saber cómo controlarlos, y eso es algo en lo que realmente tengo que trabajar. Y sé que probablemente sin la ayuda de S.H.I.E.L.D. jamás lograré hacerlo.

Unos toques en mi puerta me vuelven a traer al mundo real. Suelto un "pase" en voz alta y enseguida veo la cabellera gris de mi abuelo asomándose junto con su sonrisa tan característica. Mi abuelo tiene algo especial, como una energía positiva, siempre me pareció de aquellas personas que con sólo mirarte a los ojos basta para saber como te sientes.

—La cena esta lista —anuncia él, seguramente esperando que su nieta se levante y camine con él hacia el comedor. Pero eso no sucede. En cambio sólo le brindo una pequeña sonrisa y sigo recostada en mi cama con mis los ojos pegados al techo barnizado de mi habitación. La realidad es que desde la visita de Fury lo único que he podido hacer es estar en la cama y pensar al respecto— ¿Qué es lo que está atormentando a esa cabecita?

Él se adentra al cuarto y toma asiento a mi lado. Inmediatamente me incorporo, quedando arrodillada sobre mis piernas para poder estar cara a cara con él.

—Mañana la oferta expirará —digo, soltando el aire de mis pulmones. Y no hace falta explicar de que estoy hablando, pues él lo sabe perfectamente—. Aún no los he llamado y no sé si estoy haciendo lo correcto.

Mi abuelo acaricia mi espalda intentando darme su apoyo, pero no dice una palabra.

—¿Tú que crees sobre esto?

—Creo que eres especial —afirma, por lo que ruedo los ojos con una pequeña sonrisa divertida en mis labios—. Y que la decisión que tomes estará bien, siempre y cuando te haga feliz.

—Sabía que responderías algo así —rio—. Es que no lo entiendo. Si yo tengo estas... habilidades, seguramente habrán cientos como yo en todas partes del mundo e incluso más capacitados. ¿Por qué quieren que justamente yo me les una?

OUTSIDE THE DARK • STEVE ROGERSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora