Capítulo 34

1.2K 152 29
                                    

Maratón final parte 1.

Cuando Leila partió el resto de los que estaban en la cueva optaron por permanecer en silencio por si alguien rondaba por ahí, Sthephany miró la cara de agotamiento de su sobrina y James, necesitaban descansar para poder continuar con la travesía, se puso de pie en el reducido espacio y se colocó su capa por encima.

-Ustedes deben dormir un rato, Víctor puede vigilar y yo iré a la casa a ver si John apareció.

-No deberías ir sola –Victor se puso de pie a su lado- tu quédate a vigilar, yo iré y averiguaré si algo está pasando.

-Si te ven te detendrán enseguida, yo soy la señora de la casa, no sospecharán, solo hablaré con los empleados.

-¿Por qué no van juntos?-Dakota los miró sonriendo- así se cuidarán las espaldas, no se preocupen por nosotros.

-No tardaremos mucho, no está lejos –Víctor asintió- ellos estarán bien.

-De acuerdo, pero duerman, por favor, no creo que aguanten un kilómetro a caballo si no descansan.

-Lo haremos –James asintió, ya tenía los ojos medio cerrados.

Así que luego de ponerse sus capas salieron dejándolos sumidos en la oscura y húmeda cueva, James extendió una manta que habían guardado ahí y se recostó con Dakota sobre su pecho, se escuchaba afuera la lluvia y el río corriendo, y dentro solo sus respiraciones lentas.

-Cuando estaba encerrado, solo podía pensar en que quería escribirte cartas para que supieras que estaba bien –le susurró James acariciando su cabello- intenté hacerlo pero Leila no sabe escribir y Víctor pensó que llevar papel y tinta era demasiado arriesgado.

-No te sientas mal por eso, te entiendo, yo seguía escribiéndote, tengo las cartas escondidas en mi habitación –ella se acurrucó más a su lado- cada momento que pensaba en ti o estaba añorando tu regreso iba y te escribía, seguramente se podría hacer un libro muy largo con todas esas páginas.

-Estaré encantado de leer todas y cada una de ellas; yo podría narrarte todas las que escribí en mi cabeza.

-Me encantaría que lo hicieras –ella cerró los ojos, sentía que entraba poco a poco al sueño- como una historia...

Con voz suave y apenas susurrada, James cerró los ojos y comenzó a narrar.

-Querida y amada Lady Dakota, muy amada mía, la dueña de cada latido de mi corazón, la razón por la que sonrío, ojalá pudiera escribir estas palabras para que supieras que me han encerrado a forma de castigo, no ha sido culpa tuya y espero no te aflijas por eso, quiero que estés tranquila y te cuides mucho por ese bebé que llevas en tu vientre, ahora mismo estoy devastado ante la idea de que no podré ver cómo sigue creciendo tu vientre, no podré sentir cómo se mueve esa pequeña vida dentro de ti ni ver los exquisitos cambios en tu cuerpo, te extraño, te necesito y te amo como jamás creí poder hacerlo.

Las palabras no siguieron porque ambos habían quedado sumidos en el sueño.



Con el mayor sigilo que podían y cuidando cada paso que daban, Sthepany y Víctor se acercaban a la mansión Johnson, después de andar un tramo llegaron al muelle para cruzar y por desgracia el bote no estaba ahí, se habría ido rio abajo por la corriente hasta el lago que desembocaba, podrían cruzar nadando pero la corriente lo volvía una difícil hazaña.

-Podríamos caminar de regreso unos metros y cruzar por aguas menos profundas.

-Ya estamos demasiado cerca, sería una pérdida de tiempo volver –Sthephany tomó la cuerda que flotaba atada en el muelle que se usaba para atar el bote y se la tendió a su acompañante- ¿Sabes lazar?

Esclavo | Jamie y DakotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora