Capítulo 24

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James escuchaba las copas tintinear del piso de abajo y las risas constantes, sentía frío pero temía moverse un ápice para no molestar a la Duquesa de Aldrich, la mujer había pagado un montón de dinero para que fuera su acompañante durante las fiestas navideñas, por suerte llevaba ebria desde que lo había elegido en La Casa Lincoln y a juzgar por su estado seguiría así los dos días más que le restaban a su lado, estaban alojándose en su lujosa casa pero él debía permanecer en una habitación pequeña sin salir, había un par de sirvientas que lo proveían de comida durante el día y por las noches, como esa noche vieja, la Duquesa se aparecía diciéndole que se desnudara y antes de que pudiera sacarse el chaleco de piel que lo cubría caía inconsciente en la cama, solo debía esperar unos minutos a que comenzara a roncar para poder levantarse, la mujer desprendía un desagradable olor a hierba y vino barato, además de un perfume recargado que le producía mareos, cuando supo que estaba dormida se levantó muy despacio y tras atizar el fuego se sentó sobre el pequeño escritorio que había junto a una ventana, el aire entraba suavemente por un hueco y se escuchaba como el silbido de un ave, estiró la mano para abrir en único cajón que había allí y sacó un libro que le habían dejado allí, no tenía intención de leerlo pero entre las páginas había escondido la última carta que recibió de Dakota el día que tuvo que partir, casi podía recitarla de memoria pero leer las líneas con su delicada caligrafía lo hacía sentirse, de alguna forma, cerca de ella.

Como si escuchara las palabras saliendo de su boca y no imaginándola dentro de su cabeza.

Mi muy querido James:

Te escribo mirando por la ventana de mi pequeña habitación que además de compartir con Eloise, comparto con mi querido cachorro Zeppelin que no para de crecer, la pequeña Nia no para de decir que seguramente será más grande que su pony, y hablando de ella, hoy ha sido el día de su cumpleaños número seis, ahora entiendo cómo es crecer aquí en Londres, los niños no son niños, se ven obligados a comportarse como personas mayores y maduras, sus padres le han obsequiado una pizarra para que pueda estudiar y varios vestidos, debiste ver su carita llena de decepción, pero no iba a permitir que eso pasara así que a pesar de las protestas de Sawyer, el amable chofer del carruaje, fuimos a hurtadillas a las tiendas que hay cerca de aquí, como se acercan las fiestas fue muy sencillo encontrar regalos para ella, ha sido difícil enviarla a la cama pues no logramos hacer que soltara su nueva muñeca, su caballito montable de madera y sin duda lo que más le gustó fue su espada, mi tía casi pierde un ojo cuando la niña comenzó a corretear con ella por toda la sala, y cuando la mandaron a tomar la siesta el monstruo que tiene por padre amenazó con tirarla al fuego si sigue comportándose así.

Debo decir que mi tío es el peor ogro que he conocido en mi vida, más que algunos desagradables hombres de mi anterior vida en América, todo el tiempo encuentra cosas por las cuales molestarse, ayer comenzó a gritar por toda la casa diciendo que habíamos movido sus lustrosas botas de lugar, hasta que una de las doncellas vino corriendo del sótano a recordarle que él pidió que las lustraran... evitaré reírme de nuevo en su presencia. Ahora mientras recuerdo los hechos puedo reírme con más soltura, aunque la cabaña es tan pequeña y estoy segura de que me escucharan incluso los caballos del establo, pero es tarde y no deja de nevar, los días me parecen interminables en este momento del día mientras Eloise toma lecciones de etiqueta con el resto de las doncellas y yo debo quedarme en mis aposentos sin mucho qué hacer, cuando termine de escribirte esta carta esconderé algunos regalos que he comprado para todos por aquí.

Tengo algo para ti también, espero poder dártelo cuando esté de regreso.

Te echo mucho de menos, ahora mismo eres como el sol que necesito y solo puedo ver nubes oscuras cuando veo el cielo, en tu última carta me contaste esa adorable historia de tu juventud cuando le cortaste la lana a la oveja de tu hermana para hacerle un abrigo a un mendigo y solo pude imaginas a un pequeño niño tratando de hacer el bien para los demás, por favor pon más historias como esas en tu próxima carta, aunque me has dicho que, posiblemente, pases las festividades en casa del alguna dama, esperaré con paciencia.

Esclavo | Jamie y DakotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora