Capítulo 10

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Dakota estaba sin aire en el momento que llegó a la puerta de la casa, también ligeramente húmeda por la llovizna que no tardaría en convertirse en un aguacero, afortunadamente no había nadie a la vista y subió a toda prisa a su habitación, acomodó a Zeppelin en una caja de sombreros con un raído camisón que se había podido llevar de América y el cachorro se acurrucó cómodo allí mientras ella se cambiaba el vestido a toda prisa, era difícil usar sus nuevos vestidos y más aún ponérselos, pero consiguió meterse uno sencillo de color azul que resaltaba sus ojos, se miró al espejo para atarse el cabello en una coleta con uno de sus muchos nuevos listones y cuando acabó soltó un suspiro tembloroso.

Aquel chico que había visto en el bosque no salía de su mente, nunca había visto un hombre más atrevido y apuesto en toda su vida, seguramente era un cazador, por la forma que vestía no lo dudaría ni un momento, aunque lo que más la había cautivado eran sus ojos, no pudo distinguirlos bien pero le parecían que tenían varios colores cambiantes, le recordaban a esas pequeñas ondas que se formaban cuando se lanzaba una piedrecilla al agua, le hubiese gustado mirarlos más de cerca para distinguir bien, menos mal que estaba el lago de por medio, no debía tener más de unos cinco metros entre cada orilla pero aun así temió que lo hubiese atravesado solo para recuperar al perro.

Miró detrás de ella al chucho que ya estaba dormitando en su improvisada cama, nadie le arrebataría a su nuevo amigo.

Unos pasos apresurados por el pasillo la devolvieron a la realidad, se apresuró a salir a la puerta encontrándose de frente a su tía que al verla se llevó las manos al pecho.

-¡Estás aquí! –La miró de arriba abajo- ¿Te has cambiado?

-Me ensucié en el prado, por la lluvia –dijo cerrando la puerta de su habitación- ¿Cómo está la pequeña?

-Está bien, pero venga –la tomó del brazo y tiró de ella hasta las escaleras- El abogado está aquí, pedí que nos sirvieran té en el despacho pero no le hagamos esperar.

Así que bajaron a toda prisa, Dakota miró el estado tan pulcro de su tía y esperó que su aspecto ligeramente desaliñado no importada delante de aquel hombre, ya sabía que era una buena persona por el viaje que habían hecho pero era hora de saber lo que pasaría con su destino, echó los hombros atrás y estiró bien la espalda con las manos entrelazadas delante de ella para cruzar la puerta, ella y su tía hicieron una reverencia al entrar y pasaron a ocupar sus lugares, Eloise estaba en un sofá con la pequeña Nia en su regazo, Dakota y su tía ocuparon las dos silla delante del escritorio, el abogado, el señor Mattew las saludó a ambas con una inclinación de cabeza y procedió a hablar.

-Me alegro de ver que se está adaptando bien, señorita Dakota –le dijo sonriendo- ¿Cómo se ha sentido en su nuevo hogar?

-Aun es extraño, pero me siento bien aquí –miró a su tía- Mi tía ha sido de gran ayuda.

-Como verá, mi sobrina ha resultado ser un encanto –dijo su tía conmovida- Gracias por traerla a casa.

-Solo cumplí con los últimos deseos de mi buen amigo –se puso a juguetear con la pluma que llevaba en la mano hundiéndola en el tintero- ¿Cómo está su marido, señora Sthephanie?

-Sigue en el regimiento, espero que vuelva para las navidades.

Dakota notó que su tía no hablaba nunca de su marido, por su apellido creyó que sería viuda o que quizá la pequeña Nia era obra de algún romance idílico... decidió guardar el tema para tratarlo más tarde y se concentró en el tema que debían tratar.

-Por fin conseguí todos los papeles necesarios y los trámites están hechos, le recuerdo señorita Johnson que su padre consiguió el título de Barón por su trabajo a los diecinueve años, no lo he heredado, sin embargo, por su muerte, hemos conseguido que le dejen conservar un título por cortesía –el hombre le tendió unas cuantas hojas que tomó sin entender mucho todo aquello- A partir de hoy será llamada Lady Dakota Johnson.

Esclavo | Jamie y DakotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora