Capítulo 4: "Zhung-zan"

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El hombre calló de rodillas por la fuerza y las manos esposadas, gracias a la caída, el casco antibalístico cayó frente a sus narices, revelando su identidad. La ropa anaranjada de recluso brilló desde ese ángulo y el dueño del deportivo azul sonrió complacido.

—Negocios son negocios. —dijo uno de los hombres aun de identidad reservada. —Ahora te toca darnos nuestra parte.

—Lastimosamente no hemos cumplido con eso que nos pidieron. —Zhung-zan bajó la vista y apretó sus puños, hasta que el ruido de un tercer auto se escuchó en los alrededores. —Juro que no es nuestro.

Defendió su postura ante los demás, pero ya era demasiado pronto. El auto negro de ruedas rojas entró a toda velocidad por la espalda de los policías y no pensaba frenar. Todos gritaron buscando un lugar seguro para no ser arrollados, pero, solo un encapuchado se quedó en medio del camino. Las luces del automóvil lo iluminaron, sacó el arma de su bolsillo y apuntó al conductor. Bajo los ojos de todos los presentes, ese falso policía hizo lo impensable, no solo obligó al conductor frenar y tomarse el hombro ardiente herido, se corrió del camino a ultimo segundo y sacó al tipo del interior.
Los demás llegaron corriendo con cuidado a la escena, Zhung-zan abrió los ojos en sorpresa. Conocía al rostro que se arrastraba bajo la mira del muchacho que lo apunto, pero lo que más le sorprendía era la agilidad y la certeza con la que ese simple carcelario tenía.
Sabiendo que lo miraban a él, giró un poco la cabeza para observar a los presentes, unos mechones rubios resbalaron debajo de su gorra y sus facciones no orientales le delataron.

—¿Quién... quiénes son?

Los encapuchados se sacaron los cascos, se acercaron desde atrás y el conductor también sacó su gorra revelando sus identidades. No tenía caso que lo siguieran ocultando, no después de que Zhung-zan era igual a ellos. Este último también se dio cuenta de la mujer que los acompañaba y todo tuvo sentido, al menos para él.

—Il Moon...

—Ha pasado tiempo, 0915.

Los barrios bajos de Hong Kong solo podían definirse con una palabra: "hormiguero". Es que era allí donde te sentías pequeño, una plaga de hormigas viviendo en cada rincón que les fuese posible y sobreviviendo, a veces, de lo que sus cuerpos pudiesen cargar.
La caravana de autos pasó más allá de aquellos barrios y entraron a otro en donde las casas eran un poco más precarias. Parecía que allí, la gente no estaba enterada de lo que sucedía en realidad, pues hacía lo que querían. Estaba por entrar el amanecer y aun podía verse hombres en las veredas jugando a las cartas y bebiendo, mujeres ofreciendo su cuerpo y restaurantes nocturnos cocinando. Zhung los guio hasta una casa de tejas verdes y vieja que no contaba con la misma arquitectura que las otras, era antigua sí, pero tenía dos pisos; era larga y de pintura blanca resquebrajándose por fuera.
Al entrar a la morada, varios hombres y mujeres de distintas figuras los recibieron con semblantes serios debido a, los grandes disfraces de policía que dos de los recién llegados tenían. Zhung les dijo con la mirada que eran invitados suyos y luego de ver al compañero rescatado, todos corrieron a preguntar por su estado.

—Vamos a mi oficina, allí tendremos privacidad.

Ordenó que nadie lo molestara y que fueran a dormir, también dirigió una guardia y se encerró junto a la mujer y sus acompañantes en el despacho que contaba con un escritorio viejo pero firme como un roble.

—Cuando me dijeron que había gente dispuesta a soltar a uno de mis hombres, jamás creí que fuese Hide&Seek. —los observó detrás de su escritorio y les ordenó sentarse. —Y menos creyendo que lo sacarían de la cárcel de Shenzhen.

—Ella no los ha contado, por ello ha venido con nosotros. —dijo con voz desafiante uno de ellos que parecía ser el mayor. —No nos interesa que hayas sido parte de la organización, solo cumple con tu parte y no nos volverás a ver.

Operation LOTTO: "City Of Dice"Where stories live. Discover now