Capítulo 4: "Zhung-zan"

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Capítulo 4

El camión había cruzado la zona industrial y ahora se encontraba circulando por la desértica autopista hacia el corazón de la ciudad. Los faroles pasaban seguidos, colando luz anaranjada por las escasas rendijas hacia el interior de sus paredes de metal.

Lo recordaban bien, los guardias de adelante le habían dicho que desde allí tenían que usar el casco protector para evitar asaltos. Aunque eso fuera contradictorio, ¿Quién se atrevería a asaltar un camión con reclusos en medio de una ciudad sitiada? No tenían enemigos allí porque ellos estaban muertos, no tenían tampoco amigos ya que en esos momentos era complicado hablar de amistad. Solo tenían las manos manchadas y un largo camino de muertes.

El automóvil blindado estaba entrando a una de las calles principales y se detuvo en un semáforo, mientras que lo único que se escuchaba allí dentro eran sus respiraciones, el sonido de un motor rugiendo a lo lejos tomó su debida atención. Un auto deportivo azul los sobrepasó ignorando la señal roja y otros dos lo siguieron por detrás. Sus motores lograban cortar el lúgubre silencio de la ciudad y rápidamente el copiloto del camión sacó el mapa de papel en la guantera.

—¿De dónde vienen?

—Seguramente del parque industrial, allí se hacen carreras clandestinas.

—¿Y por qué se arriesgan de esa manera? ¿No saben que gente como nosotros los buscan?

Los reclusos en su interior se miraron unos a los otros, sabían perfectamente de que se trataba eso. El camión siguió su camino con la luz verde que les daba paso, los ecos de los motores aun eran como fantasmas que recorrían la ciudad, no pasó mucho tiempo hasta que las sirenas de la policía rugieron más allá del solitario camino. Hasta que llegó el tiempo de otra parada, donde el aire comenzaba a volverse más denso y frío, bocanadas de aire blanco salían de sus bocas y los motores, se escucharon cercanos. Los conductores del camión se miraron entre ellos y tomaron disimuladamente sus armas, uno la mantenía en el asiento completo, el otro, la sacaba del costado interno de su pierna. La policía llegó en tres móviles y les ordenó bajarse, querían ver el contenido del camión. Los reclusos se miraron y colocaron sus cascos para mantener sus cabezas libres de agujeros, mientras aguardaban que el policía abriera las compuertas.
El oficial no era nada más que un hombre delgado, con ojeras y alto. Su voz autoritaria era un poco aguda y no permitía fallas, no abrió la puerta por corregir a uno de sus hombres que se sentó en el capó del auto. Le habló en su idioma para reprenderlo, pronto volviendo a la tarea de ver el camión, abrió las puertas observando a cuatro hombres dentro completamente cubriendo su identidad.

—Pero, que rayo-

Dos autos pasaron por las calles paralelas y abrieron fuego contra la barricada, matando agentes y dando de lleno al jefe de ellos que calló en un charco de sangre frente a los reclusos. Los conductores del camión se cubrieron y dispararon a los agentes restantes. Traición.

—¡Vamos! —gritó el copiloto del camión tomando las llaves.

Los reclusos lanzaron lejos el cuerpo del agente policial ya pálido y cerraron las puertas por dentro, siendo escoltados por los autos desconocidos hasta el punto acordado, lograron escabullirse sin problemas en un gran galpón abandonado a las orillas del río.
El conductor del auto azul bajó de su corcel de acero junto a sus hombres, eran simples seres humanos solo que bien armados y una actitud amenazadora. Los ocupantes del camión también lo hicieron, los reclusos esposados siguieron con la fachada y los cascos, pero poniéndose detrás de los guardias penales que los habían llevado a ellos.

—¿Dónde está?

—¿Tú eres Zhung-zan?

—Mi nombre no les interesa. —contestó el conductor del auto deportivo azul y los reclusos se miraron entre ellos y empujaron a uno de ellos hasta el centro de los dos bandos.

Operation LOTTO: "City Of Dice"Where stories live. Discover now