4 • Número desconocido.

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Despertó a su hermana más temprano esa mañana con un propósito especial, había pasado las últimas semanas pegando trozo a trozo su violín; sabía que ya no podía hacer música pero quería convertirlo en algo más.

—¡Jem! Levanta tú trasero musical, tienes que ver esto.

Para June era de mayor admiración su manía de nunca perder el tiempo, días después de la pelea con sus padres regresó una tarde con un brillo inusual en los ojos y un empleo de medio tiempo como Cellista en una banda de Jazz que tocaba como especial para un restaurante conocido en la ciudad; a Jem le gustaban los retos grandes, siempre había tenido el coraje de tomar al toro por los cuernos.

Atravesó la sala de estar esquivando las esquirlas de vidrio y madera que se esparcían por todo el suelo, la vitrina que había utilizado para enmarcar el instrumento se le había hecho añicos en las manos unas dos veces antes de terminar por completo el regalo por lo que antes de molestarse en limpiar le fue más necesario encontrarle un reemplazo. Con el cuidado que le había faltado a la hora de hacer encajar el vidrio en el marco introdujo el violín en el compartimiento que había diseñado, pintado de blanco y con un par de rosas recién hechas a pincel en las esquinas superiores June le añadió una frase como su último y más importante detalle: "La música es la respuesta".

—¡Jem! —Gritó una vez más alargando la e— Como duermes joder.

Tomó su teléfono de la mesa y fue hasta su habitación, marcó un número y espero impaciente en la puerta, el tono de llamada consiguió que se estirara perezosamente para contestar.

—¡Levántate! —Jem quedó sentada de golpe en su cama. La voz de June se escuchó fuera del celular aún sin altavoz, despeinada y con los ojos entrecerrados por el sueño le echaba una mirada que no llevaba asombro, como si cuando se tratara de June ya lo hubiera visto todo

—¡Ya! —Se estremeció una vez más con el grito, June reía animada— No digas nada, vas a amarme cuando levantes tu gordo trasero de ese colchón.

Caminó de vuelta a la sala con el propósito de entregarle al fin lo que había hecho para ella.

—Para saber que estoy más buena que tú.

—Escuché eso —Señaló tomando con cuidado el marco y escondiéndolo tras su espalda; Jem caminó hasta ella como si le pesaran los pies.

—¿Que le hiciste a la pared? —Inquirió señalando los tres pequeños hoyos donde había intentado encajar el clavo en el que iría el marco, irónicamente el ruido del martillo no la había despertado.

—Improvisé —Respondió nerviosa— cierra los ojos.

—¿Que? —Jem la miraba a la expectativa, para ella June estaba loca.

—Ciérralos Jem.

—Está bien, tu ganas —Se rindió mientras se llevaba las manos a la cara. Arrastró una de las sillas de la mesa para poder estar a la altura de donde iría la vitrina y la colgó dejándose invadir por la emoción.

—Sé que las últimas semanas han sido un asco y que lo que sucedió quizás pudo haber sido mi culpa...

—No June, no digas eso —Intentó interrumpirla.

—Cállate.

—Está bien —Rio, ella también estaba nerviosa.

—Lo que te hicieron fue injusto, sin sentido y odio no haber estado ahí para evitarlo —Continuó— Pero quiero que sepas que siempre podrás contar conmigo.

Ante eso Jem abrió los ojos y observó por unos segundos lo que su hermana había hecho, se acercó hasta la pared todavía sin palabras, pasmada por la sorpresa y de a poco su rostro se inundó de mil emociones, más allá de querer verla en ese estado quiso plasmar todo el esfuerzo que en el fondo Jem pensaba que pasaba siempre desapercibido.

A Beautiful Lie. [30STM]Where stories live. Discover now