Capítulo 11

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El día martes un fuerte ruido de cacerolas chocando hizo que Louis y yo despertaramos, aunque mi amigo terminó cayéndose de la cama.

— ¿Estás bien? — le pregunté mientras tallaba mis ojos.

— Por supuesto. — respondió parándose — El piso es igual de cómodo que la cama. — añadió sarcásticamente.

El rostro sonriente del tío Dan nos observaba desde la puerta de la habitación.

— ¡Arriba, muchachos! — exclamó — Nos espera una deliciosa barbacoa y una magnífica tarde de fútbol. A vestirse, rápido. — dicho eso, salió de la habitación.

Tomé mi celular y éste marcaba las 09:30 AM. Deseaba seguir durmiendo, pero eran unas mini-vacaciones, no podía pasármela durmiendo.

Con esfuerzo caminé hacia el ropero de la habitación, donde habíamos guardado nuestra ropa el día anterior.

Jeans negro, camiseta negra con unos estampados en blanco y unas Nike negras.

— ¿Listou, tío? — preguntó Lou hablando en español. Reí y asentí.

— Vas aprendiendo. — guiñé mi ojo derecho.

Salimos de la habitación y bajamos hacia la cocina, sin embargo, allí no había nadie. Salimos al patio trasero y allí se encontraban todos.

— Buenos días, príncipe. — mamá se acercó a mí y beso mis mejillas.

— Mamá... — alargué la palabra en forma de reproche. Pero permití que lo hiciera, quizá sería una de las últimas veces que lo hacía.

— Bruno, acompáñanos a hacer las compras. — pidió mi abuelo — Tu también, niño.

— Por favor, señor Diego. No me diga niño. — dijo Lou mientras hacía unos movimientos con sus manos.

— Como digas, niño. — respondió — ¿Ustedes vienen? — preguntó a las mujeres.

— No, padre. Iremos a una peluquería. Nos vemos en un rato. — habló mi madre, tomó su bolso y las tres se marcharon.

Daniel fue en búsqueda de las llaves de la camioneta del abuelo y luego nos fuimos hacia el garage de la casa.
Nos subimos a ésta y nos dirigimos al gran supermercado.

Compramos mucha -demasiada- carne, verduras y algunas bebidas.

De vuelta a casa nos pusimos a asar las carnes. Louis, al no saber cómo hacerlo, tuvo que preparar la ensalada y por poco no se queda sin el dedo corazón.

— En mi defensa diré que los cuchillos de ésta casa son muy filosos. — dijo después de casi cortarse.

Todos reímos y seguimos con las tareas.

Media hora después, las mujeres volvieron y todas con un nuevo look. Mamá se había cortado el flequillo, Sammy tenía unos grandes y bellos bucles, y la abuela se había teñido el pelo, según ella las canas comenzaban a asomarse.

Para el mediodía ya estábamos todos almorzando la deliciosa carne asada junto a la desabrida ensalada que preparó Louis.

— Creo que tiene demasiado... Vinagre. — dijo la abuela. Louis fingió -demasiado bien- estar dolido — Pero esta rica, sí. Muy rica.

— Gracias, señora Manuela. — sonrió mi idiota amigo.

— Rápido, muchachos. Ya debemos irnos para el estadio. — habló mi tío Dan mientras se ponía de pie.

— ¿Ya? — cuestionó Louis triste — Señora ¿podría guardarme un trazo de carne para más tarde?

La abuela comenzó a reír y asintió con su cabeza.

EVA #1 #PGP2017 #IvyAwards2017 #PNovelWhere stories live. Discover now