Capítulo 5

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Le mantuve la mirada durante varios segundos o minutos, quizás, esperando que se acercara a mí o dijera algo pero no lo hizo. En su lugar, se dió la vuelta y se metió dentro del ascensor.

Quise correr tras ella pero tenía a Chloe abrazada a mi cintura y era un momento difícil, no podía irme así como así cuando ellos me necesitaban.

Caía la noche, aún estábamos en el hospital a excepción de Chloe que tuvo que irse temprano. Esperábamos noticias por parte del médico, sin embargo, nunca llegaron.

— Vete a tu casa, Bruno. Es tarde y mañana tienes que ir a la universidad. — habló Louis después de horas de estar en silencio.

— No, me quedaré contigo. Me necesitas.

— Voy a estar bien, hermano. Ve a descansar. — insistió.

— Está bien, pero mañana por la tarde estaré aquí. — le dije apuntandolo con mi dedo índice.

— Okay. — dijo con una sonrisa triste en su rostro.

Me despedí de él con un fuerte abrazo y partí hacia el estacionamiento del hospital. Al llegar a mi vehículo, subí a él, encendí la radio y permití que la música me llevara.

Durante el viaje de vuelta a casa, mi mente no dejó de pensar en un solo instante. Pensaba en tantas cosas que un fuerte dolor me invadió.
Pensaba en qué sería de la vida de Louis si su hermana no sobrevivía, qué sería de mí después de que mi madre muriera, qué sería de mi padre, qué sería de Eva.

Y así era, siempre terminaba en mis pensamientos sin darme cuenta.
Por más que intentara no podía evitarlo. Por un lado me gustaba preocuparme por ella; querer asegurarme de su bienestar. Pero por el otro, me preocupaba porque ella no salía nunca de mis pensamientos, tenía miedo de encariñarme más de la cuenta y salir lastimado, sobre todo cuando ella no sentía nada por mí.

Al llegar a mi hogar y subir a mi habitación, me decidí por algo. Me decidí por preocuparme por las personas que se lo merecían y me necesitaban. No digo que Eva no mereciera mi preocupación pero ella no me necesitaba.

***

La campana de la universidad sonó, indicando que era la hora de almorzar.

Salí de la sala de informática luego de poner mi mochila sobre mi hombro, y caminé hacia el comedor del instituto.

Con pesadez en mis pasos -ya que había dormido apenas dos horas-, llegué a una mesa y comencé a comer de mi sopa en silencio.

— ¡Bruno! Por fin te encuentro. — levanté mi vista y me encontré con Chloe y James, si no recordaba mal su nombre.

— Hey. — los saludé con una sonrisa un poco chueca en mis labios.

— Podemos sentarnos contigo, ¿no? — preguntó mi amiga, algo tímida.

— Sí, claro. — les sonreí.

— Así que eres el hijo de Edward. — habló James, mientras le daba un mordisco a su sandwich — Él y mi padre son buenos amigos. Déjame decirte que me encanta la ropa que diseñan.

— Me alegra eso, James. — le contesté lo único que se me ocurrió, ya que no tenía mucho para decirle.

— Sabes, pareces ser buen chico. ¿Te gustaría ir a una fiesta este viernes? Chloe también irá. — me dijo decidido.

Y me sorprendía su actitud. Nunca había conocido a una persona tan confiada de si mismo, sin un rastro de vergüenza en su personalidad.

Me gustaría ser así.

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