Capítulo 10

32 13 45
                                    

— ¡Ay, santo Dios! — exclamó dejando de caminar — Pensándolo mejor... no quiero ir. Olvidé que tenía cosas que hacer y-

— ¡Louis! — grité — Déjate de tontear, hay que abordar el avión.

Sammy rodó los ojos y comenzó a tirarlo para que caminara. Sin embargo, se negaba a moverse.

En quince minutos más nuestro avión iba a despegar y nosotros aún no lo habíamos abordado, a excepción de mi madre y su familia.

— ¿Y si se cae? No, me niego a morir.

Suspiré frustrado. Hacía más de media hora que estábamos en esa situación.

— No se caerá, Lou. — hablé tratando de sonar calmado.

— Hay que atravesar todo un océano. — extendió sus manos a la altura de su cadera y luego nos señaló — Y no sé si ustedes lo recuerdan pero... ¡No sé nadar! Seré el primero en morir.

Sammy y yo reíamos a carcajadas ante las ocurrencias del castaño.

— Pasajeros del vuelo 134, favor de abordar. Último aviso. — la voz del parlante hizo que mi risa parara, al igual que la de Samantha.

— Vamos, Louis William Smith. — le pedí con mi rostro muy serio.

— No tengo segundo nombre. — frunció el entrecejo.

— Me vale mierda, ahora tienes. Vamos. — lo tomé de un brazo, su hermana del otro y lo arrastramos -literal- hasta la puerta de abordaje.

Por suerte nuestras maletas ya estaban dentro del avión, sino hubiese sido muy difícil cargar a mi amigo y tres maletas.

En la puerta los encargados nos pidieron los boletos y nuestros documentos. Luego de que todo estuviera en orden caminamos por el largo pasillo hasta llegar al avión.

Nos habíamos sentado uno junto al otro ya que estábamos en la fila de tres asientos.

Durante todo el viaje Louis no paraba de decir que el avión caería y que el moriría sin haber encontrado el verdadero amor.

Gracias a Dios se durmió un buen rato.

***

Doce largas horas después, pisamos tierra española.

El aire sumamente caluroso me invadió, causando que deseara con todo mi ser una gran piscina.

Pero el mismo calor no le impidió a Louis tirarse sobre el pavimento gritando: "¡Tierra, al fin!".

— Levantante, niño. — el tío Dan lo tomó de un brazo y sin esfuerzo logró levantarlo.

— Lo siento, lo siento. — habló rápidamente mientras se acomodaba su ropa.

— Le diré a Pablo que venga por nosotros. — habló el abuelo llamando por su teléfono.

— ¿Quién es Pablo? — me preguntó Sammy.

— Su chófer. — le dije.

A nuestro al rededor pasaba gente hablando español, causando que Samantha y Louis se miren desentendidos. Iba a ser muy difícil enseñarles lo básico.

Minutos después una camioneta negra nos recogió en el aeropuerto y nos trasladó a la gran y hermosa casa de los abuelos.

EVA #1 #PGP2017 #IvyAwards2017 #PNovelWhere stories live. Discover now