Capítulo 7

45 18 32
                                    

Sentí miedo, no voy a mentir. Pero no era miedo de morir, sino, de dejar a mis seres queridos. De no volver a verlos, abrazarlos y decirles en cada oportunidad cuanto los amaba.

No volver a oír la risa de mi madre, los malos chistes de Louis, las ideas de Chloe e incluso los suspiros de Eva me aterraba. Me aterraba dejar de amar, valorar y tantas cosas lindas que tiene la vida.

No hay que olvidar tampoco las cosas malas, no. No hay que olvidarse de la tristeza, soledad, decepción y muchísimos malos sentimientos o situaciones que existen. Porque, después de todo, éstas son las que nos hacen valorar el día a día, los pequeños lindos detalles que nos ocurren a cada segundo.

Después de cada batalla, no importa si fue derrotada o vencida, nos traen una enseñanza. Y con esa enseñanza, nos volvemos más fuertes y valientes. Aprendemos a superar cosas que en el pasado pensábamos que eran imposibles de superar. Aprendemos a sacar provecho de las cosas malas. Como bien dicen; “después de la tormenta, sale el sol”.

No pienses que saldrá fácilmente. No, para eso tuvimos que pasar por toda la mierda. Pero al fin y al cabo sale, tarde o temprano. Aunque no lo veas, tienes que aprender a correr aquellas nubes que quieren ocultarlo.

Y cuando finalmente lo ves, es cuando piensas que pasar por toda la mierda no fue en vano. Porque ese sol no solamente sale para darte felicidad, sino para renovarte; para convertirte en un nuevo «yo» mucho más maduro y mejor persona.

Así que no pienses que Dios, el destino, el mundo o en lo que creas es injusto. Todo ya estaba dicho, mucho antes de que llegaras al mundo y las cosas malas por las que pasamos son la promesa de que lo mejor está por venir.

Lo que viviste, sea bueno o malo, era necesario que pasara. Y si crees que no podrías estar peor, si sientes que no mereces ni siquiera vivir, sonríe. Ni te imaginas lo que viene, lo mejor.

Puede ser una persona, un objeto, un pasatiempo, un momento pero te da eso que tanto necesitabas. Te llena ese hueco que pensaste que jamás sería llenado, te da la alegría que tanto habías anhelado.

Todo tiene un propósito y lo único que deseaba era que después de toda esa mierda que había vivido sea compensada con muchísima felicidad.

Estos y más pensamientos pasaron por mi mente segundos antes de quedar desmayado sobre aquel sucio cuadrilátero.

Supongo que no mienten cuando dicen que ven su vida pasar cuando están por morir. Porque aún recuerdo esa pequeña película de mi vida pasar por mi mente.

Recuerdo mi primer día en el jardín de infantes cuando tenía cinco años. El miedo se había apoderado de mí cuando había visto como mi madre se marchaba. Le grité con todas mis fuerzas, logrando que se volteara. Al verme, caminó hacia mí, me tomó entre sus brazos y me juró jamás dejarme.

— Aunque no me veas, siempre estoy contigo. Mi niño bonito. — creo aún escuchar su voz que trataba de calmar mis miedos.

Recordé también aquel día en el parque que me perdí y una niña me ayudó a encontrar a mi madre.

Recordé mi cumpleaños número diez, había invitado a toda mi clase. Sin embargo, nadie fue. Soplé la vela con lágrimas en los ojos pero cuando levanté la vista me encontré con la azulada mirada de mi madre, siempre sonriente. Y con eso me conforme. ¿Quién necesita un millón de amigos cuando cuenta con el amor incondicional de alguien?

Recordé la primera vez que la ví llorar, aquella vez que sentí una impotencia increíble por no poder curar su corazón. Pero la abracé y al parecer eso le bastó. Nos bastaba con tenerlos el uno al otro.

EVA #1 #PGP2017 #IvyAwards2017 #PNovelWhere stories live. Discover now