Capítulo Ocho: Coqui

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Con el cansancio encima, salió del edificio sintiendo el frío de la noche

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Con el cansancio encima, salió del edificio sintiendo el frío de la noche. No recordaba cómo era que la dejaban esos ensayos, hace mucho no utilizaba tacones por tanto tiempo y menos con un pie lastimado. Habría esperado a Maxi de no ser porque el cansancio la llevaba, de todas maneras le había dejado las llaves de su auto a Maxi, tenía una reunión y seguramente saldría muy tarde; Sky no quería que le pasara nada entonces como ella no había salido tan tarde le dejo las llaves para cuando el saliera.

Acomodo mejor el bolso que colgaba en su brazo, estaba pesado, llevaba zapatos, ropa, maquillaje y demás. Se arropó con los brazos por el frío. El saco de tela delgada no la cubría mucho y arriba todo era calor gracias a las máquinas de cabello. Estaba por emprender hacía la parada del autobús cuando lo vio apoyado en su moto.

Esta vez tenía una gorra hacía atrás adornando su cabeza, llevaba un saco muy parecido al que le presto la primera vez. Parecía que llegaba de entrenar y recordó que él le había dicho esa mañana que salía temprano de entrenar, le había mentido, solo para ayudarla con su pie. Eso la hizo sonreír, después recordó el mensaje que nunca pudo contestarle.

Él le dedico una media sonrisa, ella se acercó a él sin dejar de pensar lo guapo que se veía así.

—¿Entonces? — El abrió levemente sus brazos con emoción en su mirada.

—No pasamos. — Ella bajo la cabeza mientras ocultaba una sonrisa. — No es cierto, ¡sí lo hicimos! — Ella brinco levemente a él, sintiendo como este le agarraba de la cintura.

—Sabía que lo harías, estarían locos si no. — Él le dijo al oído en medio del abrazo. — ¿Cómo ha estado el pie? — Preguntó separándola para mirárselo.

Se topó con las botas de esta mañana.

—Más o menos, no me lo he doblado pero si tuve que hacer mucha presión en él. — Ella hizo una mueca mientras lo veía.

—Bueno, se te inflamara, pero nada que no bajemos con un masaje y hielo. — Él le sonrió para despreocuparla.

Se sintió mal acordándose de lo que había hecho esta mañana, a pesar de eso, él estaba ahí, esperándola desde quien sabe qué horas, con la mejor sonrisa y subiéndole el ánimo.

—Ax...— Ella hizo que el la mirara ya que estaba tratando de mirarle el pie. — Siento mucho lo de esta mañana, yo...fui muy grosera contigo y...

—No te preocupes. — Él le agarro la mano. — Sí me dejaste confundido, pensé que te habías molestado conmigo. — Ella se sintió aún más mal por hacerlo pensar eso. — Por eso vine, bueno también quería saber cómo te había ido. — Le sonrió haciéndola derretirse. — Y...— Él levanto la mano y le mostro la bolsa. — He traído muchas papitas, con gaseosa. — Movió las cejas de arriba abajo haciéndola sonreír.

—Eres el mejor. — Ella lo medio abrazo. — Si quieres vamos a mi casa y ahí com...

—No, no. —El la interrumpió. — Tengo un plan mejor. — Él le señalo la moto como diciéndole súbete. — Pero antes...— Sacó de su mochila deportiva el saco que le había prestado días antes. — Siempre tienes frío. — Él le explico antes de que ella formulara la pregunta.

MI RUBIAWhere stories live. Discover now