Capítulo XXXIX: ¿Por qué no?

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La criatura miró con una malévola sonrisa a la mujer frente a él, admirando su temor, sus nervios y preocupación, tanto tiempo había pasado y finalmente las cosas parecían empezar a funcionar, la llegada de esa mujer era un impedimento, no lo dejaba seguir avanzando y era algo que planeaba arreglar.

―Después de tanto tiempo, Madre... No dejaré que ella se entrometa.

Era momento de quitar las piedras del camino.

...

Respiré profundamente, hoy después de hablar todo el día con Tobirama había comprendido una cosa.

No podía obligar a Madara a decirme lo que tiene. Existe una razón para no decirme nada y conociéndolo sé que será coherente, dejaría que él hiciese lo que creía correcto y como su esposa; me mantendría fielmente a su lado.

Miré la hora con preocupación, 9 de la noche, Madara estaba tardando en llegar. Suspiré preocupada, él no había entrenado hoy, en realidad me dijo que saldría a caminar, aclarar su mente. ¿Aclararla de qué?

El sonido de la puerta llamó mi atención, con rapidez me levanté del kotatsu, observando la espalda de Madara al cerrar la puerta.

¿Cómo te fue?― Pregunté con una tímida sonrisa, acercándome a él.

―Uhm... Bien.― Respondió, para luego darme un pequeño beso en la mejilla.

―¿Dónde estuviste?― Caminé a la cocina, en busca de té.

―En el monumento.

Nuevamente en la sala, le extendí una taza de té negro, me senté frente suya, degustando la mía. Lo miré con una sonrisa. Se veía más serio de lo normal, aunque prefería eso mil veces a no verlo.

―¿Algo que quieras contar?― Reí con incomodidad, no parecía tener intención de hablar.

―Supongo que no, ¿Tu?

―Hoy fui a ver a Tobirama... hicimos las pases, mañana tenía pensado ir a verlo otra vez.

―¿Mañana?― Preguntó ido.

―Uhm, si ¿Pasa algo?

―Quería salir a caminar contigo mañana, pero esta bien, es bueno que Tobirama y tu se estén arreglando.

―¡No!― Negué rotundamente, tenía que aprovechar nuestro tiempo.―Lo puedo ir a ver otro día, ¿A dónde querías ir?

―No tienes porque hacerlo, Yagura, tu y Tobirama han tenido muchos problemas desde que nos casamos, parece que él nunca confiará en mi clan.― Dejó su té en la mesa, levantándose del kotatsu.

―¡No digas eso, Madara! Tobirama respeta a tu Clan, sé que no ha actuado de la mejor manera, pero el los considera importantes.― De igual manera me levanté, siguiendo su paso hacía la habitación.

―Si que lo ha demostrado.― Respondió irónico― Me iré a acostar, Yagura, estoy cansado.

Asentí con la mirada baja, sabía perfectamente a lo que se refería, y vaya que todavía sentía una incomodidad en el pecho al recordarlo.

―Lo siento...― Susurré, para después salir de aquella casa.

...

Mi paso era lento, tomándome mi tiempo para relajarme y pensar.

Había salido de esa casa con intención de evitar una discusión, me conozco al igual que lo conozco a él, si me quedaba algo pasaría y la culpable hubiese sido yo. Suspiré cansada, estaba harta de esta situación no sabía cómo actuar y mucho menos como arreglarlo, sólo me quedaba esperar.

―¡Yagura!

Miré sobre mi hombro, Goro-san se encontraba caminando en mi dirección con una mirada confundida. Giré completamente mi cuerpo hacia él, recibiendolo con una sonrisa no muy sincera.

―Goro-san, buenas noches ¿Qué hace fuera tan tarde?

―Eso quería preguntarle yo, Yagura-san ¿Algo pasa?― Preguntó, tomando mi hombro.

―No... sólo tenía ganas de salir, sé que es tarde pero no me apetecía quedarme en casa.― Respondí, evitan su mirada.

Ambos iniciamos a caminar, parecía no importarle lo que anteriormente hacia y a decir verdad menos me podía interesar, era bueno tener a alguien a mi lado sin ninguna presión.

―A todo esto... ¿Qué hacia aquí?― Cuestioné confundida, puesto que él tenía prohibido salir a estos horarios.

―Uhm... Bueno venía a ver algunas cosas de mi clan.― Lo miré con los ojos entrecerrados, mentía.

―Vaya ¿En serio? ¿Cómo que cosas?― acerqué mi rostro acosadoramente, intentando sacar la verdad.

―Mhm... Veo que no te puedo mentir ¿Verdad?― Resignado, acariciando su nuca.

―No, no puedes.

―Estaba en una cita, he encontrado a una mujer.― Respondió con la mirada baja y aparentemente avergonzada.

―¡Eso es bueno, Goro-san! ¿Por qué te avergüenzas?

Dejamos de caminar, frente a frente, él tenía cierto sonrojo en su rostro, era tierno.

―No me avergüenzo... ―Rió tímidamente― Pero bueno, dejando eso de lado ¿Cómo haz estado? ¿Por qué estas aquí tan tarde?

Fruncí el ceño al recordar la razón de mi caminata, no, nada estaba bien, ¿Pero como decirlo? No quería contarle mis problemas a Goro, en realidad no quería que el supiese que tengo problemas.

―Uhm, sólo quería tomar aire, algunas veces me fastidio de estar en casa.

―¿Y Madara?

―Él esta bien, esta descansando.

―Ya veo...

Un silencio incomodo se formó, si bien llevaba mucho tiempo sin hablar con Goro, era extraño caminar a su lado, más recordando las pequeñas problematicas que llegamos a tener antes de convertirnos en amigos. Maldita sea nunca puedo llevarme bien con alguien sin cagarla primero.

Entonces una vaga idea cruzó por mi cabeza, necesitaba distraerme, dejar de pensar en todo lo que tanto Madara como yo hemos estado pasando, un poco de tiempo para despejarme de todas esas ideas.

Miré de reojo a Goro, quien miraba al frente, parecía incomodo.

Ahora él podia ser quien me ayudase a relajar mi mente y quitarme todo esto de encima.

―Goro-san.― Llamé luego de un rato.

―¿Pasa algo?

Apreté mis puños nerviosa, quizás estaba abusando de su bondad, pero era mi amigo y estaba segura que me ayudaría.

―Me gustaría... Aprender Taijutsu con usted.― Solté, intentando contener mi sonrojo ante lo que piense.― ¿Puedo hacerlo?

Subí mi vista hacía él, su rostro expresaba sorpresa y enrojecimiento, luego de unos segundo sonrió abiertamente.

―Claro, Yagura-san, yo te enseñaré.― Aceptó con una sonrisa― Pero... ¿Madara-san no dirá nada?

―¿Por qué debería?― Pregunté con cierta molestia, iniciaba a sentirme enfadada con él.

―¿No es un hombre celoso? No quiero causar problemas...

―Me da igual, él debe entender que yo puedo tener amigos― dije con fastidio― ¿Cuando empezamos?

Sabía que me estaba metiendo donde no debía, si Madara llegaba a enterarse acerca de esto no sólo se enojaria y mucho menos sabría un haría, pero si él podía hacer lo que quisiese ¿Yo porque no?

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-Nova.

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