Día 1.

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Día 1.

El, ya conocido, sonido del motor del auto de su padre llegó a los oídos de Elizabeth. Había olvidado por completo que su familia iría ese domingo a pasar el día a la estancia. Su madre se lo había dicho, Chuck se lo había recordado, y Lizzy, como siempre, lo había olvidado. Casi corriendo, voló desde la habitación a la puerta de entrada, llegando justo en el momento en el que Chuck ponía un pie en las pequeñas piedras que adornaban el camino de entrada al lugar. 

- ¡Hermanita! - La voz chillante de su hermana menor se escuchó en toda la estancia, mientras veía como la rubia corría hasta sus brazos y le enfundaba en un abrazo efusivo. Apretando las manos en su espalda, cerrando los ojos durante unos segundos, para después volverse a separar y mirarla directamente a los ojos - A que te has olvidado que vendríamos - Pillada.

- ¿Qué? No, para nada -

- Claro, claro. Sigues en pijama, Elizabeth, y son casi las 11 de la mañana. Además, Marina está detrás de ti, también en pijama - Chuck movió la cabeza, señalandole el lugar donde, una aun dormida castaña, se refregaba los ojos con el dorso del sweater que traía puesto, abriendo los ojos como platos al notar a sus suegros descargando cosas del auto.

- Joder - Lizzy volvió la vista a su hermana, quien la miraba con una sonrisa cómplice en el rostro, casi encubridora.

- Venga, corre arriba, entretendré a mamá y papá aquí abajo hasta que ustedes estén listas. Solo apresúrate, ¿Sí? -

Elizabeth acunó el rostro de su hermana entre sus manos, depositando un sonoro beso en la frente de la misma - Eres la mejor, ¿Lo sabes? - 

- Por supuesto. Ahora, corre - La rubia le dedicó una ultima sonrisa antes de girarse y volver a donde sus padres estaban. 

Lizzy corrió escaleras arriba, llegando a su habitación dando grandes zancadas, para divisar a Marina en ropa interior rebuscando en su maleta. 

- ¡Se nos ha olvidado! ¿Acaso no te dije anoche que pusieras la puñetera alarma? - La castaña revolvía entre la ropa que tenía en el suelo y la que había esparcido sobre el edredón de la  cama.

- Fue lo ultimo que quería hacer después de lo que hicimos anoche, ¿Sabes? - 

- ¡Elizabeth! - 

- ¡Ya! Lo siento, ¿Bien? Ha sido mi culpa - 

- ¡Por supuesto que lo fue! - Marina se giró, contemplando a su novia apoyada en el marco de la puerta. Aún en su pijama y sin ninguna intención de cambiarse de ropa - ¿Qué haces que no te cambias? Tus padres podrían entrar a la habitación en cualquier momento - En ese momento, la castaña cogió un simple pantalón negro de jean y una remera con mangas tres cuartos del mismo color. Se enfundó en la ropa que había elegido, volteándose para coger su maquillaje de dentro de la pequeña maleta.

- Como si nunca me hubieran visto en pijama. No sé por qué te alteras tanto, son solo mis padres - 

- ¡Justamente por eso! - Elizabeth puso los ojos en blanco, notando la mirada casi odiosa de Marina gracias al gesto. - Elizabeth Woolridge Grant, como no te apresures, vas a conocerme de verdad - 

Lizzy levantó ambas manos en señal de rendición, acercándose a su maleta y sacando su propia ropa de la misma - Ya, ya, voy a cambiarme. ¿No tengo un beso de buenos días al menos? - 

Marina la cogió de la mano, apretando con delicadeza sus dedos alrededor de la muñeca expuesta de la pelirroja para, seguidamente, acercarla a ella y pegar sus labios a la mejilla derecha de la misma - Ve a lavarte esos dientes y luego hablaremos de un beso de buenos días - Y sin decir más, caminó fuera de la habitación mientras escuchaba a su novia refunfuñar por lo bajo, burlándose de ella e imitándola con voz de pequeña de 7 años. "Vi i livirti isis diintis y liegi hiblirimos" esos pequeños actos, eran los que hacían que Marina confirmara cuanto amor sentía por la pelirroja. 

Ride [Larina Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora