Pesadillas.

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Frío, humedad, una visión negra del lugar donde se encontraba.. Sudor, olor a azufre, lagrimas. De pronto abrió los ojos y todo se desató dentro de ella, un prado con el césped chamuscado se abría paso kilómetros y kilómetros delante, en ese instante la sensación de desolación arremetió contra sus sentidos en toda la extensión de la palabra. Las manos le escocían y las cuerdas que la ataban a lo que creía era el tronco de un árbol provocaban que el dolor le recorriera de un lado al otro en toda la longitud de la columna vertebral. Una rama se rompió bajo el peso de alguien a su costado izquierdo, y al girar el rostro se encontró con su peor pesadilla, el corazón comenzó a bombearle mucho más de lo que era científicamente posible y creía que en cualquier momento iba a salirsele del pecho, cuando la sombra del hombre parado a su lado comenzó a hacerse etérea y un sonido se coló en su mente.. Pip, pip, pip, pip.. Era tan molesto que solo quería que parara, realmente quería que parara. De un momento a otro, su cuerpo se levantó y al abrir los ojos rápidamente noto la comodidad de su cama y su cuerpo tan caliente como si hubiese estado a la vista del sol durante horas, las pequeñas gotas de sudor la empapaban desde la frente hasta la mitad de su torso.. Una pesadilla, Elizabeth había tenido una pesadilla.

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Los relámpagos en el cielo y el color negruzco que habían tomado las nubes esa mañana no hacía más que advertirle a Lizzy lo friolento que estaría el resto del día. Con detenimiento se paró frente a su armario, cogió un traje negro y unos mocasines con taco. Se metió a la ducha, dejando que todos los pensamientos que no le habían permitido seguir durmiendo luego de la pesadilla se fueran como el agua se escapaba por la rendija de la bañera, al cabo de unos minutos cerró la canilla, saliendo de la ducha y envolviéndose en una toalla se observó en el espejo. Las ojeras negras debajo de sus ojos denotaban el estado de su sueño pero poco le importaba en ese momento, con cuidado se cepillo los dientes y volviendo en sus propios pasos llegó hasta su habitación, dejando caer la toalla sobre el parquet de madera tomo su ropa interior y comenzó a vestirse. El resto de agua le caía desde el cabello hasta la espalda desnuda, en un rápido movimiento la pelirroja lo anudo en un rodete mal hecho, ya tendría tiempo de arreglarlo luego, el sonido de su celular la sacó de su sueño despierta así que cogiéndolo entre sus manos, contestó y colocó el altavoz.

- ¿Hola? -

- Hey.. - La voz de Marina se coló en los oídos de Elizabeth y esta, sin darse cuenta, sonrió - ¿Te apetece ir por un café de camino al trabajo? -

- Claro. ¿Nos encontramos en Macie's? Casi termino de arreglarme -

- Vale, ¿Te parece bien a las.. 09.15? - La pelirroja le echo un vistazo rápido a su reloj que marcaba las 08.43 -

- Si, excelente. Nos vemos allí, Marina -

- Venga, un beso grande - Y sin decir más, Marina terminó la llamada.

Elizabeth cogió la chaqueta de traje que seguía sobre el edredón de la cama y camino de vuelta al baño. Desató el nudo que tenía en la cabeza, comenzando a peinar su cabello y secándolo lentamente. El delineado negro sobre sus ojos verdes hacía que estos resaltaran mucho más de lo que lo hacían normalmente y el suave color rosa en sus labios encajaba perfecto con el estilo que llevaba la pelirroja ese día. Casi corriendo tomo las carpetas de trabajo que tendría ese día, su bolso y las llaves de su coche antes de bajar al estacionamiento. Su Aston Martin estaba en el mismo lugar donde lo había dejado hace unos días, tomando sus llaves desactivó la alarma y elegantemente se adentró en el asiento del piloto. El motor rugió cuando colocó la llave en la rendija del coche y presionando el botón sobre su cabeza, la puerta del estacionamiento se abrió delante de ella.

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La fila de gente que salía de Macie's no tomo por sorpresa a la pelirroja cuando estacionó frente al lugar. Tomó su bolso del asiento trasero y comenzó a buscar a Marina con la mirada, mientras esperaba para cruzar la calle. La castaña estaba en una mesa junto a la ventana, con una taza de café entre las manos y la vista perdida en alguien que parecía acercarse a ella lentamente. La respiración de Elizabeth se quedó atorada en su garganta cuando notó que la persona que Marina estaba mirando, era nada más y nada menos que Kurt, quien se había parado frente a la castaña y entablaba una conversación con ella. Sin importarle los coches o el maldito semáforo, la pelirroja corrió al otro lado de la calle y se adentró en la cafetería, tropezándose con todo aquel que se interponía en su paso y llegando hasta la mesa donde Marina la estaba esperando.

Ride [Larina Fanfic]Where stories live. Discover now