XXVIII: Lágrima de odio

2.1K 250 100
                                    


—Levántate —ordenó una voz insensible cuando las luces del cielo nocturno comenzaban a desfallecer.

Winger se revolvió somnoliento en el suelo de tréboles. Su nariz se topó entonces con algo duro. Abrió los ojos. Vio a Rupel, quien también despertaba. Una barrera semitransparente lo separaba de ella.

—Dije que te levantes.

El joven mago espabiló cuando una patada impactó contra sus costillas. Miró hacia arriba y halló un rostro severo, impasible. Conocido.

«¿Mikán?»

No, no era él. Aquel individuo se parecía mucho a su amigo. Pero eran personas diferentes.

—¿Quién eres tú?

Fue lo primero que preguntó Winger tras ponerse de pie de un salto. Miró de reojo a su amiga: ella y la mandrágora estaban adentro de una enorme burbuja translúcida. La pelirroja golpeaba sus puños contra la pared circular, pero era tan hermética que apenas se oía el sonido de los golpes.

—¿Qué has hecho? —interrogó al extraño.

—La he encerrado en mi Domo Azul —explicó sin perturbarse—. No quiero que nadie interfiera.

Winger alzó la guardia.

—¿Quién eres? —volvió a indagar.

Los ojos del desconocido reflejaron aversión.

—Mi nombre es Juxte y soy el Pilar de Zafiro, uno de los cuatro Pilares Mágicos de Catalsia.

El anuncio eliminó todo rastro de somnolencia del rostro de Winger. Aunque nunca los había conocido en persona, sí había oído hablar de los cuatro mejores discípulos que había dado la Academia de ciudad Doovati, los cuales recorrían el continente resolviendo conflictos en distintas naciones para luego establecer lazos diplomáticos. Gran parte de la reputación de la institución fundada por Jessio se debía a la labor de aquellos cuatro magos prodigiosos. Y uno de ellos ahora había llegado para darle caza. No sería una pelea fácil.

—Winger, traidor de Catalsia —prosiguió Juxte—, me encargaré de hacerte pagar por tus crímenes. ¡Prepárate!

El Pilar de Zafiro llevó los brazos hacia un costado y comenzó a invocar un hechizo. Winger reconoció los símbolos alquímicos que se arremolinaban en torno a las manos de su adversario. Conocía muy bien esa técnica.

—¡Fuerza Espiral-Azul!

La previsión del ataque le ayudó a reaccionar a tiempo para defenderse:

—¡Imago!

La barrera mágica se materializó a tiempo para frenar el disparo giratorio.

Juxte no se inmutó. Era claro que solo estaba probando las habilidades de su oponente.

Winger trató de intervenir. No quería otro combate innecesario.

—Escucha —empezó a hablar con un tono conciliador—, si eres oriundo de Catalsia, debes enterarte de que un gran complot está teniendo lugar allí desde hace mucho tiempo...

—¿También me dirás que el principal enemigo es Jessio de Kahani?

Winger quedó desconcertado al oír esa réplica.

—El maestro ya me ha advertido acerca de tu capacidad de persuasión. No permitiré que me engañes con tus trucos. —Juxte alzó los brazos y decenas de minúsculos símbolos centellaron frente a él formando una cortina de estrellas—: ¡Lluvia-Horizonte!

Etérrano II: El Hijo de las SombrasWhere stories live. Discover now