Epílogo.

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El hombre miró lo que había al otro lado del vidrio. Se acomodó los anteojos, se pasó la mano por el pelo y luego revisó los papeles que tenía en la carpeta que sostenía.

Detrás de aquella ventana, había una habitación completamente blanca, desde las paredes, el techo, el suelo y hasta la cama y el pequeño inodoro que había allá dentro. El pequeño detalle era que la puerta también era del mismo color, y además, lisa. Esto hacía que fuera difícil distinguirla de la pared. Por lo que parecía una caja sin salida.

Ver aquello podía sentirse asfixiante y deprimente. Pero la gente de allí, ya estaba acostumbrada. Especialmente las personas que observaban aquel aburrimiento de color blanco.

Pero en esa blancura, había algo que resaltaba.

En una esquina, un joven de cabellos oscuros permanecía sentado, rodeando con sus brazos sus rodillas y, a su vez, un cuaderno de color negro. Apretaba el objeto con tanta fuerza que parecía que en cualquier momento lo rompería. Y su vista siempre estaba dirigida al suelo.

Parecía perdido. No, más que eso, parecía muerto. Estaba pálido y no hacía ninguna señal de que estuviera con vida.

-¿Desde cuándo ha estado así?-preguntó aquel hombre en un tono serio mientras revisaba el expediente del paciente.

El hombre debería tener al rededor de cuarenta o cincuenta. A penas estaba comenzando a mostrar signos de vejez; una de ellas eran las pocas canas que se distinguían en su pelo castaño y las pequeñas arrugas de su cara.

Usaba gafas y venía vestido con un delantal. En un brazo sostenía una carpeta, y en la otra mano, una lapicera.

Acompañándolo en aquella oscura habitación, se encontraba un hombre joven, comparado con el anterior. Vestía también de delantal. Éste permanecía sentado sobre una silla controlando unos paneles con muchos botones y pantallas justo debajo de la ventana.

-Desde que llegó, doctor Choi. Hace dos días.-Le confirmó el más joven mientras tecleaba unas palabras y revisaba las pantallas.

-Nombre del paciente: Park Jimin. Edad: 19 años.-Murmuró para sí el doctor Choi. Revisaba detenidamente cada información que contenían los papeles.-Dime, doctor Kim,¿cómo es que no le han sacado ese cuaderno? Sabes muy bien que no se permiten objetos personales.

-Sí, señor. Lo sé muy bien. Hemos tratado varias veces pero es imposible.-Mencionó apenado el doctor Kim, seguía tocando varios teclados y revisando algún que otro archivo.

-No creo que sea muy difícil sacárselo. Es un niño.-Mirando al doctor kim con toda la seriedad del mundo, se sacó los anteojos y luego se frotó la frente.-Supongo que no ha respondido bien a los tratamientos, ¿cierto?

-Lamento mencionarle, doctor Choi, que no hemos podido hacer nada con él desde que llegó. Ha estado así, sentado en esa esquina, durante dos días. A penas come y duerme. Lo que sí, es que no se separa de ese cuaderno.-Mostrando signos de frustración, el doctor Kim mantuvo los ojos en el sujeto.

-¿Qué tan difícil puede ser tratar con él?-Cuestionó el mayor de los dos. Se notaba claramente molesto y seguramente le parecía estúpida aquella situación.

-Mucho, señor Choi. Deberá verlo para comprobarlo.-Tocando un botón, se acercó hacia éste, en donde había un pequeño círculo oscuro. Miró hacia el muchacho que se encontraba sentado.-Jimin, debes comenzar con tu tratamiento. Te sacaremos el cuaderno. Guardias, quítenselo.-Ordenó el doctor Kim. El anuncio había inundado las dos habitaciones.

Éste se enderezó y tocó unos botones hasta que las pantallas que había allí mostraron imágenes de aquella habitación blanca desde otros puntos de vista.

Hide and Seek →Kookmin♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora