¿El diablo y el infierno?

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¿Quién podría ser a esta hora de la madrugada? La verdad es que Jimin no tenía ni la menor idea pero sabía que aquella persona o personas habían llegado en un mal momento. Jungkook iba para allá con su hacha y con su escalofriante sonrisa. Ya ni quería pensar en lo que el menor podría llegar a hacer a esa gente inocente que cayó en su casa en el peor de los tiempos: durante una cacería. 

Sacándose esos pensamientos de la cabeza, agradeció que eso ocurriera, ya que ahora podría sobrevivir-tal vez-unos minutos más. 

Y para ello, definitivamente, no tenía que quedarse ahí. Debía esconderse en otra parte, ¿pero en dónde?

Sintiéndose incómodo con el repentino silencio que había dejado la ausencia del más alto, abrió las puertas con mucho cuidado. Sabía que Jungkook no estaba cerca, pero no podía dejar de sentirse inseguro. Se sentía tan desprotegido y tan vulnerable al pensar que tenía que salir de allí no sabiendo a dónde ir. 

Pero Jimin había decidido que lo mejor sería esconderse en otra habitación.

Tuvo un poco de dificultad al abrir las puertas de par en par, ya que sus brazos, de estar tanto tiempo quietos, se habían entumedecido. Por ese motivo, estirarlos le había resultado muy doloroso. 

Con las puertas ya abiertas, se dispuso a salir. Como pudo, sacó sus piernas y con una profunda inhalación hizo fuerza para levantarse. Sólo estuvo parado unos segundo antes de que sus piernas se rindieran y cayera. Ellas estaban tan débiles y adoloridas que no podían mantenerlo de pie. 

Cuando sus manos tocaron el suelo, el pánico lo invadió. Desesperadamente intentó  levantarse una y otra vez. Apoyaba sus manos en el piso y hacía fuerza, pero nada ocurría: seguía sentado. El sudor le corría por la frente y el temor lo carcomía a cada segundo. 

Se pasó ferozmente las manos por el pelo, intentando calmar el rencor y la impaciencia que sentía. Rascando su cabeza con fuerza, miró hacia abajo, hacia donde estaban sus piernas. 

Las miró un largo rato. Eran largas y huesudas pero, supuestamente, tenían la fuerza para levantarlo. Una cosa tan sencilla y aparentemente insignificante, ahora no le estaba saliendo. Las piernas con las que había caminado toda su vida, le estaban fallando en el momento más crucial. 

Tal vez fue por el miedo de no poder moverse, tal vez fue el rencor de sentirse traicionado o tal vez fue por lo estúpido que se sentía al no poder hacer algo tan simple, que comenzó a pegarle a sus piernas con las pocas fuerzas que tenía. Daba puñetazos dejándose llevar por sus sentimientos. Sentía el dolor crecer pero no paraba. Las quería culpar por todo lo que estaba pasando, ¿pero qué sentido tenía? Ninguno, pero le ayudaba a liberar un poco el estrés que había acumulado durante todo ese tiempo.

Pero al ver que no lograba nada desperdiciando su preciado tiempo, recobró la cordura.

Intentó nuevamente. De a poquito y con más concentración, apoyó la planta de los pies en el cemento y extendió sus piernas. Como era de esperarse, cayó de nuevo. Pero no pensó que sería de costado.  

Su cuerpo se inclinó hacia la derecha, lento pero decidido. Aunque sabía lo que tenía que hacer para impedir el golpe, sus músculos no respondían. Podría usar sus pies para recuperar el equilibrio o usar sus brazos para amortiguar el  impacto, pero no pudo, simplemente no pudo, y terminó clavándose el hombro en el duro y frío piso.

Un fuerte dolor se extendió en una fracción de segundo. Sintió cómo se le desgarraba el músculo y cómo le crujían los huesos. Quiso gritar, desahogarse, pero el miedo de que Jungkook lo escuchara era tan fuerte que terminó retractándose. 

Se agarró el hombro con fuerza y se mordió el brazo para reprimir las ganas de soltarlo todo. Los ojos se le aguaban y le costaba respirar con normalidad. El dolor era impresionante. Sentía cómo se quemaba por dentro, cómo el peso de su cuerpo le había destrozado esa parte, cómo un simple y ligero movimiento era suficiente para tenerlo llorando. 

Hide and Seek →Kookmin♡Where stories live. Discover now