Capítulo XXVI: Gracias.

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Con calma, abrí la puerta de la oficina de Hashirama, encontrándome con mi hermano ojeroso y cansado leyendo un pergamino que parecía importante.

―Buenos días, Hashirama.― Saludé, cerrando la puerta detrás mío.

―Hola...― murmuró sin despegar la vista del pergamino que tenía en mano.

―¿Vengo a las 8 de la mañana por petición tuya para que no me mires siquiera?― dije sarcásticamente, tomando asiento frente suya.

―Lo siento, Yagura... las cosas con los clanes han estado muy apuradas desde que te casaste.―dejó el pergamino en el escritorio, mirándome con sus cansados ojos. ― A decir verdad no he dormido bien en dos días.

―Mhm... Mito insistió en que me centrara en mi vida de casada y eso hago.

―Lo sé y es difícil.- dijo, tomando su cabeza entre sus manos.

―¿Y Tobirama?

―Lo he mandando de misión en misión, no quería que se involucrara en las alianzas.

―¿Por qué?― Pregunté confundida, pues Tobirama siempre había sido una persona prometedora en el trabajo, siempre cumplía sin rechistar.

―Era lo que quería decirte, quería que Madara y tu se ocupasen de algunas cosas con respecto a eso...

―¿Hay nuevos clanes en la alianza?

―El clan Sarutobi quiere unirse a la aldea pero tengo algunos inconvenientes fuera.― Pausó, tomando un sorbo del Té verde que mantenía a su lado.― Iwagakure quiere aliarse a nosotros como aldea, necesito que vayan al país de la tierra y nos den tiempo, no puedo hacer todo a la vez e Iwagakure tiene que esperar.

―Esperar, no rechazar.

―Si, por favor.

―¿Cuando sería eso?

―Lo antes posible, necesito que eso quede finiquitado hasta que pueda comunicarme con el Tsuchikage.

―Bien, hablaré con Madara, iremos mañana si corremos con suerte.― dije, para después levantarme.― Deberías dormir un rato.― Salí de su oficina.

Ahora sólo quedaba ir a buscar a Madara.

...

El objeto enterrado en el suelo parecía mirarme atento con sus extraños ojos, sin pronunciar ninguna palabra, su negra piel lo hacía confundirse con la oscuridad.

―U-Uchiha...

―¿No tienes nada más que decir? Sabes mi apellido, pero aun no sé lo que tu eres.― Dije harto de la situación.

―Madara.― Su voz dejo de escucharse quebrada y extraña, ahora era más fuerte pero había un eco en ella.

Esta mañana salí de casa con intención de encontrarme con esto, la primera vez que lo vi, despertó la duda en mi, pero hasta ahora, no lo había vuelto a ver. Dentro de una cueva más grande a comparación de la ultima vez.

―Ahora sabes mi nombre.- coloque el Gunbai (El abanico enorme que Madara utilizaba usualmente en sus peleas) en mi hombro.― Katon: Gōkakyū no Jutsu.

El fuego salió disparado en su dirección, llenando la cueva de calor, este se disipó; el cuerpo ya no estaba, sin rastro.

―No te pegue ¿Cierto?― pregunté al aire.

―No, Uchiha Madara.

Este salió del suelo, dejándome entender que este podía fusionarse con él apegarse a la naturaleza para entrar y salir de donde quisiese.

El Verdadero Sentimiento Uchiha | Madara Uchiha |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora