Mis abuelos y mi tío se mantenían en silencio pero atentos a todo.

— Mañana. — respondió mi madre.

— ¿Tan pronto? Se supone que nos iríamos el viernes. Louis y Sam también irán, ¿lo recuerdas? — dije alterado. No por mí, sino por ellos.

— Sí, lo recuerdo. Cálmate. Ya están enterados. Nos iremos antes porque los abuelos tienen que hacer unos trámites en Barcelona el martes.

Suspiré y asentí con la cabeza. Por la universidad no me preocupaba, al ser las primeras semanas no aprendíamos mucho que digamos.

Desde que soy pequeño tenemos la costumbre de ir al menos dos veces al año a España. Por lo tanto sé español y me encanta.

También estoy enamorado de europa, es un continente hermoso. De hecho, me encantaría vivir allí pero del dicho al hecho yo creo que hay más de un paso.

¿Nunca les comenté de mis planes a futuro?

Siempre quise ser un artista reconocido. No importaba en qué rango, ya que era bueno en tocar el piano, pintar, dibujar y según Chloe en cantar.
Tenía planeado ir a unas escuela de arte, terminar mi carrera y marcharme a Roma. Sí, exactamente a Roma. Luego conocer a una mujer y tener una gran familia.

Pero... las cosas no siempre suceden como uno quiere. Al final terminaré manejando una empresa, encerrado en una oficina las veinticuatro horas del día y probablemente sin mujer ni familia.

Reí sin ánimos ante ese pensamiento, lo que hizo que mi familia me mirara raro.

— ¿Sucede algo, Bruno? — preguntó mi padre. Fruncí el ceño al escuchar su voz ya que hacía varios días que no hablábamos.

Negué con la cabeza, no tenía ganas de hablarle o de hacer algo en general.

Estaba apagado, me sentía mal pero no era un malestar físico. Era como un vacío en el pecho.

Quizá era porque estaba asimilando muchas cosas, muchas realidades. Mi futuro no sería el que deseaba, la chica que me gustaba no sentía lo mismo por mí, mi padre no se interesaba en mí y por último pero mucho más importante que lo demás -no me voy a cansar de decirlo-, mi madre moría.

Demonios.

Mi vida estaba yendo para cualquier lado menos para el que quería. ¿Lo peor? No podía hacer nada para impedirlo. ¿O sí?

Bueno, sé que es imposible impedir la muerte de mamá pero, ¿de verdad me sentiría tan mal por un amor no correspondido? No, por supuesto que no. ¿Tenía que hacer lo que mi padre pedía? Probablemente, pero sólo si vivía en su casa. Era mayor de edad, podía irme si quería.

Mi situación cambiaría. Aún no sabía cómo pero lo haría.

Ví una mano pasar frente a mí, seguido de un permiso. Era Jessie, que estaba levantando los platos. Ni siquiera había notado que había terminado mi comida.

— Sobrino, más tarde me gustaría ir a tomar un café de Starbucks, dicen que los de San Francisco son más ricos que los de Barcelona. Debo confirmarlo. — dijo el tío Daniel riendo.

Café de Starbucks. Starbucks.

Eva.

Fue como si me volviera a funcionar el cerebro.

Recuerdo la tarde que salí con mamá al centro comercial y fuimos a esa cafetería. Allí estaba ella, era la mesera. Quizás aún trabajaba allí.

La vida me daba una nueva oportunidad, yo no pensaba ser tan idiota como para desperdiciarla.

— Iremos al centro comercial. — le afirmé.

EVA #1 #PGP2017 #IvyAwards2017 #PNovelWhere stories live. Discover now