Capítulo 15

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El primero que salió a recibir a Brunilda fue Yateki. Es que apenas la vio llegar a casa junto a Larrison, no pudo evitar demostrarle su cariño y su alegría: ladraba, movía la cola, saltaba y no dejaba de moverse. ¡Parecía una persona ese perro!Los chicos no habían preparado gran cosa, porque entendieron que Brunilda necesitaba tranquilidad. Solo colgaron algunos carteles de bienvenida y decoraron la mesa familiar con el mantel, los platos, los vasos y los cubiertos que solo ponían en las cenas de fin de año.Igual pasaron un rato muy agradable y hasta se animaron a contarle algunas de las cosas que pasaron durante esos días en los que estuvo internada en el hospital. Claro que las contaron a modo de anécdotas y que a todos les permitió reírse un poco de ellos mismos.Después de eso, Ciro reclamó el postre. Y Brunilda, que sentía que quería darles todos los gustos a sus hijos, les dijo que se sentía muy bien como para caminar hasta la heladería de la esquina. Así que todos aprobaron esa idea y bromearon que Yateki se encargaría de lavar la vajilla.En eso estaban cuando sonó el teléfono. Larrison les dijo que se adelantaran, que él atendería el llamado y después se acercaría por la heladería. Y les recordó sus sabores preferidos.-"Buenas tardes, necesito hablar con el papá de Uriel...". La voz que salía del teléfono era conocida, pero Larrison no la reconoció al toque.-"Sí, soy yo... ¿En qué le puedo ser útil?", respondió todavía dudando sobre el autor del llamado.-"Soy Aquiles Borgia...quiero que Uriel se presente mañana a entrenar con la Selección", le dijo.Al escuchar ese nombre y esa noticia, Larrison quedó sorprendido. El hombre no era otro que el destacado entrenador de la Selección Nacional Sub 20 que estaba convocando a su hijo para jugar el Mundial de hockey sobre patines.Por un instante, Larrison recordó el daño que le habían hecho a Uriel en su club y, como si fuera poco, se le cruzaron por la cabeza los momentos amargos que había vivido en esos días. Entonces, casi con un hilo de voz le agradeció al entrenador, respiró profundo y, poniéndose una mano en el pecho, se quedó sin palabras...Mientras tanto, Brunilda y los chicos ya habían hecho sus pedidos en la heladería. Incluso habían comprado para Larrison uno de limón y frutilla... Pero les llamó la atención que tardara tanto tiempo para atender un simple llamado telefónico. En eso, se escuchó pasar una ambulancia...FIN.-

El otro camino del destinoWhere stories live. Discover now