Capítulo 7

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Por la tarde, el corazón de Brunilda seguía muy débil. Sin embargo, Larrison y sus hijos solo podían hacer dos cosas: rezar y esperar. Por eso, Alexia había olvidado contarle a su padre que al pasar por el colegio de Ciro le habían entregado la libreta de calificaciones.Ciro tiene apenas 10 años y aunque es de pocas palabras, siempre se comporta como un niño muy maduro. Además, es de esos pibes estudiosos, responsables y que todo lo que hacen, lo hace bien. Juega al vóley, estudia inglés, toca el piano y concurre a la Orquesta Infantil para aprender a tocar el violín. Y como si fuera poco, es un niño muy simpático.Con esas credenciales, nadie de la familia puso en tela de juicio que Ciro será parte del cuerpo de bandera de la escuela. Por eso, todos esperaban una libreta brillante... De eso se acordó Alexia cuando esperaban por otro parte médico sobre el estado de salud de su mamá y les contó que el boletín estaba en el auto. Larrison, intentando aflojar la tensión que tenían todos sus hijos, le pidió entonces que lo buscara. Pensó que sería un buen motivo para alegrarse un poco, en medio de tanto dolor.Alexia no había visto las notas. Y Ciro tampoco. Al recibir la libreta solo la guardaron porque en sus cabezas solo estaba la salud de Brunilda. Pero ahora que no podían hacer otra cosa, fueron juntos hasta el auto como les dijo Larrison.En el camino, Alexia le preguntó a Ciro qué quería comer. Los otros hermanos ya habían manifestado su intención de aguardar hasta más tarde. Lo mismo que Larrison. Pero todos querían que Ciro se alimentara bien. Y no era para menos, porque al ser el más chico era el regalón de todos.Alexia, que ya había sacado la libreta del auto y seguía sin mirarla con atención, le compró una hamburguesa con una latita de gaseosa. No tenían de naranja, que era la que más le gustaba a Ciro. Y tampoco de pomelo, que era la preferida de Alexia. Entonces llevaron una de lima limón...Al llegar a la sala de espera donde permanecía el resto de la familia, vieron que se acercaba el doctor Flamini. Y entonces escucharon que lo invitó a su papá para que pasara solo por un momento a visitar a la paciente. Larrison, que caminaba intentando disimular la impotencia que lo embargaba, los miró a los chicos y entró en compañía del profesional al sector privado del hospital.El doctor Astor Flamini aprovechó esos instantes de soledad para contarle que todo el equipo de profesionales trabajó intensamente. Y agregó que esperaban que el flujo de sangre que llevaba el oxígeno limpio hasta el músculo cardíaco evolucionara con el paso de las horas, pero nada de eso había ocurrido...Al entrar a la habitación, Flamini lo abandonó por un par de minutos y Larrison comprendió que las esperanzas se desvanecían. Brunilda estaba rodeada de monitores, cables por todos lados y un silencio atroz. Fue entonces cuando la miró, contuvo las lágrimas, le acarició la mano y le susurró, casi con un nudo en la garganta, que todos la aman y la necesitan.Brunilda parecía no saber nada de su vida. Pero Larrison sintió que ella querría otra cosa para su familia. Que no le gustaría verlos sufrir en un frío sillón del hospital. Y decidió que les diría a sus hijos que Brunilda estaba superando el mal momento...Los chicos despegaron la vista del suelo cuando escucharon que se abrió el portal de la sala de espera. Y se sintieron mejor al ver que Larrison salió sonriente. Ni siquiera le preguntaron nada. Creyeron que eso era suficiente para saber que todo saldría bien en poco tiempo más.Mientras tanto, la libreta de Ciro había quedado junto al asiento de Alexia sin que nadie la mirara. Larrison la tomó entre sus manos y la miró acariciando a su hijo menor. Pero no dejaba de pensar en Brunilda, de modo que no siquiera se dio cuenta qué notas tenía Ciro.Keila, que es más detallista, la miró enseguida y preguntó: "¿Qué pasó aquí?". Larrison la observó sin decir nada y Alexia se acercó como para buscar el motivo de la duda que tenía Keila. Y mirando las notas en las materias especiales, vieron que el promedio de Ciro no era bueno.-"¡Pero esto no es posible! Le pusieron 7 en música", dijo enojada Keila.-"¡Y en Educación Física un 8! ¿Qué se creyeron estos profesores...?", bramó embroncada y colmada de impotencia la hermana mayor.-"A mí me pueden poner esa nota en Música, que no conozco la diferencia entre una fusa y una corchea... Pero a vos, que tocás el piano y sos de la Orquesta no te pueden poner eso", exclamó Uriel. Larrison puso atención y comprendió la dimensión del problema. Es que todos estaban ilusionados con ver a Ciro en el cuerpo de bandera. Y a decir verdad, se lo merecía. Pero esas notas, más allá de sobresalir en las otras materias, seguro le impedirían estar al tope de los promedios a fin de año...

El otro camino del destinoWhere stories live. Discover now