Capítulo 14

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No era un día más. Era el día soñado. Y como tal, nadie quería que pasara sin pena ni gloria. Por eso, Larrison se quedó en el hospital a la espera de los papeles que autorizaban el alta médica de Brunilda. También para hablar con el doctor Flamini, que debía explicarle qué debía hacer su esposa para lograr una buena calidad de vida. Y sus hijos se fueron casa con el entusiasmo lógico de preparar la recepción.Brunilda sonreía y no podía creer por todo lo que había pasado. Y mientras preparaba sus bolsos, le decía a Larrison que sentía que había vuelto a nacer, que Dios le estaba dando una nueva oportunidad y que su deseo era compartir más tiempo con su familia.Larrison bromeó un poco al decirle que el único drama era que ahora tendría que preparar más asados (es que ese plato era el favorito por todos y nadie faltaba cada vez que prendía el fuego en el parrillero). Pero enseguida le manifestó que compartía sus deseos...Al salir del hospital, se encontraron con el doctor Flamini y le reiteraron su enorme agradecimiento. Y el médico, que se mostró satisfecho por verla recuperada, le hizo saber que no siempre los problemas cardíacos tienen final feliz.-"Tiene que cuidarse...", le insistió el doctor Flamini.-"Voy a seguir al pie de la letra lo que usted me indicó", le dijo Brunilda.-"Recuerde: Control de peso, de presión, de alimentos y ejercicios diarios... Así, seguro, no volverá a tener problemas", expresó el médico.Y abandonaron el hospital. Larrison y Brunilda lo hicieron solos, igual que aquella vez que dejaron el aeropuerto Charles De Gaulle para volver a casa después de las vacaciones soñadas. Pero esta vez, era ella la que sentía la imperiosa necesidad de ver a sus hijos reunidos en la mesa familiar. Y también a Yateki, la mascota que supo crecer a la par de su hijo menor.

El otro camino del destinoWhere stories live. Discover now