Capítulo 5

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La calle era un caos. Todo el mundo parecía estar apurado. Y para colmo de males, había que sortear motociclistas que transitaban sin cascos ni luces. Encima de eso, algunos estacionaban en doble fila sin importarles nada. Pero no era para ponerse mal. Larrison, que antes de irse a su trabajo llevaba a los chicos al colegio, ya estaba acostumbrado a eso. Era cosa de todos los días.El drama era que no pensaba encontrarse con un panorama desalentador ni bien se bajara del avión. Y eso, pese a que trataba de disimularlo, lo tenía a mal traer. El sufrimiento de Alexia y la falsa acusación de la que era víctima Uriel, le daban vueltas y más vueltas a su cabeza. No podía evitarlo. Por eso, tal vez, tanto silencio en el interior del auto pese a los bocinazos que rompían la paz de la avenida.Alexia, que había decidido faltar a clase, se quedó en la biblioteca popular y le dijo a su papá que tenía que averiguar algunas cosas antes de regresar a casa. Y Uriel, que todavía tenía un ratito más para acompañar a su papá antes de llegar al colegio, se animó y le dijo a Larrison que nunca había estado jugando a la pelota como lo había manifestado su vecino. Su padre le respondió que se quedara tranquilo, que estaba seguro que eso era así, y que pronto le encontraría una solución a ese problema.Larrison cambió de tema. Le contó que durante su estadía en Europa había visto en los portales oficiales del hockey sanjuanino que era el goleador de su categoría. Y también que su entrenador, Indalecio Fulco, había recibido una buena oferta para irse a dirigir a España. Pero nunca se imaginó que ese tema, le llevaría a otro camino de dolor y sufrimiento.Uriel le contó que sí, que era el goleador. Y que su técnico, ese que siempre le había dado confianza para ser titular y goleador del equipo, no había podido rechazar la propuesta de un equipo catalán. Entonces uno de los jugadores de la Primera, un tal Honorio Adonis que en una oportunidad supo vestir la camiseta de la Selección, se hizo cargo de la división... Mientras contaba eso, a Uriel se le hizo un nudo en la garganta.-"¿Qué pasa? Lo vas a extrañar, es algo lógico... Pero se fue por su bien", dijo Larrison pensando que su hijo se sentía mal por el alejamiento de Indalecio Fulco, el entrenador que siempre lo respaldó.Uriel olvidó por un instante que Larrison había desayunado dos problemas ni bien había llegado de sus vacaciones. Es que el dolor, esa bronca, esa impotencia que sentía, era más fuerte. Y lo dijo sin pausas.-"Me sacó del equipo. Me dijo que no entro en su esquema. Que me busque equipo para el año que viene...".Larrison pensó que era un chiste que el nuevo entrenador le había hecho a su hijo. Eso es común en un club. Más en su club, que era muy familiar y todos se conocían de toda la vida. Lo que no era común, es que un técnico deje sin su puesto al goleador del equipo... Eso no pasa en ninguna parte del mundo. Más cuando se avecina un clásico. Sin embargo, un mensaje al grupo de whatsapp que había recibido con la nómina de jugadores convocados para jugar ante el rival de siempre, certificaba esos dichos. Uriel no estaba entre los diez.

El otro camino del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora