25. Lullaby

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"A veces me pregunto cuando estás durmiendo, ¿alguna vez has soñado conmigo?, a veces cuando te miro a los ojos... pretendo que eres mío todo el maldito tiempo, porque me gustas. ¿Está bien que haya dicho todo eso? ¿está bien que estés en mi cabeza? ¿aún es demasiado pronto para hacer esto?, porque sé que es delicado."

—Delicate, Taylor Swift.

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El fuerte olor de antiséptico combinado con el del café que provenía de la pequeña cafetería comenzaban a causarme asco y sólo llevaba cinco minutos ahí, parado frente a la recepción en espera de la persona que se supone que debería atenderme. Una chica teñida de pelirroja y de bonitos ojos azules apareció por fin, mascando un chicle y con un montón de carpetas de varios colores en sus manos, se apresuró en colocarlas sobre el escritorio para luego dirigir toda su atención a mí.

—Buenas tardes— Saludó con voz jovial y una sonrisa amable.— ¿Tienes cita?

—No, no vengo a consulta— Encogí los hombros, jamás se me había dado bien el mentir.— Quiero hablar con Arm... el doctor Arlert, ¿no sabes si ya salió a comer?

—Déjame ver.

Volvió a sonreír con amabilidad, tuve bastante suerte de que fuera esta chica la que me atendiera y no la otra muchacha de la primera vez que puse un pie en este hospital. La pelirroja empezó a remover varias libretas de pasta gruesa que estaban acomodadas en fila sobre el escritorio de madera, hasta que dio con la que buscaba: una que tenía la pasta color verde pasto, la hojeó por varios segundos y luego asintió con una sonrisa de satisfacción al dar con lo que buscaba. Levanté una ceja, no sabiendo qué era lo que estaba sucediendo exactamente.

—Sí, acaba de salir justamente hace diez minutos— Volteó la libreta y con su dedo señaló el lugar en donde estaba la firma de Armin de que había salido a su descanso.— ¿Ves?

—Claro— Asentí.— De casualidad... ¿no sabes a donde pudo ir a comer?

—Lo más probable es que esté en la cafetería— Cerró la libreta y la acomodó en su anterior lugar.— Los especialistas tienen muy poco tiempo de receso, es muy raro que salgan a comer fuera del hospital.

—Te lo agradezco mucho.

La mujer volvió a regalarme una sonrisa pero más coqueta que las anteriores como respuesta, estaba a punto de dar media vuelta y buscar a Armin, pero entonces me detuve al recordar algo de suma importancia, antes que nada, necesitaba asegurarme de que no estaría con la persona que estaba evitando... sería un problema muy grande que estuviera Eren con él.

—Ah, disculpa— Me incliné sobre el escritorio y con la sonrisa de coquetería más falsa que tenía, volví a abordar a la chica de cabellos teñidos y sonrisa de comercial.— ¿Sabes si de casualidad el doctor Eren también ya salió a comer?

Se sonrojó con violencia y una sonrisa tímida se asomó en sus labios, llevó un mechón de su rizado cabello hacía atrás de su oreja y negó.

—El doctor Eren sigue dando consulta, de hecho vengo de su consultorio.

—Interesante... gracias de nuevo.

Asentí con la cabeza y giré sobre mis talones, caminando lo más rápido en búsqueda de Armin, me adentré a la pequeña pero acogedora cafetería que estaba casi llena, entre familiares de los enfermos, doctores y enfermeras. Había una larga fila para tomar los alimentos, por fortuna parecía avanzar rápido gracias a lo ordenado de las personas que se apresuraban en tomar su comida y no atrasar la fila. Entre todas esas cabezas, reconocí una rubia que destacaba de entre las demás castañas, teñidas y negras.

Green eyes; EreriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora