6. Bittersweet

6.6K 662 798
                                    


10:30 p.m

Alemania, Konvikt strasse.

Mi obsesión por el chico de los ojos verdes ya no era sana. Con el paso del tiempo sólo fue empeorando. Desde el día que lo vi en la cafetería de su preparatoria, volví a frecuentar aquel parque que tanto odiaba, necesitaba verlo porque era a lo único que podía aspirar, a verlo. Desde aquella vez en la cafetería, yo iba al parque y esperaba a que hiciera su aparición, a veces llegaba a tardar en aparecer, pero siempre, siempre venía, y por eso yo lo esperaba paciente.

No estaba bien, eso era cierto, porque yo ya tenía a alguien y Eren —como había sido llamado por sus amigos, aquella vez en la cafetería de su escuela—, el chico de los ojos verdes, ni siquiera había hablado conmigo ni una sola vez, aunque en realidad, no creo que necesitáramos de palabras para comunicarnos.

Él me decía: "Buenas tardes, desconocido", cada vez que llegaba, y cuando se iba, parecía decirme con un gesto de disculpa "Nos veremos pronto". Lo hacía sin necesidad de emitir palabra alguna, me lo decía con sus ojos, con la manera en como me miraba, con sus gestos y acciones. Era algo estúpido e ilógico, pero quería creer que teníamos ese tipo de comunicación que nadie más entiende. Me sentía culpable la mayoría del tiempo por tener ese tipo de sensaciones y pensamientos por un perfecto extraño, cuando yo ya tenía novio. Erwin tenía culpa en parte de esto, o era la excusa que me justificaba ante mí mismo cuando me sentía demasiado miserable por pensar en Eren cuando yo tenía novio.

Amaba a Erwin, esa era una certeza que tenía muy presente, era lo único de lo que estaba completamente seguro, aún así, eso parecía ya no bastar porque cada vez nos íbamos alejando más uno del otro, estaba comenzando a perderlo de vista y necesitaba desesperadamente saber que él se sentía de la misma forma, que no mentía cuando decía que odiaba por lo que estábamos pasando, que él también me extraña de la misma manera desesperada.

Necesitaba saberlo y sin embargo, él me seguía dando más y más motivos para creer que yo era el único que estaba cargando con todo el peso de una relación medio muerta. Cada vez sentía muchísimo más que le daba igual que yo estuviera o no ahí. Pero yo no quería renunciar a lo que teníamos, era valioso e importante para mí; pensaba que también lo sería para él. Teníamos tres años siendo novios y ocho años siendo amigos, siempre supe que no debía sacrificar algo tan fuerte como la amistad, por algo tan frágil como el amor.

Erwin había sido el primero en mi vida, en prácticamente todo, mi primer amigo cuando llegué a Alemania, mi primer novio, el primero que siempre me apoyó en todas mis decisiones. Fue el primero en el que confié ciegamente, Erwin simplemente había sido el primero en mostrarme un mundo nuevo, ese mundo que era de ambos. Pero ahora... nos habíamos alejado tanto, siempre culpando a su escuela y su trabajo de medio tiempo, el tiempo era nuestro más grande enemigo. Y él había cambiando tanto, cada día descubría que le gustaban cosas nuevas y diferentes, sentía que apenas lo conocía y no me agradaba esa sensación.

Se estaba alejando y con ello también se estaba llevando partes de mí, yo estaba quedando incompleto.

Fue dejando huecos, unos más grandes que otros, las mismas viejas excusas y promesas vacías de siempre ya no bastaban para cubrir esos huecos, ya ni siquiera podían hacerlos más pequeños, todo lo contrario, los iban haciendo más grandes y difíciles de ignorar. Siempre había actuado como si no me importara, pero joder, por dentro me deshacía un poco más cada vez que él volvía a romper otra promesa. Fue ahí cuando Eren apareció, muchos dirán que es imposible que una persona que nunca habló conmigo me hubiera ayudado a pasar el bache, pero Eren lo hizo, se las había arreglado de alguna manera para que todo se viera menos negro.

Green eyes; EreriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora