21. Y más sorpresas a la vida de Isabel.

141K 5.6K 1.1K
                                    

–No, nada de eso. –comenté un poco incómoda, mientras mi encogía ligeramente en el asiento de copiloto.

Vi como ensanchaba su sonrisa, radiantemente.

– ¿Nadie te ha invitado? –curioseó.

Solté un suspiro, un poco cansada.

–No es eso. –admití. –No me gustan ese tipo de cosas, es todo.

Rio, ligeramente.

–Vaya, vaya, ¿estás segura de que eres chica? –bromeó.

Yo abrí la boca un poco indignada.

­–No. –comenté, con sarcasmo. –Soy un travesti.

Esta vez, rio con ganas.

–Oh, Isabel, eres todo un caso.

No pude evitar esbozar una sonrisa, y negar con la cabeza.

–Pero, en serio, ¿no irás? ¿No tienes ni siquiera un poquito de ganas de hacerlo?

Chasqueé la lengua.

–Si tuviese ganas, ya estuviese haciendo preparativos, ¿no crees? –pregunté retóricamente.

Asintió, de acuerdo con mis palabras.

–Tienes razón, entonces, ¿qué harás ese día?

Me encogí de hombros.

–No sé, probablemente, pase el día en pijama, vea televisión, coma porquerías hasta que mi estómago explote, y luego me vaya a dormir.

Soltó un silbido.

–Claro, eso debe ser más divertido. –dijo burlón, aunque percibí una pizca de ironía en su voz.

–De hecho, sí lo es.

– ¿Ese no es tu vecino? –preguntó, mientras aparcaba el auto en la entrada de mi casa.

Busqué con la mirada el punto que estaba indicando la suya, y en efecto, se trataba, nada más y nada menos, del imbécil de Cleveland.

Y no estaba solo...

... Estaba con la zorra de Melany.

Un sentimiento horrible, que no supe identificar, se instaló en mi estómago.

El solo hecho de verla, me hizo apretar los dientes, y volver mis manos puños.

Pero no estaba enojada solo con ella, también estaba enojada con su "compañero".

¿Cómo llegaba a ser tan estúpido?

¿Cómo la soportaba a ella?

¿Y por qué a mí me trataba de lo peor, y a ella la miraba con simpatía?

Dios, quería arrancarle los ojos, y metérselos por...

–Oye, ¿estás bien? –interrogó mi acompañante.

Me giré en su dirección, me miraba alarmado, y hasta podría decirse que estaba asustado.

Respiré hondo, intentando tranquilizar mis instintos asesinos.

–Claro. –solté forzadamente.

Estaba segura de que debería parecer un toro a punto de emboscar a su presa.

–Bien... –dijo, alejándose ligeramente de mí, y abriendo la puerta.

A los poco segundos, se encontraba a mi lado, abriendo la mía, y extiendo su mano, para ayudarme a salir.

Insoportable [Sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora