15. Malas ideas.

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Especial narra Zack:

Una vez Isabel se hubo calmado, decidí que lo mejor sería irme a mi casa. Daniel y su madre no habían llegado, supongo que la noticia no les había sentado bien a ninguno de los dos, no quería dejarla sola, pero sentía que era lo mejor. Las mujeres son muy complicadas y cuando están en estas situaciones siempre "prefieren estar solas".

Es un montón de mierda ese asunto de las mujeres cuando tienen problemas.

Y eso es algo que jamás entenderé.

—Issy, creo que debo irme —susurré. La verdad llevaba tiempo sin moverse y, conociéndola, no me sorprendería nada que se hubiese quedado dormida.

Todo lo que viene de Issy es totalmente inesperado.

Ella levantó la vista hacía mí. Su mirada estaba llena de tristeza y desesperación.

¿No se supone que esta es la parte donde todas dicen: "bien, creo que es mejor que lo hagas. Quiero estar sola"?

—¿Ya te vas? —preguntó con la voz algo ronca y chillona a causa del llanto.

Dios, cómo odiaba verla de esta manera.

Juro que si el que la puso así no fuese su padre, yo hubiese ido, personalmente, a partirle la cara.

Pero no podía negar que hasta así, con la cara hinchada, los ojos medio húmedos y los mocos saliendo de su nariz, era realmente hermosa.

—¿No es eso lo que se supone que siempre quieren las chicas? —pregunté confundido. Ella me miró como si yo tuviese una especie de enfermedad mental y pude ver que, por unos segundos, su mirada volvía a ser la misma de siempre.

Con ese instinto asesino con el que me veía todo el tiempo.

Cómo amo esa mirada que pone cada vez que va a golpearme.

Lo sé, lo sé: soy un jodido masoquista de mierda, pero por lo menos no lo niego.

—¡Claro que no, idiota! —exclamó—. Las chicas siempre decimos esas estupideces y, en vez de ponernos mejor, nos deprimimos más —explicó—. Pero, como siempre, los chicos de neandertales con retraso mental no entienden eso.

Sonreí. Por primera vez desde que había entrado, volvía a ser la Isabel que conozco desde hace años.

—Entonces... ¿debería quedarme? —pregunté medio dudoso, sólo por si cambiaba de opinión.

—¡Obviamente! ¿Es que acaso pretendes dejarme aquí sola? —preguntó indignada.

—No, pero es que no sabía si...

—Ay ya, cállate. Si quieres irte, vete, no soy quién para detenerte de tus planes —me interrumpió de repente.

¿Qué?

—¿Pero no dijiste que...?

—No, olvídalo, es más, quiero que te vayas a hacer lo que sea que fueses a hacer —me interrumpió nuevamente.

Me levanté de la cama confundido y comencé a caminar hacia la puerta, haciendo lo que me había pedido.

—¿En serio vas a irte? —preguntó, nuevamente con la voz algo ronca y desilusionada.

Me detuve en seco y me giré hacia ella, sus ojos comenzaban a aguarse de nuevo.

No, no de nuevo.

—¿No era lo que querías que hiciera? —pregunté confundido, intentando distraerla con mi estupidez para que no llorase.

—¡Claro que no, imbécil! —exclamó—. ¿Es que acaso no acabas de oír lo que te dije acerca de la depresión y toda esa mierda?

Insoportable [Sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora