Capítulo 20: "Objetivo en medio de la nada"

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Arthur tiraba de las riendas de Rac, inclinándose levemente hacia adelante, para tener la sensación de que el caballo iba más rápido. Mientras que Leila se afirmaba con fuerza de su hermano, intentando aguantar los fuertes dolores estomacales que le venían repentinamente.

-¿Vas bien? -le preguntaba Arthur, cada cierto tiempo. Y Leila asentía, sin decir palabra.

Mientras más sentían las pisadas de Rac, más ganas de llegar y nervios sentía la princesa. No podía esperar a toparse con Albel.

Ella fue prácticamente todo el camino pensando como le explicaría a Albel tal repentina noticia. No quiso pensar muy bien las palabras, pues tenía claro que por los nervios las olvidaría. Pero hizo su mejor esfuerzo por pensar lo más claramente posible lo que mencionaría.

-¿Nerviosa? -supuso Arthur, mirando a su hermana con el rabillo del ojo.

-Algo -confesó ella-. Honestamente más emocionada que nerviosa.

-Ya veo... Yo no podría decir como sería exactamente mi reacción, pero si fuera Albel probablemente estaría muy feliz. Porque podría formar una familia con la persona que amo -opinó Arthur-. Además... En su caso, él debe tener claro que no pasará nada malo.

-¿Nada malo?

-Claro. Serás una buena madre -le aseguró Arthur-. No me cabe duda.

-¿Eso crees? -sonrió ella-. Albel ama los niños. Pero... La reacción de sus padres, yo...

-No debería importar. Mamá y papá se pondrán felices -dijo inconscientemente cubriéndose la boca al llamar de esa forma a los Manflare. Aunque durante los diez años que vivieron bajo su techo les llamaba así, ahora se le hacía bastante raro. Debido a que su hermana estaba esperando un hijo de Albel.

Y en ese instante, una imagen borrosa se pasó por la cabeza de Arthur. Se trataba del hombre que se le había aparecido en el bosque, segundos antes de toparse con Leila.

"Deberías darte prisa... O sus vidas correrán peligro."

Fueron sus palabras. Y por más que intentara comprenderlas, Arthur se sentía incapaz de verles un verdadero significado. Pero lo primero que se pasó por la cabeza, fue la idea de que "por vidas" se refería a la vida de Leila , y la del bebé que estaba esperando. Y su segunda opción fue la suya y la de Leila. Pero a pesar de eso, no lo entendía del todo, ¿Habrá sido una advertencia? ¿Una amenaza? ¿Un desafío? No tenía forma de saberlo. Pero le inquietaba la idea de que ocurriera segundos antes de ver a Leila. Temía que ella corriera peligro, y por sobretodo, le aterraba la idea de perderla. Pero prefirió guardarse esa preocupación, y no mencionarle el tema a su hermana. O al menos no por ahora...

-¡Estamos llegando, Leila! -avisó Arthur, muy emocionado al ver que el camino estaba terminando. A lo que su hermana respondió con una gran sonrisa.

Leila realmente estaba impaciente por contarle a Albel. Tan así que, decidió bajarse del lomo de Rac y empezar a correr hacia Lander por su propia cuenta. Dejando a Arthur y Rac un poco más atrás. La princesa no tardó en adelantarse a ambos, corriendo lo más rápido que le permitían sus piernas. Mientras Arthur seguía sentado sobre Rac, afirmando suavemente las riendas.

-¡Leila, no corras, podrías tropezar! -le gritó Arthur. Pero la princesa siguió corriendo, sin escuchar a su hermano.

-¡Albel! -exclamó Leila, mientras corría-. Ya estoy en... Ca...sa... -finalizó, teniendo que frotarse los ojos para asociar lo que estaba viendo.

Frente a sus ojos, Lander no era nada más que cenizas. Al igual que en Derfin, lo único que pudo divisar fue terrenos llenos de escombros, o tablones de madera que no se alcanzaron a consumir del todo.

Los nueve descendientes #JusticeAwards2017 Where stories live. Discover now