Capítulo 12: "El huevo de dragón"

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Leila, Karine, Arthur y Renra se colocaron sus vestimentas muy temprano, y salieron al patio central del palacio, donde les esperaba una hermosa carroza. Todos sus costados iban cerrados con siete cristales. Y en la parte delantera, cuatro caballos iban afirmados. Mientras que Rac, el querido caballo, iba amarrado por fuera a la ventanilla de Leila.

Apenas Karine se acercó a la entrada del carruaje, un hombre delgado junto a la puerta le ayudó a subirse, acción que imitó con Renra y Leila.

Arthur fue el último en subir, y apenas lo hizo, el hombre que iba sentado en la parte delantera tiró de las riendas, golpeando a los caballos para que avanzaran.

Renra se sintió algo asustada cuando empezaron a andar por el pueblo, ya que toda la gente al verlos pasar, les saludaban o se quedaban mirando el carruaje. Y la elfa temía que la gente le mirara extraño al notar sus orejas o algo así. Pero resultó ser lo contrario. Pues cuando Renra se asomaba por la ventanilla, las personas le sonreían o movían sus manos con alegría. A lo que ella respondía con una nerviosa sonrisa.

-Por cierto, Arthur. Renra nos acompañará un poco más. No tiene problema -le contó Leila a su hermano. El cual asintió, mientras miraba por la ventana contraria a la de la elfa-. Y el libro... Podremos verlo más tarde.

-Sí, me interesa seguir -confesó Arthur, observando el libro que llevaba Leila en su regazo-. Cuando lleguemos, debemos buscar hospedaje, y luego preguntar por todas las casas.

-Oh, hablando de eso. He olvidado entregarles esto ayer... Son regalitos -dijo Karine, buscando por debajo del asiento con ambas manos.

-No tenías que molestarte... -le dijo Leila. Pero Karine negó con la cabeza.

-Es una tarea difícil. Y quiero ayudarles en todo lo que pueda. Así que les daré cosas nuevas -apenas Karine dijo eso, sacó un estuche lleno de flechas-. Vi que te quedaban pocas, así que quería cederte estas. En el reino no tienen mayor utilidad, porque nunca sucede mucho alboroto.

Leila lo recibió y le sonrió a su prima, sin olvidar agradecerle por ese regalo tan útil.

-Para Arthur tampoco olvidé traerle algo -agregó Karine, pasando sus manos cuidadosamente por debajo de su asiento. Arthur se sorprendió al ver lo que su prima le estaba mostrando. Se trataba de una espada de hoja angosta, que se iba estrechando bastante desde la empuñadura hasta la punta. El menor al verla quedó completamente maravillado ante el brillo que dicha arma producía, y la afirmó con cuidado, sin dejar de admirarla.

-M-Muchas gracias -agradeció Arthur, con una sonrisa de oreja a oreja-. Es la primera vez que tengo una.

-No es mágica, pero créeme que es bastante útil. Romperla es muy difícil, y si la usas bien, puedes dañar hasta al monstruo más grande -comentó Karine-. Es de las mejores del palacio.

-Si es así, quizás no debería recibirla. Si es tan importante yo... -se iba a negar Arthur, pero Karine le interrumpió.

-Quédatela -sonrió la princesa-. Si lo haces, de verdad me quedaría tranquila. Además... No es el último regalo -aseguró, pasando sus manos nuevamente bajo el asiento.

-¿Hay más? -preguntó Arthur, sin poder creerlo.

-Claro, después de todo, son tres personas, no dos -aclaró, sacando con cuidado lo que sería una enorme hacha, que si mirabas bien se estrechaba como si se tratara de un diamante-. Este es para Renra, aquí tienes.

Renra abrió mucho los ojos al escuchar esas palabras, y recibió el arma con las manos temblorosas, sin poder creerlo. De verdad no esperaba recibir un regalo también.

Los nueve descendientes #JusticeAwards2017 Where stories live. Discover now