Capítulo 10: "Una mano de la familia"

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Al día siguiente, Arthur, Leila y Renra empezaron su viaje muy temprano, hasta que cayó la tarde. La elfa iba adelante mirando el mapa, mientras Arthur y Leila montaban a Rac unos pasos más atrás. Pero debido a que se estaba oscureciendo, a la muchacha le costaba ver bien donde se encontraba la cruz a la que iban.

-¡Renra, mira, hay muchas casas! -festejó Leila, señalando hacia adelante-. ¡Llegamos al pueblo que debemos cruzar para llegar a Derfin!

-¡Sí! -celebró Renra también, pero de inmediato se puso seria. Como si se estuviera arrepintiendo de haber llegado hasta ese punto.

-¿Por qué esa cara? -preguntó Leila, algo preocupada.

-Hay muchos humanos... -murmuró, mientras se ponía su capucha en la cabeza.

-¿Les tienes miedo? -supuso Arthur. A lo que Renra negó con la cabeza, algo indignada.

-C-Claro que no. Los humanos en general son débiles. No podría tenerles miedo. Pero... Podrían descubrirme -se excusó.

-No te preocupes. Nos aseguraremos de que no suceda nada malo -le calmó Leila-. Además, como humana pasas desapercibida.

-¿Tú crees? -cuestionó Renra, bastante dudosa.

-Claro, de hecho la primera vez que te vi, pensé que eras una chica normal -dijo Arthur.

-Bueno, si es así... Vamos -aclaró Renra, sujetando la capucha con ambas manos. Mientras ambos hermanos avanzaban a caballo.

Apenas entraron al pueblo, Leila se fijó en algo que llamó bastante su atención... A uno de los costados del camino, había un letrero clavado en la tierra que decía: "Bienvenidos a Tunderriver". La princesa sintió un chispazo al leer ese nombre tan similar de su pueblo, y recordó de inmediato por qué había escuchado ese nombre antes. Pensó en comentarle el motivo a Arthur, aunque probablemente él no lo recuerde. Pero no se atrevió a hacerlo tan libremente frente a la elfa.

-No es un pueblo muy grande -comentó Arthur, mirando alrededor.

Todas las casas eran diferentes, aunque todas estaban fabricadas con madera, y sus techos eran puntiagudos. Lo que llamó la atención de Arthur fue que las ventanas eran de madera, al igual que las pocas que habían en la casa de Albel, lo cual le trajo un poco de nostalgia.

Luego de mirar las casas, Arthur pegó la vista en Renra, que caminaba a su lado, con ambas manos sobre su capucha. Pero de inmediato, su atención se puso en un enorme castillo de piedras, algo apartado de las casas. El patio era tan grande que, se podrían construir más de veinte casas en el. La ventana sobre la entrada principal, era de cristales de colores, que unidos formaban la figura del símbolo del pueblo, que Leila divisó en el cartel que vio al inicio.

La princesa al ver aquel castillo, de inmediato tiró hacia atrás de las riendas, provocando que Rac se detuviera frente a la enorme puerta del patio, que cerraba todo el terreno.

-¿Eh? ¿Por qué te detienes? -quiso saber Arthur. Al mismo tiempo que Leila se bajó del caballo, acercándose a la gran puerta, donde le esperaban dos guardias, uno a cada extremo de ella.

Arthur y Renra se quedaron un poco atrás, observando que Leila estaba charlando con uno de los guardias reales, como si fuera de lo más normal. Ni él ni la elfa lograban escuchar que le decía Leila al hombre.

-Arthur... ¿Qué estamos haciendo aquí? -preguntó Renra. Arthur se encogió de hombros, y miró a su hermana algo dudoso.

-No lo sé. Quizás está preguntando de algún hotel donde podamos quedarnos esta noche -supuso Arthur, guardando silencio al ver que Leila se les acercó, con una sonrisa de oreja a oreja-. ¿Qué estabas haciendo?

Los nueve descendientes #JusticeAwards2017 حيث تعيش القصص. اكتشف الآن