Treinta

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Annabeth no podía respirar. Se sentía la peor persona del mundo. 

No era el beso en si, ella estaba segura de eso. Su "lo sabía" lo explicaba mejor que nada. El mal estaba en que ella no se arrepentía del beso; su único remordimiento era el haberle hecho daño al chico más considerado que había conocido. Pero no tenía caso, Percy amaba a Vania. Aquel beso fue un error, un impulso, nada más que un arrebato. Para él no significa nada, pero para ella... 

"Annabeth." Dijo el causante de todos sus problemas. "¿Qué pasó con James?"

Annabeth no respondió. No quería enfrentarlo, no quería que él la viera, pues sus sentimientos estaban libres, en el aire, y si él alcanzaba a ver sus ojos, lo sabría todo. Sabría que su relación con James fue su intento para olvidarlo, que no se arrepentía del beso, que lo quería como más que un amigo. Y, porque desafortunadamente Annabeth solía pensar siempre en los demás antes que en ella, no quería que él supiera todo esto. No sería justo confundirlo con toda esta información, cuando su corazón estaba sufriendo por la partida de Vania. 

Annabeth limpió su cara con la manga de su suéter y pidió a los dioses para que su cara no estuviera hinchada. Aclaró su garganta y respiró una vez más antes de girarse. 

Y allí estaba él, tan injustamente guapo. 

"Se lo dijiste." Soltó él, y ella asintió. Él asintió, imitándola, sin saber qué decir. Percy se sentía culpable. Su relación se estaba cayendo a pedazos, pero no era razón para destruir la de su mejor amiga. No sabía qué le había pasado por la cabeza, ¿Por qué la había besado?

El viento movía su cabello y hacía que se pegara en el resto de las lágrimas que no alcanzó a limpiar. El sol brillaba en todo su esplendor, burlándose de los sentimientos de los dos. Él se acercó y la abrazó, porque no tenía palabras para ayudarla. Ella no le devolvió el abrazo. 

Por primera vez, Annabeth no se sentía aliviada en sus brazos. Se separaron, y él intentó limpiarle las lágrimas que habían dejado un camino por su rostro, resaltando sus pecas. Annabeth giró la cara. 

Se sentía enferma. 

Él nunca la querría de la manera en la que ella lo hacía. Así que, ¿Por qué no simplemente terminar con esto y ya?

"Percy, acerca del beso..." Soltó en un murmuro, casi inaudible. 

"Lo siento tanto, Annabeth. Nunca debió haber pasado. No debí haberlo hecho. Es todo mi culpa." Percy se acercó para poder escucharla mejor. 

Ella negó con la cabeza, tratando de encontrar la fuerza para decir las palabras que arruinarían su amistad. 

"Chicos, Leo está a nada de terminarse los únicos cuatro pedazos de pizza que alcancé a guardarles." Vania salió, buscándolos. Ya había pasado media hora, y ninguno de los tres entraba a la casa; todos se empezaron a preocupar, pero Piper insistía en que tal vez estaban hablando de algo privado y debían darle su tiempo. 

Algo despertó en ellos dos, que por un momento creyeron ser las dos únicas personas en el mundo. La expresión de Percy cambió, adoptando una sonrisa que Annabeth sabía que no era real; Vania también, porque lo conocía más que nadie en el mundo. 

"Van, ¿Nos das cinco minutos? Annabeth no se siente bien." El primer instinto de Vania la impulsó a preguntar qué sucedía, pero no lo hizo. Vania sonrió, una vaga sonrisa, un "entiendo", y regresó a la casa de Percy. No sabía qué iba a hacer sin él ahora que se mudaba; jamás se había sentido tan segura, tan querida, tan feliz, como cuando estaba con él. No quería dejarlo. Tenía miedo de perderlo, de que su relación no aguantara los cientos de kilómetros que los separarían. 

Sonó la puerta, y Annabeth soltó el aire que no sabía que estaba aguantando. 

"Te quiero." Admitió, por fin. Percy la miraba, sin expresión. "Te quiero, como más que un amigo, ¿entiendes? Y entiendo que no quieras saber más de mi después de esto, y entiendo también que no es justo, que es muy egoísta de mi parte decirte todo esto ahora, perdón, pero tengo que hacerlo. No me lo puedo guardar más." 

"¿Egoista? Annabeth, ¿Cuánto tiempo guardaste esto para no hacerme daño? ¿Cuántas veces te he pedido que dejes de poner a todo el mundo antes que a ti?" Estaba molesto. Molesto por no darse cuenta antes, molesto porque no sabía cómo responder a sus sentimientos, porque no imaginaba su vida sin su mejor amiga pero tampoco quería darle esperanzas de que sus sentimientos sean correspondidos, porque no lo sabía. 

"Está bien que no sepas cómo responder. Entiendo si no quieres hablarme... Entiendo todo. Discúlpame con todos." Annabeth bajó la mirada, y caminó hacia la dirección opuesta, alejándose de su casa, de él, de su dolor. 

Él no la detuvo. 


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